¡Los viejos rockeros nunca mueren!
Tras casi dos décadas desde que su más reciente LP de estudio viera la luz, concretamente el “Curse Of The Hidden Mirrors” (2001), Blue Öyster Cult, el grupazo que en el pasado nos deleitó con clásicos como “(Don’t Fear) The Reaper”, “Burnin’ For You”, “Then Came The Last Days Of May” o “Godzilla”, entre otros tantos, vuelve a la carga con un disco titulado “The Symbol Remains” que deja muy claro que por las venas de los de Long Island sigue fluyendo sangre rockera.
Sobre el título del disco, el gran Eric Bloom reflexiona:
“El título del álbum, The Symbol Remains (que se traduciría como “el símbolo se mantiene), proviene de una cita de una vieja letra de Sandy Pearlman, que básicamente estamos usando para mostrar que la banda está de regreso y sigue rockeando después de todos estos años. Para mí, significa que todavía estamos aquí y hacemos lo que hacemos”
La eterna espera llega a su fin con “That Was Me” y su riff principal lleno de presencia que me recuerda muchísimo al del estribillo de todo un clásico como “Space Truckin’” de Deep Purple. Hard-Rock clásico, excelentemente producido y de elevada actitud que solo puede provocarnos más ganas de proseguir con la escucha de este trabajo. Ojo al momento del solo de guitarra y la base rítmica tan atípica y cercana al Reggae que aporta minutos de suavidad a un corte de indudable calidad. Y el mismo nivel de ejecución lo encontraremos en la siguiente “Box In My Head”, una pieza algo más amistosa en lo que a sonido se refiere y que me gana con el paso de las escuchas.
Me ha sorprendido gratamente la melódica “Tainted Blood” no solo por esos tintes más comerciales y accesibles, sino por el hecho de que sea Richie Castellano quien toma el protagonismo absoluto en la labor vocal, cuajando una interpretación más que celebrable. Aunque si tengo que hablar de sorpresa, esa sería sin duda la inesperada “Nightmare Epiphany” y su mezcla de Garage y de Rock sesentero bajo una interesante y elaborada pista de guitarras (poco después del 1:30 hay un riff que suena a Surf Rock) que engancha a cualquiera.
La cosa pinta algo más agresiva con la enorme “Edge Of The World”, una de esas canciones que, tras varias escuchas, termina convirtiéndose en tus predilectas de toda la obra. Riffs afilados, coros casi susurrados que enamoran y un puente-estribillo de los que crean escuela.
Un móvil suena y anuncia la llegada de “The Machine”, otro hit de Hard-Rock de la vieja escuela que, como mínimo, hará mover la cabeza al oyente durante sus cuatro minutos de extensión. Propuesta alegre y cumplidora (sin mucho que destacar tampoco).
“The Return Of St. Cecilia” se inicia con unos sencillos riffs adornados con teclados hasta que las guitarras cambian por completo y se aventuran con un punteo extremadamente pegadizo que te invita a escuchar esta canción en bucle. Como en “The Machine”, estamos ante una canción buena, pero sin tampoco grandes momentos fuera de lo esperado (el estribillo, eso sí, es una gozada).
Un bajo lleno de ira abre “Stand And Fight” y, con esta, la canción más Heavy de todo el plástico. Las guitarras suenan diabólicas sobre una omnipresente base de bajo y batería, conduciendo los versos hacia un colosal estribillo que no encontrará detractores. Por si le faltaba algo a este corte, ahí va un gran solo de guitarra. Buenísimo de verdad.
Si quieres reencontrarte con los Blue Öyster Cult más místicos y melódicos creo que te va a gustar muchísimo “Florida Man”, una canción llena de espiritualidad y enriquecedoras guitarras que siempre desembocan en un estribillo simple pero elegante por sus coros y el deje vocal de Bloom.
“The Alchemist” tiene un tono macabro escondido tras esos “sabbathicos” riffs de guitarra y teclados que también incluiría dentro de ese listado de temas más oscuros del disco. De todos los estribillos del disco, este opta a ser uno de mis preferidos de todo el trabajo por su epicidad y el agudo vocal que nace en cada “I’m the Alchemist!”. Pero es que la cosa no queda ahí porque, una vez superado el segundo estribillo, nace un virtuoso solo de guitarras (en ocasiones gemelas) que me gusta poner en bucle.
Tras la más prescindible “Secret Road” (salvaría, como mucho, los detalles de guitarras que dan base al disco) emerge otro tema veloz titulado “There’s A Crime” que cumple pero sin tampoco aspirar a pasar a la historia. El disco llega a su final de una manera melódica y curiosa como es “Fight” (me ha gustado la inclusión del cowbell en la mayor parte de la pieza).
Con “The Symbol Remains” los veteranos BÖC hacen honor al dicho “el que tuvo retuvo” a través de un extenso catálogo de buenas canciones (unas mejores que otras, por supuesto) que convencen desde las primeras de cambio. Para mí está a un nivel más que notable y eso, a estas alturas de la película, es digno de ovación ya que hablamos de una banda CLAVE para entender el nacimiento y desarrollo del Metal.
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