Cuando “Theatre of Pain” vio la luz en 1985, Mötley Crüe se encontraba en un momento decisivo. Tras consolidarse como una de las bandas más peligrosas y exitosas del metal estadounidense, el grupo optó por un giro hacia una estética más teatral y accesible, en sintonía con el auge de la cultura glam, la influencia de MTV y la creciente demanda de sonidos más melódicos y aptos para la radio. El resultado fue un álbum que supuso tanto una transformación sonora como visual, dejando parcialmente atrás la crudeza metálica para abrazar un enfoque más estilizado y comercial.
Este
tercer trabajo no fue recibido con unanimidad por la crítica ni por sus
seguidores más fieles, y suele quedar a la sombra de discos anteriores y
posteriores más redondos. Sin embargo, su importancia dentro de la evolución
del grupo es incuestionable, al tiempo que incluye algunos de los temas más
emblemáticos de toda su carrera. Theatre of Pain retrata con precisión el
instante en que una banda salvaje intentó canalizar su caos sin perder del todo
su esencia.
Desde la
apertura con “City Boy Blues” se percibe que estamos ante un álbum de
transición. Ese riff denso, heredero de sus primeros discos, da paso a un corte
con un groove más relajado, lo cual resulta llamativo al tratarse del arranque
del álbum (no olvidemos que en entregas previas habían apostado por explosiones
sónicas como “Live Wire” y “Shout at the Devil”). Vince Neil mantiene intacto
su carisma vocal, destacando a pesar de una producción algo irregular. El solo
de guitarra de Mick Mars, equilibrando técnica y emoción, redondea este potente
primer tema.
“Smokin’
in the Boys Room”, versión del clásico de Brownsville Station, se convirtió en
uno de los mayores éxitos del disco gracias al excelente trabajo del grupo al
transformar una pieza bluesera en un himno juvenil, desenfadado y cargado de
actitud. Se respira un espíritu rebelde con mucho sabor a adolescencia
descarada.
“Louder
Than Hell” es probablemente uno de los cortes que más remiten a Shout at the
Devil (no en vano fue escrita durante esa etapa), con su riff contundente y una
base rítmica de gran peso. Aquí la banda suena especialmente enérgica, con una
guitarra musculosa y un Vince Neil que alcanza algunos de los agudos más
intensos del disco.
La
obsesión con la fama y el dinero aparece en “Keep Your Eye on the Money”, una
canción impregnada de espíritu ochentero que ha acabado relegada a un papel más
secundario dentro de su repertorio. Aunque no destaca especialmente, tiene un
groove efectivo y un aire sleazy que resulta interesante. Es uno de los
acercamientos más deliberadamente comerciales del grupo en todo el álbum,
flirteando abiertamente con lo radiofónico.
La gran joya de Theatre of Pain es, sin duda, “Home Sweet Home”, una de las baladas más influyentes del Glam Metal y un clásico absoluto del cuarteto. Con su emotiva introducción al piano, la banda muestra una faceta introspectiva nunca antes explorada, dejando entrever una sensibilidad melódica y una honestidad emocional que sorprendieron a propios y extraños.
Después de
semejante cumbre emocional, el grupo da un giro completo con la desenfadada
“Tonight (We Need a Lover)”, un tema directo y sin demasiadas pretensiones que,
aunque no innova, funciona muy bien dentro del contexto general del álbum.
Destaca especialmente la letra, que celebra el magnetismo casi hipnótico de la
vida nocturna y su encanto embriagador.
El momento
más acelerado del disco llega con “Use It or Lose It”, una composición que
evidencia el gusto de la banda por el punk. Tommy Lee cobra protagonismo con
una batería más agresiva, evocando el espíritu del debut del grupo. En lo
lírico, lanzan un mensaje claro a sus fans: vive intensamente antes de que sea
demasiado tarde. A pesar de una producción algo discutible, este tema se
convierte en uno de mis pasajes favoritos del álbum.
Aunque no
termina de cuajar por completo, “Save Our Souls” merece una mención por su
intento sincero de explorar territorios más oscuros. Le falta algo de
desarrollo melódico, pero no es una mala canción y demuestra una intención de
ampliar horizontes.
Sin ser
especialmente innovadora y quizás algo predecible, “Raise Your Hands to Rock”
está pensada para sonar en grandes estadios. Con estribillos pegajosos y esa
energía positiva tan característica del grupo, tras un inicio acústico
desemboca en unos versos de aire “zeppeliano” que desembocan en un coro que
remite claramente a “I Wanna Rock” de Twisted Sister. Un tema efectivo, hecho
para corearse en directo.
El cierre
llega con “Fight for Your Rights”, una canción con mensaje político —algo poco
habitual en Mötley Crüe— que aboga por el empoderamiento individual. Con una
letra inusualmente reivindicativa, la banda despide el álbum con un tema
cargado de riffs potentes, melodías sólidas y un estribillo coral realmente
logrado.
CONCLUSIÓN
Theatre of
Pain refleja a una banda en plena metamorfosis, alineándose con las tendencias
del momento: menos áspera, más pulida y claramente orientada hacia el
mainstream.
Aunque no
alcanza la fuerza bruta de Shout at the Devil ni el impacto comercial de Girls,
Girls, Girls, este disco deja varios momentos memorables y al menos un par de
himnos incontestables. No es una obra perfecta, pero sigue siendo una
referencia obligada dentro del Glam Metal. Jamás lo excluiría de la
conversación cuando se habla de los grandes del género.
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