Si bien es sabido que el concepto “Requiem” alude a una misa de difuntos, el nuevo álbum de los experimentadísimos Korn, que no es precisamente una banda que cante a la vida y que te cargue las pilas de energía positiva, no te dejará con generará en ti ese caos emocional que tan presente había estado en su discografía previa. Con esto no quiero decir que la temática de las letras haya cambiado (sigue reinando una atmósfera opresora), pero la actual situación de Jonathan David, quien parece haber remontado un poco tras las pérdidas de su mujer hace ya un par de años, sumado a la mayor inclinación melódica que han tomado sus composiciones desde el anterior “The Nothing” (en este Davis se desahoga abiertamente sobre su pérdida familiar).
Por ende, en este nuevo
registro discográfico el grupo termina de romper con el absoluto dominio de las
atmósferas opresivas que veníamos escuchando desde sus orígenes y que, en mi
opinión, se intensificaron en las dos últimas obras. Algo que sí se ha mantenido
igual que siempre ha sido el proceso creativo: los músicos crean las pistas
instrumentales y es Davis el encargado de introducir una lírica más o menos
oscura (en sus manos recae la responsabilidad de introducir o no oscuridad en
las obras de Korn).
No quiero entretenerme
mucho más…¡adelante la música!
La obra comienza con la
ya conocida “Forgotten”, segundo adelanto que pudimos escuchar. Aunque en las
primeras escuchas no me dijo gran cosa, hay elementos que han ido ganándose mi
cariño progresivamente como el poderosísimo puente en el que los coros ganan
presencia al igual que una distorsión más enérgica que termina volviendo a
disiparse en un estribillo muy melódico Luzier suena contundente tras la
batería, al igual que notamos muy cómodo a Jonathan Davies en las diferentes
tesituras aquí planteadas. Con este primer número podemos hacernos una idea
bastante fiel de lo que vamos a escuchar a lo largo de todo el plástico.
“Solo quiero ver el
futuro” canta Davis en “Let The Dark Do The Rest”, un número en el que disfruté
muchísimo de la línea vocal de este experimentado artista, que añade siempre
unos matices góticos y dramáticos a sus interpretaciones, sonando limpio en los
versos para desgañitarse como un poseo en el puente y el estribillo.
“Start The Healing”,
número que también conocíamos bien al ser el primer single de la producción,
convence desde la primera reproducción. Con una saturación sonora en los versos
que recuerda muchísimo a la de los Deftones,
el grupo nos deja un estribillo para el recuerdo en el que Jonathan ruge
que es el momento de “empezar la sanación”, una frase bastante optimista y que
ojalá se aplique tras haber llevado una vida llena de altibajos a nivel
personal. El Groove general termina por imponerse en el excelente breakdown que nos sacude casi al final
del tema.
A nivel personal,
disfruté muchísimo de “Lost In The Grandeur”, canción que lanzaron como single
a falta de solo un par de días para la publicación del LP. Empezando por ese
riff enigmático que en cuestión de segundos cambia por completo su velocidad y
terminando en un estribillo que nuevamente nos muestra al Davis más hambriento
por poner fin a sus recaídas anímicas y encontrar cierta estabilidad (“Enséñame el camino. Sé que todo esto suena
tan cliché, pero he hecho todo lo que me has pedido”). Mucha atención
también al interludio en el que aparecen risas dementes, así como una posterior
sección gutural que acongoja a cualquiera.
Con “Disconnect” Korn
introduce numerosos arreglos melódicos y más góticos que alcanzan su apogeo en
el memorizable estribillo. En los versos encontramos a Davis fiel a su esencia,
con tonos teatrales mientras la guitarra suena punzante y decadente. Buen
número, sin más.
Mucho más destacable es
“Hopeless And Beaten”, un número absolutamente rompedor que no dudaría en
incluir entre mis preferidas de toda la obra. Tras unos versos hardcore y muy
malintencionados (me encanta esta faceta del grupo) emerge un estribillo
inesperado, ya que empieza sonando muy denso para terminar
suavizándose y aportando cierto desorden
al conjunto de la canción. Desde luego, una apuesta la mar de peculiar.
“Penance To Sorrow” viene sonando a los Korn de los
últimos años: riff agresivo, guitarras hipnóticas en los versos que derivan en
un estribillo que inyecta más contundencia y en el que encontramos muy buenos
coros, sin olvidarnos de un interludio con algún gutural. En resumidas cuentas,
una canción que agradará a todos los seguidores del grupo.
Creo que “My Confesion” baja un poco el nivel de
calidad mostrado, con un sonido plano y tremendamente predecible al que poca
cosa realmente llamativa encuentro. Menos mal que el cierre salva la situación.
De hecho, “Wost In On Its Way” es una de las mejores canciones del disco (o la
mejor incluso), con riffs certeros, un bajo lleno de presencia, buenos
estribillos y, por supuesto, los habituales scattings
tan característicos de nuestro querido Davis. Se guardaron una baza de
altos vuelos para el final y eso siempre es de agradecer.
Aunque necesito darle
más escuchas, este “Requiem” es un álbum, para mí, más convincente y diverso
que “The Nothing”, lo cual no quiere decir que no disfrutara de este último. El
LP mantiene un nivel más o menos regular, con algún tema algo inferior o menos
destacable, pero creo que, visto en su sentido global, digno de un notable.
Habrá que esperar al siguiente álbum para saber si Korn optará por seguir dando
más peso a las melodías o si, por lo contrario, volverán a su faceta más
cavernaria y triste.
De momento, esta
fórmula funciona y eso solo puede ser positivo.
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