Pocas irrupciones en el mundo de la música me despiertan tanta curiosidad como la que experimentó Quiet Riot en 1983. Previamente el grupo contaba con un par de álbumes más anecdóticos en lo que ventas y popularidad se refiere (con los años, obviamente, han tenido más reconocimiento), pero distaban mucho de ser un fenómeno de masas.
Fue en el mencionado año 1983 cuando el grupo formado
por Kevin Dubrow, Frankie Banali, Rudy Sarzo y Carlos Cavazo presentó al mundo
“Metal Health”. Inesperadamente, este se convirtió en el primer álbum de la
historia del Heavy Metal en alcanzar el primer puesto en la lista de éxitos
estadounidense (Billboard), algo histórico y especialmente llamativo teniendo
en cuenta que bandas como Black Sabbath, Iron Maiden o Judas Priest habían
lanzado antes obras antológicas. El reconocimiento internacional del cuarteto
fue instantáneo, convirtiéndose en seguida en una de las bandas más solicitadas
del momento (su potente directo quedó registrado en dos eventos trascendentales
como el US Festival y el Rock Pop Festival de Dortmund, ambos en 1983).
En el día en que se cumplen 40 años de su lanzamiento,
he querido rendir tributo a un álbum del que guardo un cariño especial (de
lejos, uno de los que más escuché en mi adolescencia). No nos engañemos. Desde
su portada, con ese ser enmascarado a lo Hannibal Lecter y atrapado en una
camisa de fuerza, sabes que “Metal Health” es un LP que se grabará a fuego en tu
mente.
Todo comienza con la que, al menos para mí, es la
mejor canción que Quiet Riot facturó a lo largo de sus décadas de trayectoria.
“Metal Health (Bang Your Head)” es un clásico indiscutible del Heavy Metal,
algo que se justifica no solamente por su incendiario y archiconocido
estribillo, sino por la cantidad de elementos sobresalientes que se suceden a
lo largo de sus más de cinco minutos de extensión: Kevin Dubrow desatado al
micrófono, Carlos Cavazo escupiendo un riff principal imponente, por no hablar
del veloz solo que se marca a los tres minutos de canción, el bajo de Rudy
Sarzo poniendo tus tripas a vibrar desde el fondo,…¡qué genialidad!
Estos americanos pueden presumir de haber pertenecido
al selecto grupo de artistas que han logrado convertir una canción ajena en un
auténtico hit de su propia trayectoria. Al igual que Hendrix con su “All Along
The Watchtower”, Quiet Riot llegó a las emisoras de todo el mundo con su
pegadiza y enérgica interpretación del “Cum On Feel The Noize” de Slade, un tema
sencillo que encuentra en su inolvidable estribillo su punto más memorable,
aunque el solo de Cavazo tampoco se queda atrás. Dado el éxito que tuvo esta
fórmula, la banda volvería a emplear esta baza en su posterior “Condition
Critical”, donde reinterpretaron el “Mama Weer All Crazee Now”, también
originalmente compuesto por Slade.
“Don’t Wanna Let You Go” es otra canción por la que
siento especial cariño. Un medio-tiempo melódico y de tintes baladísticos de lo
más elegante, que Kevin Dubrow trata con delicadeza en el apartado vocal (honor
también al trabajo coral de sus compañeros en el estribillo). Adoro su tono
ácido y callejero, el cual se convierte en un complemento perfecto para la
lírica oscura y de desamor que posee. Cavazo firma un breve pero muy
disfrutable solo casi al final que tampoco deberíamos ignorar.
Cuando una banda está en estado de gracia, todo lo que
publican suele rozar la excelencia. Y es que con “Slick Black Cadillac” el
grupo lleva cuatro de cuatro en lo que a aciertos se refiere. Corte atronador y
cimentado en una base instrumental sólida (Cavazo, además de otro solo
imponente, añade numerosos licks durante los versos) y en unos coros
omnipresentes que acompañan en todo momento a un pletórico Dubrow en sus tareas
vocales. Sin duda alguna, otro de los
temas más representativos del cuarteto.
“Love’s A Bitch” tampoco faltó durante la gira
promocional del LP. Pocas pegas podemos ponerle a otro tema oscuro en el que se
suceden las guitarras acústicas y las eléctricas, creando una base dramática
sobre la que ese genio llamado Kevin Dubrow (¿cómo es posible que su nombre
quedara relegado a un segundo lugar en la historia del Rock?), quien te
hipnotiza desde sus primeros agudos. No puedo olvidarme de destacar el papelón
de la dupla Sarzo-Banali, la cual se luce desde la “retaguardia rítmica”, y de
un atareado Cavazo que nos entrega un nuevo solo a la altura de su legado.
Tras la agradable y ochentera “Breathless”, una
canción que tal vez pueda brillar algo menos que el resto, explota ante
nosotros “Run For Cover”, una incendiaria pista en la que los cuatro músicos
ponen toda la agresividad y su técnica musical en el asador. No hay descanso
alguno a lo largo de sus tres minutos y medio de ritmo frenético, donde Banali
aporrea su kit sin piedad, Sarzo y Cavazo siembran el caos con sus respectivas
cuerdas (el segundo firma un punteo imperdible, por cierto) y Kevin Dubrow,
como siempre, hace alarde de su poderío vocal. Numerazo que, afortunadamente,
no faltó en posteriores giras.
“Battle Axe” emerge como una especie de interludio en
el que Mr. Cavazo acapara todo el protagonismo y, valiéndose de poco más de un
minuto, nos entrega un vibrante despliegue de técnica sobre el mástil de su
guitarra que logra, una vez más, que termine cuestionándome el porqué de su
poco reconocimiento como músico a lo largo de estas décadas. Sus aportaciones a
Quiet Riot, sin obviar sus no menos disfrutables estancias en Ratt o Tim Owens,
merecen de un mayor reconocimiento.
Encaramos la recta final del LP con “Let’s Get Crazy”,
un medio-tiempo retador que avanza con chulería al mismo tiempo que invita al
oyente a desmadrarse por completo. Estribillo de manual y otro acierto al
bolsillo.
Como cierre, el grupo supo jugar sus cartas a la
perfección y optó por echar el cierre con “Thunderbird”, una balada lacrimógena
y verdaderamente emotiva que sirvió como homenaje al bueno de Randy Rhoads, el
icónico guitarrista de Ozzy Osbourne, que previamente había militado en Quiet
Riot, y cuyo trágico fallecimiento coincidió con las sesiones de grabación de
este LP. La lenta instrumentación, con
un piano como protagonista, permite a Kevin Dubrow sacar a relucir su faceta
más teatral y conmovedora. Un final a la altura del álbum que acabamos de
escuchar.
CONCLUSIÓN
“Metal Health” fue EL ÁLBUM que hizo eterno a Quiet
Riot. Su éxito internacional les ganó un puesto en la eternidad, pese a que con
los años no hayan llegado a trascender tanto como otros grupos de su época.
Jamás le negaría un 10 a uno de los LPs más importantes de la década de los 80
y que fue clave en la irrupción del Metal en la cultura de masas.
¡OBRA IMPERDIBLE!
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