En cincuenta y ocho minutos los Judas Priest desplegaron un arsenal de temas tan bueno que era imposible no considerar “Firepower” como el mejor álbum del año. Este trabajo hace honor al dicho “el que tuvo retuvo” o, aludiendo a una de las canciones de este trabajo, “el mal nunca muere”. Y es que el paso del tiempo ha sentado muy bien (compositivamente hablando) a esta banda británica tan respetada por todo el mundo del Heavy Metal. Y es que sabes que este álbum es magistral cuando la prensa musical, incluido este Blog, no dudó en describirlo como el mejor disco de los Judas Priest desde el antológico “Painkiller” (¡eso son palabras mayores!). Temas como la ya mencionada “Evil Never Dies”, “Firepower”, “Lightning Strike”, “Sea Of Red”, “Rising From Ruins” y, por supuesto, la antológica “Traitor’s Gate”, que no hemos dudado en calificarla como la canción del año, son canciones que seguramente queden grabados a fuego en el oído de la enorme legión de seguidores que estas leyendas del Metal han conformado en una carrera cada vez más extensa.
Entrando en las alabanzas individuales, hay que
rendirse ante el valiente Glenn Tipton, mítico guitarrista del grupo que, dado
el avanzado Parkison que padece, tuvo este año que anunciar su retirada de los
escenarios (ha tocado un par de encores con los Judas), para colaborar
únicamente en el estudio (y en este disco hizo un trabajo espectacular). Otro personaje a quien hay que felicitar es a
Richie Faulkner, un guitarrista que, desde que entró en la banda tras la salida
de KK Downing, ha tenido que ganarse el cariño de los seguidores del grupo (¡y
mira que le han caído críticas al pobre Faulkner). En “Firepower” el rubio
demuestra que, además de ser un guitarrista de primera categoría, vino a Judas
Priest para rejuvenecer nuevamente el sonido de este imperecedero grupo.
Finalmente, y no menos importante, hay que rendirse ante Rob Haford. El “Metal
God”, el mejor cantante del género junto a Ronnie James Dio y Bruce Dickinson
(a estos tres los tengo, personalmente, en un altar), a sus 67 años de edad,
sigue estando a un nivel altísimo como cantante (las actuaciones en vivo de
este año han servido para demostrar que Rob está, incluso, mejor que hace un
par de años), cuajando algunas actuaciones especialmente destacables en el
álbum como “Firepower”, “Evil Never Dies”, “Traitor’s Gate” o “Sea Of Red”.
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