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Smith/Kotzen - Smith/Kotzen (2021)

Calificación: *****

Imagínate mi alegría, querid@ lector/a cuando a mis oídos llegó el rumor de una colaboración entre dos de mis guitarristas preferidos y a los que tantas horas de alegría debo: Adrian Smith (Iron Maiden) y Richie Kotzen (Mr. Big/Poison/The Winery Dogs), dos auténticos mastodontes del mástil. Seguramente ese sentimiento de alegría incalculable lo compartimos muchas personas ya que, como he dicho, estamos hablando de dos superdotados del género que se han curtido en miles de escenarios y cuya discografía atestigua la grandeza de ambos titanes.

La gran amistad que une a ambos artistas es la principal causa de que este fenómeno sobrenatural se haya producido. Tras varias conversaciones, parece que los músicos se reunieron en febrero de 2020 en un estudio en las Bahamas con el bueno de Kevin Shirley (los fans de Maiden esbozarán una sonrisa familiar al leer ese nombre) y comenzaron a dar cuerpo a una idea que llevaba fraguándose desde hacía mucho tiempo y que ambos genios querían materializar.  El resultado, aunque ahora lo analizaré de la forma más extensa posible, es tremendamente bueno y sé que en un futuro nos referiremos a este como un trabajo de gran importancia y riqueza que será objeto de reclamo por todo melómano.


Aunque no creo que sea necesario pararse mucho más en lo que a prolegómenos se refiere, creo que nunca está de más recordar que, a fin de cuentas, Smith/Kotzen es la suma de uno de los mejores y más influyentes guitarristas del Heavy Metal con el maestro del shred y dueño de una voz monumental. Con semejante carta de presentación, solo queda tomar asiento, pillar algo para beber y disfrutar del torbellino musical que se nos viene encima.


He tenido la inmensa suerte de escuchar el disco con varias semanas de antelación, cortesía de la discográfica BMG y a Chema Gallego (La Central de la Comunicación), a quien dedico este escrito y un gran saludo.


Reproducimos el disco y nos topamos con “Taken My Chances”, un maravilloso opener con el que el dúo pone todas las cartas sobre la mesa y, al mismo tiempo, nos deja sin palabras. Las secciones solistas de cada músico, tanto en el plano guitarrístico como vocal,  están bien definida, sin que el trabajo de uno sobresalga o destaque por encima del otro (lo que tiene la amistad y la ausencia de cualquier batalla de egos). El riff principal es garantía de emociones fuertes, así como lo bien que encajan las voces de ambos artistas (Adrian Smith se mantiene en forma, cosa que no oculto que me generaba alguna duda ya que hacía tiempo que no lo escuchaba cantar). Casi cinco minutos de trucos tras el mástil (shreds, punteos con wah, …) y voces escandalosas ¡La madre que los parió!   


“Running” tiene cositas de Psycho Motel, el grupo de Smith durante sus años fuera de Maiden, pero también esconde la esencia callejera y melódica de Kotzen. Sin duda, ambos músicos han querido probar hasta dónde pueden llegar a combinar sus sonidos para que el resultado sea lo más personal posible. No sé ustedes, pero llevo dos canciones y estoy gozando de lo lindo. Tanto que me he olvidado de deciros que es el propio Richie quien se encarga de la batería en el disco, algo que es de aplaudir.


Es la hora de quitarse el sombrero ante la entrada de “Scars”, que para mí es uno de los mejores blues melódicos  que se han escrito en años y que esconde, también, tras sus atmósferas oscuras ciertas reminiscencias de Soul. Smith hace un papelón con la guitarra (algunos punteos me hacen pensar en la limpieza lacrimógena que obtenía otro genio como David Gilmour), así como con el micrófono, aunque en este último apartado tengo que quedarme con el poderío gargantil que despliega Kotzen y en el que le notamos especialmente cómodo. Una canción que sola ya le daría el sobresaliente al disco, aunque no se conforman con eso estos muchachos, visto lo visto.


Estando Richie inmerso en este proyecto sería raro no encontrar una pieza funky, por lo que “Some People” no me ha cogido tan desprevenido, aunque eso no quiere decir, ni de lejos, que la canción me parezca de una factura genial. De hecho le veo ciertos guiños de R&B que empastan genial.


Sobrepasamos ya la mitad del disco con “Glory Road”, un caramelito sonoro de ADN sureño sobre el que ambos cantantes harán auténticas virguerías tanto con sus voces (insisto en lo bien conjuntadas que están) con la acidez de sus guitarras, las cuales no compiten por protagonismo ya que son conscientes de que ambas tienen la gloria ganada. Un manjar más.


El mismísimo Nicko McBrain se ha pasado por aquí para tomar las baquetas y acompañar a Kotzen y su gran amigo, y compi de banda, Adrian, para interpretar “Solar Fire”, un corte veloz y de carretera donde los amplificadores escupen notas, arrastres y hechizos sonoros que harán pensar en algunos iconos de los años 70 como la Creedence, Led Zeppelin o Lynyrd Skynyrd. Lo de ambos tipos en el micrófono es para analizar, aunque una vez parece que Richie termina por imponerse gracias a su particular agudo, así como a un rugido que lanza en medio del corte que me deja siempre helado. De mis preferidas del LP sin duda.


 Pero es realmente difícil quedarse con una canción solamente como la mejor. Esto se acrecienta aún más tras la escucha de la compleja y extensa “You Don’t Know Me”, una canción de las que te quitan la respiración, te emocionan y te arrasan con cada nueva reproducción. Durante sus 7 minutos de gloria, el dúo opta por avanzar lento, disfrutando de cada instante mientras introducen arreglos tras las guitarras y derivan en un estribillo hecho por y para robarnos el corazón. Son ADRIAN SMITH y RICHIE KOTZEN, no lo olvidemos.


Si antes citaba en “Runnin” los proyectos solistas de Smith, quiero añadir que “I Wanna Stay” tiene un feeling más cercano al catálogo de Kotzen en los últimos años. Bajo ese Blues nostálgico ambos músicos ofrecen una preciosa interpretación en el micrófono (tal vez más accesible que las de otras canciones) y, ya de paso, puntean como deidades que son.  Es la elegancia llevada a su máxima expresión.


Nuestro bello viaje por los idílicos mundos de estos dos músicos llega a su fin con la no menos sorprendente “’Till Tomorrow”, un corte que destila un aura zeppeliana que me atrapa y me hace pensar en canciones como “Kashmir” o “In The Light”. Los músicos ponen toda la carne en el asador para explotar su magia en una canción que tiene como colofón final un estribillo sincero y cálido.


Muchas escuchas se requieren para lograr catar todos y cada uno de los detalles que la pareja ha querido incluir en cada canción que conforma un álbum de los que costará olvidar, en el buen sentido de la afirmación, por la genialidad que se esconde tras cada compás, verso o  golpe de metrónomo. “Smith/Kotzen” es un trabajo sobresaliente, un LP solo a la altura de dos magos de la guitarra y del Rock que sirve, ya de paso, para dejarnos claros que su fuente de creatividad no se cierra nunca (lo que tiene ser tan grandes, ¿no?).   

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