Diez canciones le bastan a los de Florida para resarcirse tras el irregular “Walk The Sky”. Con su nuevo “Pawns And Kings”, Alter Bridge se ponen el mono de trabajo y nos entregan un álbum cargado de detalles que, por momentos, parecen sacados de sus mejores obras. Uno de los grandes títulos de este 2022.
Tras 20 años en la carretera, el nombre de Alter Bridge ocupa puestos de honor dentro de la escena Metalera actual. Y es que este proyecto nacido a partir de la disolución de Creed no dejó de crecer gracias a la sucesión de álbumes absolutamente brillantes tales como el inicial “One Day Remains” (2004) y, tal vez por encima del resto, la triada posterior conformada por “Blackbird” (2007), “ABIII” (2010) y “Fortress” (2013), sin por ello desprestigiar el también notable “The Last Hero” (2016). Por tanto, es normal que su fanaticada, la cual estaba malacostumbrada a recibir álbumes tan excelsos, se sintiera algo defraudada cuando en 2019 vio la luz el irregular “Walk The Sky”, un disco cumplidor pero que dejaba entrever cierta pobreza compositiva en el seno del grupo (poca variedad, especialmente si lo comparas con cualquier referencia discográfica previa, aunque siempre se pueden rescatar algunos títulos más aceptables).
Ese pequeño bache en su carrera ha despertado cierto miedo entre algunos seguidores ante la posibilidad de un bajón de calidad en futuras obras del grupo natural de Florida. No obstante, no debemos olvidarnos de que estamos hablando de uno de los cuartetos más importantes del milenio de materia de Metal Alternativo, por lo que, al menos en mi caso, es difícil que desconfíe de sus futuros pasos. Pese a esta última afirmación, sí siento que es complicado que los futuros LPs del grupo lleguen al nivel de “Blackbird” o de “ABIII”, pero jamás dudaré de las capacidades de estos muchachos para firmar una obra notable.
Para nuestra fortuna, en pleno 2022 tenemos el placer de escuchar un nuevo álbum de Alter Bridge y, de esta forma, salir de dudas sobre el momento actual en el que se encuentran. “Pawns And Kings” es el título de esta esperada criatura y ya os digo yo que las ilustraciones tanto de la portada como de cada uno de los cuatro singles promocionales, suman el primer “punto” a favor del disco (la de “Silver Tongue” podría ser, sin problema, una creación de Terry Gillam para el “Flying Circus” de los Monty Python).
Esta obra lanzada bajo el amparo de Napalm Records contiene 10 canciones completamente nuevas que han sido producidas por su inseparable Michael “Elvis” Baskette, quien además de haber figurado en todas las placas del grupo, a excepción de su debut, también ha trabajado para Slash, Mammoth WVH o Sevendust.
Sin mucho más que añadir, arranco aquí el análisis musical:
Todo arranca con “This Is War”, uno de los cortes más
cercanos al Metal que vamos a encontrar en el álbum (no será el único, ya os
aviso) y, para mi gusto, un acierto absoluto tanto por los muteados y arreglo
de guitarra de Tremonti, como de un Myles Kennedy sobresaliente como siempre
(imposible no adorar esa voz tan personal), que tanto en los versos como en el
estribillo (no me lo quito de la cabeza) nos muestra ese agudo que
tantos piropos le han traído a lo largo de estas décadas. Un plus a
favor de este corte son los breves cantos corales que surgen tanto en la
introducción de la pista como al final de cada chorus. Solamente con esta pista
he disfrutado más de este LP que del “Walk The Sky”.
Cuando entra en escena el riff principal de “Dead
Among The Living” no será raro que pienses que este es uno de los más pesados
que Tremonti ha firmado en los últimos años. Cierto es que tanto en los versos
como en su puente-estribillo el concepto de la pista se suaviza ligeramente,
aunque para mí podría encajar sobradamente bien en “Blackbird”. De hecho, en el
minuto 3:08 entra otra sección de guitarra que tiene matices de breakdown
y que precede al pequeño solo, justo antes de que un sobresaliente Myles
Kennedy borde un último estribillo. Un segundo plato de lo más convincente.
Me declaro amante empedernido de “Silver Tongue”, una
canción que hubiera encajado sobradamente bien en cualquier álbum clásico de
este cuarteto. Hablamos de una pista con aroma más contundente, especialmente
en ese estribillo machacón (honor a Scott Phillips) que funciona sobradamente
bien (más aún si es Myles Kennedy quien canta). Las capas de guitarra de Mark
son sensacionales, incluyendo licks, muchos riffs muteados y pequeños detalles
casi insignificantes que solo suman en positivo si miramos el resultado final
ante el que nos hallamos. Mucha atención a ese pequeño interludio que se inicia
en el minuto 2:43 y que suena algo más caótico, no tardan en salir a relucir los
agudos del vocalista mientras la instrumentación se desplaza con una amenazante
lentitud.
Reconozco que en su momento, cuando fue lanzada como
tercer single, no fui del todo justo con “Sin After Sin”, una canción que, como
el mejor de los vinos, necesita de un tiempo de reposo para ser saboreado como
merece. Y es que los años nos han demostrado que cuando estos maestros se
proponen grabar canciones de una duración considerablemente larga (esta pista
concretamente roza los 7 minutos) es difícil que el invento les salga mal…¡y
aquí no hacen una excepción!. El desarrollo general de la pista es lento, con
una estructura más o menos definida en la que las melodías cobran un mayor
protagonismo, estando presentes tanto en los serpenteantes versos como en otro
estribillo interpretado con encanto por Myles. Superados los cuatro minutos
Tremonti sube considerablemente la intensidad del número introduciendo varios
muteados de su cosecha y, ya de paso, acompañando a Kennedy en las labores
vocales (esas dos voces empastan como pocas).
La primera mitad del álbum culmina de forma mayúscula gracias a “Stay”, la primera pista completamente melódica que esta vez tiene como protagonista principal al siempre cumplidor Mark Tremonti. Corte muy pegadizo y meloso, especialmente en el estribillo, que Mark sabe llevar a su terreno, aunque particularmente me quede con otras pistas que han contado con su voz en previas referencias discográficas (véanse “Water Rising” o “Forever Falling”).
Proseguimos nuestra escucha con “Holiday”, una de esas canciones que sabes que siempre encontrarás en un álbum de esto en las que son capaces de alternar hábilmente pesadez y melodía, muteados y arpegios, teniendo como único elemento constante la presencia tras el micrófono de la superdotada voz de ese genio conocido entre los mortales como Myles Kennedy. Estribillo sin adornos ni sorpresas, pero con esa habitual pegada que deseas escuchar.
Y cuando pensabas que el cuarteto a sus 20 años de carrera no sería capaz de sorprenderte van y se sacan de la chistera la mayúscula “Fable Of The Silent Son”, cuyos ocho minutos y 22 segundos de extensión han terminado por desbancar a la histórica “Blackbird” como la más larga de su catálogo. Estamos, por tanto, ante una epopeya de lento pero mágico desarrollo en el que todos y cada uno de los músicos exprimen al máximo sus habilidades técnicas para dar lugar a uno de los cortes más grandes de su carrera. Myles Kennedy acapara en un inicio todo el protagonismo, vocalizando con una suavidad elegante justo antes de que un riff denso de Tremonti apoyado, a su vez, en Marshall al bajo, entre en acción creando una atmósfera sensacional. Los elementos de Rock Progresivo son obvios en la canción, con constantes variantes instrumentales (honor al batería también) dentro de unos patrones rítmicos más o menos estables. Sobre el minuto cinco, tras unas líneas vocales ligeramente bañadas en algunos efectos, se inicia el show de Mark Tremonti, quien firma un pegadizo punteo que no dejará de repetirse a lo largo del que, de lejos, consideraría el mejor solo de todo el álbum. Y ahora es cuando me quito el sombrero…
Tras la genialidad que acabamos escuchar era difícil mantener el listón tan alto. Si bien “Season Of Promise”, como cabía esperar, no alcanza las cotas de grandeza de la pista anterior, lo cierto es que su positivismo sonoro y vocal, con un estribillo colorido y dulce (aún más dulce gracias a la voz de Myles), así como un punzante solo de guitarra lleno de feeling, termina por convencer a cualquiera. No, no es de las pistas más resaltables del LP, pero os garantizo que no serán pocas las escuchas que le daré.
La electricidad vuelve a aparecer en la malintencionada “Last Man Standing”, una pieza que no necesita acelerar su ritmo para hacer notar su mala hostia. De hecho, Tremonti incluye en cada verso varias capas de punteos melódicos, así como un par de acordes de quinta en el que para mí es uno de los mejores estribillos de todo el plástico sin duda alguna (¡por no hablar del veloz solo que emerge casi al final!). Merece la pena que la escuches varias veces, no te sentirás defraudado/a.
Nuestra travesía llega a su fin con el tema que da nombre al álbum y que, como muchos sabrán, vio la luz como primer sencillo del disco. Hablamos de una canción extensa y cambiante, en la que pasaremos de una velocidad adictiva en los versos a uno de mis estribillos preferidos de toda la placa gracias a sus omnipresentes coros. En su inicio la manera de cantar de Myles Kennedy me ha recordado a la de su tema solista “Ides Of March” (si no conocéis esta joyita estáis tardando en escucharla). Tremonti decide cambiar el devenir de la canción poco antes de alcanzar el tercer minuto de la pista, introduciendo un ácido riff que da pie a uno de esos interludios hechos por y para la exhibición vocal de Kennedy, aunque en este me quede, más bien, con el breve solo afilado del propio Mark.
CONCLUSÓN
Seguramente las críticas mayormente negativas recibidas por “Walk The Sky” sirvieron para que el cuarteto abriera los ojos y pusiera más atención en el desarrollo de las futuras composiciones. Desde la primera escucha íntegra a “Pawns And Kings” sabes que está varios peldaños por encima de aquel malogrado LP.
Estos veteranos iconos saben obtener el beneplácito del respetable sin grandes inventos. Su Metal con tintes alternativos sigue resultando irresistible, aunque algunas composiciones del nuevo álbum se sientan por momento algo menos inspiradas. Y es que cuesta no sentir cierta admiración por un vocalista magnánimo como Myles Kennedy, por uno de los grandes guitarristas del milenio como Mark Tremonti y, por supuesto, por esa dupla rítmica que conforman Brian Marshall y Scott Phillips.
Me niego a establecer comparaciones entre este y los primeros LPs del conjunto (sería injusto y completamente ilógico dado que el álbum acaba de ver la luz), pero os puedo asegurar que es una obra que, tras varias escuchas, se siente como un punto positivo dentro de su trayectoria y, por si te lo preguntabas, uno de los grandes discos de 2022.
Las voces celestiales (y a veces dobladas en el estribillo), la siempre ambiciosa instrumentación, una producción exquisita…¡gran álbum este “Pawns And Kings”!
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