Me encontraba hace un par de días preparando una reseña sobre el “Headless Cross” de Black Sabbath con Tony Martin como vocalista (en muy pocos días podréis leerla) cuando caí en la cuenta de que iba a ver la luz en pocos días el nuevo álbum solista, concretamente el tercero en su trayectoria, del propio Martin, bajo el título de “Thorns”, por lo cual decidí dejar lo que estaba haciendo y comenzar esta reseña que a continuación da inicio.
Tony Martin está de
regreso y, tratándose de quien se trata, esta noticia no puede despertarme otra
cosa que no sea alegría. Y es que sus años junto a Black Sabbath, aunque hayan
sido olvidados y/o maltratados por la mayoría, trajeron un total de cuatro
álbumes de estudio donde “The Cat” se dio a conocer como el grandioso vocalista
que era, con una capacidad de desenvolverse en diferentes registros que
recordaba más a Dio que a Ozzy (también en el tono gótico-neoclásico que
adoptarían las composiciones durante su estancia). Tampoco puedo dejarme en el
tintero sus dos álbumes previos como solista, contando con músicos de la talla
de Brian May o Cozy Powell entre otros, así como sus colaboraciones puntuales con
otros artistas como Candlemass, Wolfpakk, Phenomena o Magnus Karlsson. Con
semejante historia, lo raro sería no alegrarse de poder escuchar música nueva
de este artista.
Seguramente muchos de
los lectores que estén pasando por aquí desconozcan la trayectoria del bueno de
Tony, pero espero que este disco y el párrafo previo os anime a indagar en uno
de los cantantes más dotados que he escuchado.
“Thorns” es uno de los
primeros discos que nos ha dejado 2022. Para esta ocasión Tony Martin se ha
aliado con un buen puñado de grandiosos músicos a los que nombro a
continuación: Scott McClellan en la guitarra, Magnus Rosen en el bajo, Danny
Needham en la batería, Greg Smith en el bajo y Bruno Sa en los teclados. Con
ellos se aventura a presentar un disco variado y que, aunque quiero desgranaros
poco a poco, contiene una infinidad de puntos a tener en cuenta.
Una base rítmica poderosa y más contemporánea de lo
que quizá alguno podría esperar, nos vuela la cabeza desde el inicio de “As The
World Burns” dejándonos claro que, aunque sea un proyecto protagonizado por un
vocalista para la historia, detrás también hay un buen puñado de músicos de
altísimo nivel que, como comprobaréis, no van a dejar de sorprendernos a lo
largo de un disco intenso. Tras una fantasía de doble pedal y unas guitarras
bien muteadas emerge Tony y pone toda la carne en el asador, rugiendo como en
tiempos de antaño (hablo muy en serio cuando digo que canta igual de bien y
técnico que en tiempos de antaño), con versos y puentes llenos de cambios y de
alguna repetición lírica con ese sabor a Dio que me encanta, para siempre
terminar derivando en un no menos épico estribillo. Pero justo cuando pensaba
que ya no podía sacar nada más de este tema, va y después del instrumental,
introducen un pequeño pasaje más melódico y dramático donde Martin muestra esos
dotes teatrales que también le han hecho grande.
Las guitarras escupen ahora unos riffs mucho más
pesados y pausados que, sin duda, dibujarían una sonrisa en la cara del maestro
Iommi. Un corte muy en la onda de Black Sabbath o Black Label Society, con un
Martin especialmente acertado en el estribillo, donde se desgañita sin aparente
dificultad. Pero ojo que , contra todo pronóstico, Magnus Rosen toma su bajo y,
de la nada, se marca un solo de bajo (creo que con slaps incluidos) que cambia por completo el ritmo del número.
Insisto de nuevo en que Tony Martin es el amo del disco, pero los músicos que
ha elegido para acompañarle son excelentísimos.
¿Listos para un numerazo? Seis minutazos abarca la
mítica “Book Of Shadows”, un número que nos hace viajar a los años de Martin en
Sabbath donde lo gótico recuperó la esencia que Dio había introducido un tiempo
antes. Aquí no hay trampa ni cartón. Tony Martin está en plena forma y se
entrega en cuerpo y alma para firmar una interpretación que pone a cualquiera
los pelos de punta, con una voz de las que encanta, que te mantiene en vilo
durante todo el número para, una vez finalizado, obligarte a ponerte en pie y
aplaudir. Recuerdo que tiene 64 años, en abril serán 65, y no 32 que fue la
edad con que grabó “Headless Cross”.
“Crying Wolf” es un tema creado en clave acústica
(puedo imaginármela con guitarras muy distorsionadas) y contiene unas
variaciones estructurales que me encantan, algunas con ciertos dejes
progresivos (el solo de eléctrica, las percusiones más comedidas o los teclados
dan un tono diferente) que me encantan, así como la interpretación de Martin,
que no duda en lanzar un par de agudos de los suyos.
Viajé al pasado con “Damned By You”. No sabéis lo
feliz que me puso este número que tan bien revive el espíritu de los mejores
Whitesnake. De hecho hay elementos en las voces de Martin y Coverdale que
resultan similares, algo que solo puede traer cosas buenas. Como tan bien hacía
la Serpiente Blanca, los versos desarrollan ese Blues con mucha distorsión
durante los versos para terminar en un acojonante estribillo en el que Martin
alarga la nota como si fuera algo fácil.
“No Shame At All” nos devuelve ahora a los tiempos
de Black Sabbath (con o sin Martin). Aquí hay guitarras rápidas y
malintencionadas, con un estribillo básico (muy bien cantado) y una buenísima
línea de batería. Sin ser grandiosa, es un número que no dudaré en escuchar con
ganas siempre que pinche el disco.
Durante muchos momentos “Nowhere To fly” nos muestra
la voz más limpia y melódica de Martin. Estamos ante un número hecho por y para
el lucimiento de nuestro querido protagonista, quien no dudará ni un solo
instante en aprovechar su oportunidad. Corte lento, en la onda de “Book Of
Shadows”, con ese toque gótico o neoclásico que tanto nos gusta.
“Passion Kiler” apuesta por un Heavy/Rock crudo en
sus versos y más cálido (interesantísima batería) en el puente. El estribillo
amaga varias veces con entrar (hasta el segundo bridge no llegará) pero convence sobradamente bien. Aunque sean
registros muy lejanos, en esos “yeah” y “wow”, la manera en que entona hay
algunos momentos donde pienso en el legendario Robert Plant, pero más en la
forma de cantar que en el tono.
El último número Heavy que escucharemos en el
plástico es “Run Like The Devil” y no está nada mal tratándose, como digo, de
un cierre. Guitarras y batería metiendo la quinta marcha (aquí encontrarás el
mejor solo de todo el disco…¡¡¡¡¡para temblar!!!!), Tony Martin paladeando cada
sílaba con mucho gusto de los versos para, poco después, elevar sus agudos al
viento en el puente y rugir en el estribillo.
El tema que más nos romperá los esquemas por su
apuesta sonora es “This Is Your Damnation”, inspirada claramente en la
tradición Folk y Country de Norteamérica, especialmente en los versos (es
curioso ver a Tony en “modo narrador”), aunque es gracioso como, en el puente y
el estribillo, se anime a rugir con un tono más metalero, aunque la banda siga
sonando completamente acústica. Los licks de guitarra son una gozada absoluta
(me hipnotizaron desde la primera escucha).
Llegamos al final de este maravilloso viaje con la
homónima “Thorns” que, en su mayor parte, actúa como una balada, ofreciéndonos
la faceta más emotiva del cantante (¡qué buenas líneas de guitarra le
acompañan!), aunque también habrá secciones distorsionadas donde se inyecta más
fuerza en el desarrollo de la canción. Martin pletórico de inicio a fin.
Tony Martin y sus secuaces han acertado de lleno. “Thorns”
en un disco de mucha calidad, sobrado de momentos sobresalientes tanto en lo
instrumental como vocal (sigo sin creerme lo bien que sigue cantando Martin) y
rico en variedad. Ojalá no tengamos que esperar tanto tiempo hasta su próximo
trabajo, aunque tras lo escuchado creo que podemos estar tranquilos ya que nos
queda Tony para rato. De momento le pongo un nueve bien merecido.
Comentarios
Publicar un comentario