Podría afirmarse que el año 1978 fue uno de los más productivos en la carrera de Judas Priest. Aprovechando el reciente aumento de su popularidad gracias a dos obras excepcionales como "Sad Wings Of Destiny" (1976) y "Sin After Sin" (1977), los británicos fueron capaces de componer y lanzar al mercado dos álbumes en un mismo año.
Primero llegó
"Stained Class", un trabajo que se asemeja más a los primeros álbumes
mencionados en el párrafo anterior, repleto de Heavy Metal en cada rincón.
Incluye pistas antológicas como "Exciter," "Beyond The Realms Of
Death" (¡casi nada!) y mi querida "Better Than You, Better Than Me".
Apenas unos meses después, vio la luz "Killing Machine", un álbum
algo diferente a su predecesor en el que, sin renunciar a su Metal originario,
la banda introdujo algunos elementos más comerciales para acercar su sonido a
un público menos familiarizado con los sonidos más duros (aunque el cambio no
fue dramático ni exagerado).
Un álbum trascendental a
nivel cultural.
Muchos coincidirán en que
"Killing Machine", sin ser la obra cumbre de los británicos, fue clave
en el asentamiento del Heavy Metal, no solo por las canciones atemporales que
contiene, sino porque marcó la introducción de la estética que ha llegado a
definir al género: ropa de cuero, tachuelas y otros accesorios que
indiscutiblemente tuvieron su origen en Rob Halford y sus compañeros.
Es cierto que ya en el single
de “Better Than You, Better Than Me”, corte de "Stained Class",
podemos encontrar fotos promocionales del grupo vestido con chaquetas de cuero
y cadenas, pero es en el álbum que estamos reseñando donde la banda parece
querer hacernos más partícipes que nunca de su transformación estética. Así, la
luminosidad que emana del rostro que protagoniza la portada de "Stained
Class" da paso a una imagen desafiante, con un atuendo de estilo macarra y
gafas de sol de un rojo imponente.
¿"Killing Machine" o "Hell Bent For
Leather"?
Aunque la mayoría del
mundo conoce el disco como "Killing Machine," en el mercado
estadounidense, Judas Priest lo editó bajo el título de "Hell Bent For
Leather," un nombre que, en mi opinión, evoca de manera más acertada el
nacimiento de la estética Heavy que todos conocemos. La razón de esta diversificación
de títulos se debió a una extraña decisión de Columbia Records. Pocas semanas
antes del lanzamiento mundial del disco, el sello consideró que "Killing
Machine" podría tener "implicaciones asesinas" en la sociedad
estadounidense (como a los yanquis les cuesta poco apretar el gatillo…). De
hecho, un par de tiendas de discos amenazaron al grupo con no ofertar el álbum
en sus comercios si no cambiaban el título.
Este no sería el único enfrentamiento que Judas Priest tendría con la hipócrita sociedad estadounidense. Recordemos que en 1990 la banda tuvo que testificar en un juicio altamente mediático después de que las familias de dos jóvenes estadounidenses, Raymond Belknap y James Vance, denunciaran a los británicos porque, supuestamente, algunas canciones de "Stained Class" habían incitado a través de "letras subliminales" a que estos jóvenes tomaran una escopeta y se suicidaran (uno de ellos no murió en el acto sino varios años después debido a las heridas de este trágico episodio). El hecho de que estos dos muchachos hubieran consumido alcohol y marihuana en cantidades industriales el día de la tragedia terminó teniendo más peso en el triste desenlace que el hecho de que escucharan dicho LP mientras se colocaban.
HABLEMOS DE MÚSICA
Como una tormenta que se
avecina, las guitarras comienzan a serpentear lentamente, anunciando la entrada
de "Delivering The Goods" y, con ella, el inicio del disco. Este
corte de Heavy ochentero destaca, entre otras cosas, por el papelón de Ken y
Glen que no dejan de crear riffs y punteos impresionantes que se convierten en
la base perfecta para que Rob Halford, quien se encontraba en uno de los
mejores momentos vocales de su vida, cante con chulería y esa potencia que lo
distingue. Tanto el estribillo memorable como el posterior solo incisivo de
Tipton justifican su ubicación como la primera pista del LP.
En "Rock
Forever," se respira una mayor frescura y ligereza, a pesar de que difiere
de lo que se podría esperar de Judas Priest hasta aquel momento. Halford está pletórico,
especialmente en el bien concebido estribillo. La sección rítmica, compuesta
por Les Binks (un batería que me encanta) e Ian Hill, no se queda atrás. El
posterior solo de guitarras gemelas es breve, pero permite apreciar la destreza
de ambos músicos.
Este no es precisamente
el disco de Judas Priest que más piezas contundentes pueda ofrecer al oyente,
pero incluye canciones algo más melódicas y accesibles como "Evening
Star," una pista agradable que parecía anticipar lo que la banda haría
unos años más tarde con otra canción más conocida: "United".
Luego llega una de las
canciones más enérgicas y trascendentales del "sacerdote,".
"Hell Bent For Leather," que, en nuestro idioma, se traduciría como
"El infierno se inclina por el cuero." solo necesita dos minutos y
cuarenta segundos para impresionarnos con su explosivo Heavy Metal. Sobre un
celebérrimo riff creado por la dupla Downing-Tipton, Halford se desgañita tras
el micrófono con una interpretación potente que da lugar a uno de los
estribillos más perfectos de la historia, tanto por su efectividad como por su
tono sucio y demoledor. El solo de tapping que ejecuta Tipton pone la guinda a
este clásico atemporal.
La batería de Les Binks
anuncia la llegada de la marcial "Take On The World," una canción desenfadada
con elementos de himno en su pegajoso estribillo coral que es difícil de sacar
de la cabeza y que, una vez más, recuerda a "United", tema que vería
la luz dos años después. A pesar de moverse por un estilo sonoro algo alejado
del Heavy distintivo de los protagonistas, es necesario destacar la
interpretación de Halford, quien canta cada verso y estribillo alargando las
notas considerablemente, firmando una actuación digna de su legado.
"Burnin' Up"
nos lleva de vuelta a la faceta más macarra del grupo con un riff principal que
avanza con sigilo hasta terminar devorándonos. Rob juega con sus registros más
seductores, clavando cada nota y soltándose su ya extinta pelambrera rubia en
uno de los mejores estribillos del LP. No puedo ignorar el solo de Glen, quien
puntea con pasión sobre una sobresaliente base en la que se escucha con
especial intensidad el bajo de Ian Hill.
Como habían demostrado en
trabajos anteriores, Judas Priest tiene un talento especial para crear
versiones de alta calidad de canciones de otros artistas. En esta ocasión,
disfrutamos de una regrabación de "The Green Manalishi (With The Two Prong Crown)" de Fleetwood
Mac. La buena acogida que tuvo esta versión la convirtió en una de las
canciones casi imprescindibles en cada nuevo tour de la banda. La manera en que
Rob Halford nos hipnotiza con su voz mientras las guitarras y el bajo lo acompañan
con ese martilleante riff muteado merece todos los honores. Cabe mencionar que
esta versión inicialmente apareció solo en la versión estadounidense del álbum,
pero afortunadamente se incluyó en las posteriores reediciones.
Encontramos algo más de
chulería en la homónima “Killing Machine”, un medio tiempo pegajoso y muy bien
trabajado en el plano instrumental, con versos con matices blueseros y una
breve pero atractiva sección solista que se complementa perfectamente con un
Halford que se desenvuelve con facilidad, variando sus registros sin
desentonar.
"Running Wild"
es breve, pero rebosa Heavy Metal puro y sin adornos. La batería de Les Binks
establece un ritmo veloz, pero son las guitarras las que cambian la dinámica de
la canción con una creatividad impresionante, tanto en el aspecto rítmico como
en la sección de solos. Halford, como siempre, se desgañita como el salvaje que
siempre fue, ofreciendo una interpretación que termina con uno de sus
característicos alaridos. Es una de mis favoritas del LP.
Todo el caos del tema
anterior contrasta enormemente con la delicadeza de "Before The
Dawn," una balada acústica creada para el lucimiento absoluto del maestro
Halford (hay momentos que me recuerdan a los de otra pieza inolvidable como “Dreamer
Deceiver”). Tipton tiene un breve momento solista en el que, como era de
esperar, realiza un punteo emotivo que lleva a un final emocionante. Si alguien
alguna vez cuestiona la grandeza de Rob, bastará con ponerle esta canción para
silenciarlos.
El álbum concluye con
otra de las canciones que más adoro de este disco. "Evil Fantasies,"
una canción que rebosa rabia y densidad, con una sucesión de riffs de guitarra
a un tempo más pausado de lo habitual. La manera en que Rob Halford aborda ese
estribillo ("You give me evil fantasies…I wanna get inside your mind")
es uno de los puntos álgidos de toda la obra. Además, en su parte intermedia,
la banda introduce una sección diferente para que Halford y Tipton libren un
pequeño duelo voz-guitarra antes de regresar al excelente estribillo.
CONCLUSIÓN
Aunque "Killing
Machine" puede que no esté a la altura de ese club selecto de obras
maestras que Judas Priest nos ha brindado ("Sad Wings Of Destiny,"
"British Steel," "Screaming For Vengeance,"
"Painkiller"…), en mi opinión, sigue siendo uno de sus álbumes más
trascendentales. Esto se debe, no solo por introducir al mundo la estética
Heavy que ha perdurado hasta nuestros días, sino también por condensar lo mejor
de sus primeros cuatro álbumes, al mismo tiempo que mostraba los primeros
signos de evolución del grupo hacia nuevos horizontes sonoros que no tardarían
en consolidar. Afortunadamente, el poderoso tour promocional que llevaron a
cabo en diferentes puntos del mundo quedó inmortalizado en "Unleashed In
The East" (1979), uno de mis álbumes en vivo favoritos del género, con el
que esta primera etapa de Judas Priest llegó a su fin.
Podría decirse que
"Killing Machine" fue una especie de prototipo del exitoso
"British Steel" (1980).
¡Un álbum grandioso!
Comentarios
Publicar un comentario