Con más de tres décadas de trayectoria y una
discografía que incluye 13 álbumes de estudio, Opeth se ha consolidado como una
de las bandas más emblemáticas del metal progresivo. Su capacidad para
reinventarse constantemente, incorporando influencias que van desde el Death
Metal y el Rock Progresivo de los años 70 hasta el folk europeo y el jazz, los
ha convertido en una fuerza singular dentro del género.
En pleno 2024, el lanzamiento de “The Last Will and
Testament” representa no solo un punto culminante en su carrera, sino también
un homenaje a su legado. Este álbum reúne lo mejor de sus múltiples facetas,
recuperando sonidos que sus seguidores más clásicos venían anhelando. Con el
regreso de las icónicas voces guturales de Mikael Åkerfeldt tras 16 años (sí,
¡los growls están de vuelta!), la incorporación de Waltteri Väyrynen en la
batería y su primer trabajo conceptual desde “Still Life” (1999), este disco se
perfila como una obra imprescindible que desglosaré a continuación.
DOS
INVITADOS DE LUJO
Un elemento destacado de “The Last Will &
Testament” es la participación de dos leyendas del rock: Ian Anderson (Jethro
Tull) y Joey Tempest (Europe), con quienes Mikael Åkerfeldt mantiene una
estrecha amistad desde hace años.
La colaboración con Ian Anderson se gestó a partir de
un intento inicial en la época de “Heritage”. Aunque en ese momento no se
obtuvo respuesta, más tarde, una anécdota en una entrevista condujo a que el
equipo de Jethro Tull contactara con Opeth, mostrando interés en colaborar. En
esta ocasión, Anderson no solo aporta su inconfundible flauta, sino también
narraciones que encajan a la perfección con el concepto del álbum. Por su
parte, la contribución de Joey Tempest surgió de manera espontánea: durante una
visita, se le propuso grabar una parte específica que luego completó en
Londres, sumando un valor significativo al proyecto.
PRIMERA OBRA CONCEPTUAL EN 25 AÑOS
Hemos tenido que esperar 25 años para poder volver a
hablar de un álbum conceptual de Opeth, algo que reconozco que llevaba años
esperando dada la destreza del gran Mikael Åkerfeldt para crear historias
intrincadas y que te mantienen expectante en todo momento. En esta ocasión, el
ADN conceptual del LP se aprecia en los propios títulos de las canciones (todos
poseen una numeración que se corresponde con los apartados de un testamento).
En todo caso, y a modo de conocer mejor el argumento
tras “The Last Will and Testament”, no se me ocurre mejor persona que el propio
Mikael, quien recientemente explicó con todo tipo de señales la historia (un spoiler
en toda regla). Esta transcripción realizada por mí toma como referencia en
Kerrang:
"Comienza con tres hermanos que
llegan a la mansión familiar. Su padre, un noble viejo, severo, conservador,
paranoico, malvado y cabrón, ha fallecido, y van a dividir su testamento entre
sus tres hijos, ¿verdad? Hay dos gemelos, un hombre y una mujer que están en
sus últimos 20 años, y luego una joven que está aquejada de polio, alguna
enfermedad de tipo esquelético. Las letras son como la lectura del testamento.
Por eso las canciones no tienen títulos, solo párrafo uno… dos… hasta el siete.
A lo largo de la lectura del testamento,
estos chicos descubren mucho sobre sí mismos, mucho sobre los secretos de su
padre y su conexión con la familia. Los gemelos son el resultado de una
procreación con un donante. El patriarca y su esposa intentaron tener hijos,
pero no funcionó, y el patriarca culpó a la esposa por ser estéril. Sin
embargo, querían tanto tener hijos que lo intentaron con un donante: un hombre
de verdad teniendo sexo con su esposa. Ella quedó embarazada de los gemelos,
pero mientras tanto, el personaje principal se arrepintió de que su esposa
hubiera sido violada por otro hombre. Así que básicamente se arrepiente de los
dos gemelos, además de que no son de su sangre.
A lo largo de la lectura del testamento,
los gemelos descubren que él no era su padre y, al final, son excluidos del
testamento. Su única hija verdadera de sangre es la mujer enferma, quien hereda
todo. Pero ella es el resultado de una aventura amorosa que él tuvo con la
criada de la mansión. Él le mintió a su esposa, diciéndole que esta criada
había tenido una aventura y que deberían cuidar de su pobre hija como si fuera
una de las suyas.
Ahora, su esposa también ha fallecido,
pero ella en cierto modo sabía que su esposo le era infiel, y la niña sigue
siendo criada en la casa. Ella es una heredera de sangre. Hereda todo. Luego el
testamento termina, y la última canción, The Story Never Told (La historia
nunca contada), comienza. Entonces, ella ahora vive en la mansión. Lo tiene
todo. Pero luego llega una carta. Es de su madre, la criada, diciendo: 'Le
mentí a tu padre. Eres el resultado de otra aventura amorosa. Él nunca fue tu
papá.' Así que ese es el giro de la historia: el patriarca era estéril."
La estructura del álbum refuerza este concepto, con
canciones numeradas como secciones de un testamento. Desde el inicio, la
dualidad entre lo melódico y lo salvaje, sello característico de Opeth, queda
patente.
LOS
TEMAS
El álbum comienza con “§1”, una pieza que se abre con
calma antes de estallar en riffs colosales y el regreso triunfal de los growls
de Mikael. La atmósfera inicial, casi solemne, da paso a una intensidad
creciente que recuerda a los mejores momentos de “Blackwater Park”. Los growls,
aunque no predominan en toda la obra, se emplean con maestría para resaltar
momentos dramáticos, mientras las orquestaciones elevan la tensión emocional.
La siguiente pieza, “§2”, combina elementos clásicos y
contemporáneos de la banda. Las transiciones entre caos y calma son
magistrales, con riffs vibrantes que se entrelazan con pasajes melódicos. Aquí
destacan los coros de Joey Tempest, cuya emotividad agrega una profundidad
inesperada. Su contribución se siente como una conversación entre dos mundos
sonoros: el de Opeth y el del hard rock.
Con “§3”, el álbum alcanza un nivel de virtuosismo
instrumental impresionante. Ritmos complejos, arreglos de cuerda y teclados se
mezclan en una composición que demanda atención. Mikael Åkerfeldt despliega su
versatilidad vocal, alternando entre voces limpias y melódicas que reflejan la
tensión narrativa del álbum. Esta canción es un ejemplo perfecto de la riqueza
instrumental que caracteriza a Opeth.
En “§4”, las confesiones del padre toman el
protagonismo. Ian Anderson brilla con su flauta, que añade un toque de
melancolía y misticismo. Esta pieza oscila entre lo melódico y lo caótico,
alcanzando uno de los momentos cumbre con un solo de guitarra desgarrador por
parte de Åkerfeldt. El equilibrio entre los instrumentos de viento y las
guitarras pesadas es sublime.
“§5” explora terrenos más experimentales,
introduciendo influencias árabes y texturas sonoras únicas. Un sitar, una base
de palmadas y un espectro vocal que incluye susurros, growls y voces limpias
crean una atmósfera fascinante. Este tema es un caleidoscopio de estilos, y su
riqueza instrumental lo convierte en uno de los puntos más intrigantes del
álbum.
Por su parte, “§6” evoca el sonido de los años 70 con
solos de teclado majestuosos y una base rítmica demoledora. La canción culmina
en un bucólico outro que ofrece un respiro antes del clímax final, evocando
imágenes de paisajes oníricos.
El último capítulo del testamento de la familia
Will (no el álbum) finaliza con “§7”, una pieza marcada por la enorme tensión
que emana de las voces dramáticas y de esas instrumentaciones más góticas donde
brillan los instrumentos de viento, especialmente la flauta de Ian Anderson,
así como el órgano y unos teclados más contemporáneos. Aunque en sus primeros
compases podamos pensar que se trata de una pieza más lenta, pronto la
percusión y las guitarras se unirán a la fiesta para inyectar algo más de garra
a este numerazo. Los giros sonoros que han introducido a lo largo de todas las
canciones previamente escuchadas también están presentes aquí, pudiendo
destacar esas voces corales que en varios momentos de la canción aparecen para
cambiar el devenir de la misma.
La historia llega a su fin con una hermosísima balada
de más de siete minutos de extensión titulada “A Story Never Told” donde es
posible encontrar elementos propios de álbumes tan diversos como “Sorceress”,
In Cauda Venenum” o “Ghost Reveries”. Sobre un piano que avanza con solemnidad
y algunos arreglos orquestales el bueno de Åkerfeldt acapara todo el
protagonismo con una interpretación reflexiva y de un valor teatral notable. La
guinda al pastel la pone un desgarrador solo de guitarra que eleva la pista a
nuevas cotas de emotividad. Probablemente aquellos seguidores más clasistas no
terminen de disfrutar como merece de este último número, aunque a estas alturas
de la película estos deberían saber de sobra que los suecos solamente se rigen
por lo que la inspiración les dicta.
CONCLUSIÓN
Aunque soy defensor de trabajos modernos como “Sorceress”,
debo admitir que hacía tiempo que Opeth no lograba sorprenderme tanto como con
este álbum. Si bien no han regresado completamente a sus raíces eléctricas, han
sabido rescatar elementos clave de su pasado para integrarlos en su estilo
actual, creando una obra compleja y virtuosa que cautiva desde la primera
escucha.
La incorporación de Waltteri Väyrynen ha sido crucial,
cumpliendo con creces las exigencias del puesto, mientras que el resto de la
banda demuestra una veteranía que se traduce en ejecuciones impecables. “The
Last Will and Testament” no será para todos los gustos, especialmente para
quienes se aferran a una etapa específica de la banda, pero aquellos dispuestos
a explorar su riqueza encontrarán una experiencia inolvidable.
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