Después de que cada integrante del grupo lanzara en 1978 sus respectivos álbumes solistas, Kiss experimentó entre 1979 y 1981 una etapa musicalmente variada. Durante este periodo, la banda lanzó tres álbumes que marcaron una ruptura con su sonido Hard-Rock original: "Dynasty" (1979) exploró la faceta más "disco" del grupo, "Unmasked" (1980) se adentró en terrenos más "poperos", y finalmente, "Music From The Elder" (1981) se acercó más que nunca al progresivo. Aunque algunos seguidores inicialmente renegaron de esta etapa innovadora, el tiempo ha demostrado que tenían razón.
1982 se inició de manera
turbulenta. Ace Frehley, el guitarrista original del grupo, había comenzado a
distanciarse de sus compañeros tras la salida del bueno de Peter Criss un año
después, y el fracaso comercial de “Music From The Elder”. Ace se sentía en
minoría ante Gene Simmons y Paul Stanley, a quienes acusaba de haber sido los
principales responsables de la nueva dirección sonora tomada por el grupo. Las
tensiones aumentaron conforme el propio Frehley se veía cada vez más ahogado
por sus gravísimas adicciones al alcohol y las drogas.
Un buen día Ace comunicó
a sus compañeros su deseo de abandonar definitivamente el grupo, una decisión
irrevocable que provocó la entrada en juego de Bill Aucoin, mánager por
aquellos tiempos del grupo, quien diseñó un nuevo contrato por el cual la banda
aceptaba la salida del guitarrista si este se comprometía a estar presente en
algunos eventos promocionales del que sería el futuro LP del disco. El
“Spaceman” aceptó la propuesta, aunque se negó a formar parte del proceso de
composición y grabación de ese novedoso LP.
Con Ace fuera de
circulación la banda contactó con un joven y prometedor guitarrista llamado
Vinnie Vincent, quien no tardaría en convertirse en el reemplazo definitivo de
Frehley cuando su abandono fue anunciado públicamente. Este movimiento puede
considerarse una “jugada maestra” por parte del grupo ya que el estilo técnico
de Vinnie hizo posible que Kiss no solamente recuperara la contundencia pasada,
sino que se acercara a una vertiente Heavy nunca antes practicada por estos
músicos. Hay que señalar que otros músicos como Steve Farris o Robben Ford
(también suele citarse a Bob Kulick, aunque este lo ha negado en algunas
entrevistas) también hicieron acto de presencia durante las sesiones de
grabación de lo que terminaría siendo “Creatures Of The Night”. Quiero añadir
el dato de que Gene Simmons tampoco grabó todas las líneas de bajo del LP,
siendo Mike Porcaro y Jimmy Haslip los encargados de completar dos pistas que
el “Demon” dejó “pendientes”, concretamente la homónima “Creatures Of the
Night” y “Danger”.
¿Y qué decir de la mítica portada del disco, obra del francés Bernard Vidal? Lo primero que quiero resaltar es el hecho de que Ace Frehley aparece retratado entre los miembros y no Vinnie Vincent, como consecuencia directa del mencionado contrato que el guitarrista firmó para figurar como miembro durante la promoción del LP. Por otro lado, me parece que no fue casualidad que Vidal en su retrato optara por una gama de colores más bien apagados (el azul domina), como una especie de primera señal de que la banda había encrudecido su sonido hasta unas cotas nunca vistas. Tampoco parece fruto del azar el título de la obra, siendo esta una especie de autoproclamación del grupo como “criaturas de la noche”.
El tema que da nombre al
disco comienza poniendo toda la carne en el asador. “Creatures Of The Night” no
engaña a nadie; es Heavy Metal en estado puro. No hay más que escuchar la
densidad de su riff principal o la línea de bajo de Mike Porcaro para saber que
Kiss acaba de despojarse de los estilos abarcados durante los últimos tres años
para mostrarnos sus incisivos. El trabajo de toda la banda es inmejorable,
aunque yo quiero destacar aquí el papelón de Paul Stanley tras el micrófono,
desgañitándose como un poseso durante ese estribillo que ha terminado quedando
para la posteridad. Tampoco debemos dejar de mencionar el elegante solo que nos
entrega aquí Steve Farris, la única aportación que terminó quedando registrada
oficialmente por parte de este talentoso guitarrista.
La primera aportación de
Vinnie Vincent al grupo la encontramos en mi querida “Saints And Sinners”, un
medio-tiempo de muchos quilates que cuenta con una omnipresente línea de bajo,
unas deliciosas guitarras (Vinnie se presenta en sociedad con un solo soberbio)
y uno de los mejores estribillos del LP (¡qué bien balancea aquí Gene su voz!)
En tercer lugar tenemos
“Keep Me Comin’”, una canción donde encontramos ciertos retazos del pasado
sonoro del grupo, con unas guitarras más luminosas (¡enorme la dupla
Stanley-Vincent aquí!) y un estribillo más accesible. Aunque parece que el
tiempo ha terminado dándole la razón, lo cierto es que fue una canción que no
tardó en caer en el olvido entre los seguidores del grupo, siendo interpretada
en vivo pocas veces en vivo (hace no muchos años recuerdo que editaron un show
en Sioux City en el que pudimos escucharla, por fin, en directo sin tener que
tirar de bootlegs).
El bajo de Gene pone a
temblar nuestras tripas anunciando así la llegada de una secundaria de lujo
como “Rock and Roll Hell”, canción cuya verdadera autoría pertenece a Jim
Vallance y al mismísimo Bryan Adams, quienes tras presentar la idea a Simmons,
este accedió a incluirla en el álbum de Kiss a cambio de que le permitieran
incluirse en los créditos de la composición y hacer algunas alteraciones en la
letra, algo que no es nada nuevo ni inédito (Gene repetiría esta jugada en
numerosas ocasiones). Las aportaciones de las guitarras son puntuales pero,
cada vez que aparecen lo cierto es que se lucen (tanto el riff principal como
el breve solo de Vinnie se salen de nivel).
Y si hay una canción de
este disco que me vuele la cabea esa es “Danger”, el espídico corte en el que
Paul Stanley vuelve a demostrarnos sus capacidades como vocalista
(especialmente en materia de agudos). No entiendo cómo esta canción quedó
relegada a un segundo plano y no terminó recibiendo la condecoración de “hit”.
Heavy Metal sin fisuras y veloz con una pista de batería de Carr absolutamente
demencial (¡cómo machacan los bombos nuestros oídos!) y un solo altamente
técnico del bueno de Vinnie. El estribillo es de los que puedes cantar
eternamente y nunca aburrirte. Cabe señalar que Jimmy Haslip hizo un papel más
que aceptable al bajo, supliendo a Gene cuando este mostró su negativa a
terminar ciertas canciones del LP. Estamos ante un corte magnánimo, señorías.
El inconfundible bombo de
Carr anuncia la llegada de una archiconocida “I Love It Loud” (absoluto clásico
del grupo) que desde el primer momento se grabó a fuego entre los seguidores
gracias a su estructura más radiofónica y pegadiza. Su repetitivo estribillo
coral debe ser de los más coreados en la historia de este grupo, aunque
ciertamente necesitó de varios años para terminar convirtiéndose realmente en
un hit de este cuarteto.
No creo que nadie se
atreva a poner en duda el hecho de que “I Still Love You” es la power ballad
más grandiosa que ha firmado este grupo. Los arpegios de Vinnie Vincent crean
una atmósfera depresiva sobre la que el icónico Paul Stanley nos entrega una de
las interpretaciones más completas y brillantes de su carrera, no solamente por
la belleza de sus registros, sino por ese plus de teatralidad que inyecta (lo
curioso es que el cantante al principio no estaba muy convencido de cantar una
canción que veía algo ajena al estilo que solía emplear. Tanto esta versión
como la que luego hicieron en el MTV Unplugged merecen todas las escuchas
posibles.
Vinnie Vincent no
solamente llegó al grupo para grabar las pistas de guitarra de Ace Frehley sin
recibir algún crédito por ello, sino que también colaboró en el proceso de
composición de algunas canciones del LP. “Killer” fue compuesta junto a Gene
Simmons y nos ofrece un Hard-Rock veloz, cavernario y de estructura simple
hecho por y para que la voz rota de “The Demon” se desenvuelva a las mil
maravillas.
Llegamos al final del LP
con “War Machine”, otra de las canciones que más adoro de este LP. Sobre unas
guitarras y una base rítmica de bajo-batería, Simmons toma el control del
micrófono y ruge con maestría hasta llevarnos a un juguetón estribillo donde disfrutaremos
del soberbio riff principal que la banda compuso para la ocasión. Aunque, ahora
que estamos hablando de “composición”, lo cierto es que esta canción también
suele decirse que realmente fue compuesta por Bryan Adams y Jim Vallance, pero
que Simmons modificó ligeramente para poder tener la autoría. Sea como fuere,
estamos ante un final a la altura de un LP magnánimo.
CONCLUSIÓN
“Creatures Of The Night”
puede considerarse una de las obras más perfectas de Kiss. La calidad de la
producción sonora, el giro compositivo tan grande que el grupo experimentó
hasta adentrarse en terrenos más metaleros y ese listado de temas absolutamente
devastador son motivos suficientes para su fama. Visto lo visto no fue una obra
fácil de llevar adelante, con tantos compositores y músicos en la sombra
trabajando para Gene y Paul, pero el resultado no pudo ser mejor. Desde aquí
quiero reivindicar el papelón tras la batería del inmortal Eric Carr, un
auténtico genio de su instrumento que firma en este LP su mejor obra (¡qué
manera de marcar el rimo) y que supo aprovechar como ningún otro la producción
cavernaria del disco. Lo curioso es que, comercialmente hablando, el disco no
terminó de despegar, algo que es entendible si tenemos en cuenta la decepción
de los seguidores de Kiss después de “The Elder”. La gira promocional fue
extraña, sin llenar estadios (solamente en Brasil lo lograron) y con las tensiones
entre Vinnie y Gene comenzando a nacer. Como una especie de señal de
renacimiento, el grupo no tardaría en quitarse los disfraces y las pinturas,
comenzando así una etapa algo más agradable en el plano popularidad-dinero,
pero que, a nivel compositivo, nunca pudo llegar al nivel de este “Creatures Of
The Night”.
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