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Yes - The Quest (2021)

Calificación: ***** (7)

Yes son una institución indiscutible del Rock Británico. Su elegancia progresiva llevada a la máxima expresión en legendarios álbumes como “Close To The Edge”, “90125”, “The Yes Album” o “Relayer”, por citar unos pocos, sumada al encanto de sus portadas,  mérito total y absoluto para Roger Dean, los han convertido en símbolos audiovisuales del Rock Mundial. Por ello, el simple hecho de que estos mastodontes acaben de lanzar un nuevo doble álbum, “The Quest”, el primero tras la muerte de Chris Squire en 2015, con canciones completamente nuevas solo me despierta un inmenso sentimiento de alegría.

 

Está claro que la formación es nueva y es difícil no extrañar a miembros pasados, pero creo, y más escuchando el álbum completo, que los experimentados Steve Howe, Alan White y Geoff Downes, además de Jon Davison y Billy Sherwood, llegados al grupo hace menos años, se han ganado todo el reconocimiento a seguir tocando bajo el nombre de Yes.


Siete años después de “Heaven And Earth” (2014), el quinteto vuelve a la carga con una obra ambiciosa (¿cuál no lo ha sido?) que, como tantas en los últimos tiempos, nació durante el confinamiento obligatorio por el Covid-19. Este nuevo trabajo ve la luz en varios formatos y no tardaré en adquirirlo. Lo  puedo garantizar.

 


Empezamos nuestro viaje sonoro de la mano de la ya conocida “The Ice Bridge, un tema donde la esencia clásica del grupo se mantiene viva en todo momento, algo que es de agradecer. Davison y Downes se sacan de la chistera una canción que, en el plano lírico, nos habla sin tapujos sobre la dramática situación medioambiental de los casquetes polares y todo lo que ello conlleva. En lo instrumental hay que señalar que la canción la han subdividido en tres partes (“Eyes East”, “Race Against Time” e “Interaction”), algo muy propio del Prog Rock. Jon convence con su voz delicada y aguda, mientras que Geoff asume un enorme protagonismo tras su teclados. No puedo evitar emocionarme con los magistrales punteos de ese maestro conocido entre los mortales como Steve Howe, por quien no parecen pasar los años (al menos en lo que a técnica se refiere). Sobre el minuto 4:19 se inicia un instrumental tremendo (creo que corresponde con lo que sería “Interaction”) donde se suceden los pasajes de teclados y unas idílicas líneas de guitarra que, al menos a mí, me ha dejado sin palabras. 

 

Con “Dare To Know”, elegida como segundo single, necesité un par de escuchas para terminar de amoldarme a la idea. El hecho de que Davison y Howe decidieran compartir la función vocal es un acierto. No obstante, Howe dio a esta canción un tono muy parecido a las canciones que aparecieron en su trabajo solista “Love Is” y, de alguna manera, no termina de sonar 100% Yes y eso no todo el mundo puede entenderlo. Es una canción, eso sí, tremenda en su instrumentación (especialmente en el plano de cuerda) sobre la segunda mitad de la canción, pero el concepto en sí puede dejar un poco desubicado al oyente más clásico.

 

Llegamos al primer corte compuesto a medias entre Sherwood y Davison. “Minus The Man” empieza con elegancia a través de arreglos orquestales que empastan con naturalidad y belleza con la instrumentación propia del grupo. Me resulta especialmente grande la sección que correspondería al puente, en un sólido in crescendo que, tras una contundente pausa, termina en el sencillo pero espacial estribillo. Howes vuelve a sacarse de la chistera un agradable solo de guitarra y a dejarnos con un dulcísimo sabor de boca. No sé a ustedes, pero a mí me ha transportado a los primeros trabajos del grupo. Por cierto, la letra alude a los peligros de la inteligencia artificial.   

 

Para mí la sorpresa del disco es “Leave Well Alone", una pieza que en su inicio amaga con optar por ritmos lentos para, en poco tiempo, mutar en un corte con numerosos matices de Funk y estructuras cambiantes donde se suceden arpegios lentos, solos llenos de técnica y limpieza sonora, otros momentos más jazzísticos (elegante batería) y gran cantidad de detalles puramente progresivos recordándome por momentos (minuto 2:43 por ejemplo) a los discos más movidos de otro icono como Peter Gabriel. Ocho minutos dura esta majestuosa pieza compuesta por Howe y ejecutada a las mil maravillas por una banda digna de ovación.

 

“The Western Edge”, la segunda composición de la dupla Davison-Sherwood,  me gustó más con el paso de las escuchas, especialmente cuando aparece un ritmo más rápido y, al mismo tiempo, las voces (en esta ocasión interviene el propio Sherwood) se doblan construyendo unas melodías dulces y que, nuevamente, nos hacen viajar a otros tiempos y sentirnos afortunados de estar escuchando nueva música de estos talentos. Howes vuelve a dejarnos sin aliento con los efectos de pedal tan atmosféricos y que resultan imprescindibles en el resultado final de la pista.

 

La balada más pura, como tal, es “Future Memories”, un tema maduro y que mantiene vivo el ADN del grupo. No importa qué miembros estén o no en estos momentos tras la maquinaria de Yes, si el sonido se mantiene tan fiel a su esencia (por supuesto que lo mínimo es tener un veterano en el grupo..¡y encima aquí hay tres!). Las líneas de bajo, los adornos arpegiados de Howe tras las 12 cuerdas, la voz de Jon Davison (no creo que sea el único que haya pensado en Chris Squire al escuchar esa voz tan delicada),…¡maravilla!

 

Como en “Dare To Know”, “Music to My Ears" cuenta con la labor vocal compartida de Davison y Howe, siendo este último además el compositor de la misma. Como en la primera, volvemos a enfrentarnos al debate de si es una canción fiel al estilo de Yes o suena más al álbum solista de Howe. Si dejamos esta duda a un lado os puedo garantizar que es una canción bella, donde esas armonías vocales alcanzan otra dimensión gracias a los limpios punteos de guitarra que alcanzan su máximo nivel  a partir de los dos minutos y medio, con arreglos casi barrocos (buena sintonía con los teclados).

 

El primer CD termina con una sentida pieza compuesta por Downes y Davison que lleva por título “A Living Island” y que lanza un mensaje de amor a la humanidad, dibujando al planeta como una gran isla viviente que ha tenido que enfrentarse a una enorme pandemia. El corte rinde homenaje a todos por soportar el año de encierro y sufrimiento, así como a quienes ya no están. Aunque Howe hace un gran labor, esta vez creo que destacan más otras intervenciones como la percusión y batería de White o los teclados de Downes. Tal vez como pieza de cierre de esta primera cara muchos esperarían un tema más movido, pero, a fin de cuentas, no está nada mal.

 

Lo que no termino de entender es la inclusión de un segundo CD que cuenta con solamente 13 minutos de música, frente a los 45 del primero. No sé si era necesario o no (juzguen ustedes mismos), pero desde luego que llama la atención en la escucha.

 

El caso es que el primer tema que nos topamos es “Sister Sleeping Soul”, un corte de guitarras acústicas y, en ocasiones, inspiradas por la música oriental, además de una línea de bajo adictiva. La suma de las aportaciones crea un ambiente realmente bucólico y brillante. Las otras dos canciones restantes no enganchan tanto como esta que acabamos de mencionar. “Mystery Tour” es un cariñoso homenaje en el título, la música y la letra a los Beatles que no pasa de lo anecdótico y “Damage World” que vuelve a sonar más similar a Howe en solitario (de hecho es él quien canta en la pieza al completo). Sinceramente, yo hubiera incluido “Sister” en el primer disco y me hubiera ahorrado el segundo CD, pero Yes hacen lo que quieran y yo los respeto por ello.

 


Tras escuchar en repetidas ocasiones “The Quest” puedo concluir que esta nueva formación de Yes sigue siendo capaz de producir música a la altura de la leyenda. Obviamente no es una obra maestra, ni puede compararse a sus mayores clásicos, pero da continuidad a una leyenda de más de medio siglo de vida. No todos los números presentes en este LP son igual de buenos (Howe brilla como músico y productor, pero sus composiciones tal vez hayan flojeado un poco más). Para mí han superado notablemente el difamado “Heaven And Earth”, lo cual siempre es buena señal, pero no puede compararse, como decía, con los grandes títulos de su discografía. Para mí es un trabajo de notable (7).

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