Antes o después, mi querido “Spreading The Disease”, el segundo álbum de Anthrax, tenía que encontrar su espacio en este Blog. Para mí, tiene poco o nada que envidiarle a “Among The Living”, una obra que, con toda justicia, ha pasado a la historia como el mejor trabajo de la banda neoyorquina.
Un año antes de lanzar
este álbum, Anthrax se presentó en sociedad con un debut bastante cañero y
sincero titulado “Fistful Of Metal”, un trabajo crudo en el que la banda, sin
necesidad de innovar, logró ofrecernos temas monumentales como “Deathrider” o
“Metal Thrashing Mad”. En líneas generales, este álbum se mantenía fiel a las
tendencias sonoras que imperaban en la cada vez más diversificada escena
metalera de la época. En aquellos tiempos, la formación incluía al cantante
Neil Turbin, los guitarristas Scott Ian y Dan Spitz, el baterista Charlie
Benante y el bajista Dan Lilker.
Sin embargo, en plena
ebullición de la banda, las constantes fricciones entre Lilker y el conflictivo
Turbin terminaron con el despido del primero (se dice que fue el propio
vocalista quien lo destituyó). Fue entonces cuando Frank Bello, joven asistente
del grupo y sobrino de Charlie Benante, asumió el puesto de bajista. Poco
después, Turbin también abandonó la banda debido a su carácter y limitaciones
vocales. En ese momento, Anthrax contactó con Joey Belladonna, un joven amante
del Rock Clásico, para que se uniera como nuevo vocalista. Esto generó ciertas
dudas entre los fanáticos, ya que el estilo melódico de Joey contrastaba
bastante con el Thrash Metal de los neoyorquinos. Sin embargo, esta combinación
de agresividad y melodía terminó por convertirse en un sello distintivo del
grupo.
Sin perder tiempo,
Anthrax entró al estudio junto a Carl Canedy y Jon Zazula, quienes ya habían
producido su primer álbum, para dar forma a una obra que supuso un evidente
salto de calidad y madurez. Todo ello sin renunciar al Thrash Metal,
simplemente perfeccionando una idea que ya era buena. Así, “Spreading The
Disease” fue gestado y se consolidó como una pieza clave en la historia de la
banda y del Heavy Metal.
Desde los primeros
segundos de “A.I.R.”, uno percibe con claridad que Anthrax tenía todo a su
favor para convertirse en uno de los grandes fenómenos del Metal. Este arranque
macarra y festivo, con una producción cruda, no podría sonar más thrasher. La
introducción incisiva, con el bajo de Bello marcando el ritmo, da paso a la voz
joven y eléctrica de Belladonna, que se integra perfectamente con la música de
sus compañeros, regalándonos líneas vocales memorables como el histórico
“Welcome to your nightmare!!!!” (una bienvenida perfecta a esta “pesadilla”
placentera) y los agudos al final de algunas estrofas. En su sección
intermedia, la banda baja ligeramente las revoluciones para un breve interludio
en el que Dan nos ofrece un excelente solo.
Una joya infravalorada en
la discografía de Anthrax es “Lone Justice”, una pieza que captura la atención
desde la hipnótica y contundente línea de bajo de Frank Bello, a la que se une
rápidamente su tío Charlie Benante en la batería. Es un corte de Metal macizo
con el sello de Anthrax, especialmente en las voces corales que emergen en los
coros. De hecho, algunos elementos de esta composición se encuentran en “Among
The Living” o “Caught In A Mosh”, un par de años después. Destaco una vez más
el sobresaliente trabajo de Belladonna, que combina limpieza y agresividad,
alcanzando notas complejas en el celestial estribillo "No name, like a
shadow on a moonless night.." que, de haber sido interpretado por otro
vocalista, no habría sonado igual.
En tercer lugar
encontramos el clásico absoluto de la banda. “Madhouse” es, como su título,
letra y risa desquiciada inicial lo sugieren, un corte esquizofrénico que se
convirtió en el primer hit de Anthrax. Su Metal, agresivo y bailable, con
guitarras llenas de gancho, nos lleva a un estribillo tan simple como pegadizo
que ha terminado siendo uno de los más célebres en la historia del Metal.
La calidad de la escucha
no decae con “S.S.C./Stand Or Fall”, una pieza dividida en dos partes. Primero,
una breve introducción arábica que preludia una segunda parte frenética,
marcada por el doble bombo de Benante y por secciones de cuerdas rápidas y crujientes.
La voz de Joey prepara al oyente en los versos, para luego acompañarle en un
estribillo con el potente “¡Resistir o Morir!” que reúne todos los elementos de
un clásico, aunque nunca llegara a consagrarse como tal.
No sorprende que la
introducción de percusiones tribales en “The Enemy” recuerde a la que poco
tiempo después abriría la famosa “Indians”. La banda impone aquí un ritmo más
denso y monolítico que, aunque amenaza con explotar en los oídos, se mantiene
contenido hasta el “falso final” que ejecutan. Una vez que Belladonna alcanza
uno de sus mejores agudos, el grupo abandona la calma y siembra el caos. Un
cierre notable para una primera cara sin ninguna pega.
Charlie Benante inicia
“Aftershock” con una batería agresiva. Este corte encabronado, como “Stand Or
Fall”, podría haber pertenecido al debut de la banda. Más de cuatro minutos de
Thrash Metal con pinceladas de Speed que pueden causar estragos en el cuello si
intentas seguir el ritmo. A diferencia del tema citado, aquí no hay estribillos
épicos, sino un coro envenenado y hostil que te deja sin aliento.
Probablemente la canción
que más destaca la versatilidad de la banda sea “Armed And Dangerous”. Se
inicia de forma acústica, como una balada lacrimógena (con ecos de los primeros
Testament o Metallica), y Belladonna nos cautiva con su faceta más dramática.
Tras el segundo minuto, la agresividad regresa con riffs rápidos y un Joey que
emplea falsetes en el puente antes del estribillo, sencillo, pero altamente
efectivo. En esta pieza merece destacarse el poderío rítmico de Bello y
Benante, cuya precisión es magistral.
Otro himno es “Medusa”,
un contundente tema de Metal que exhibe la crudeza de las guitarras y la
solidez del bajo y la batería, manteniéndose fieles al Metal ochentero de la
NWOBHM. En lo personal, el puente-estribillo con esos coros agresivos
("Destroyer of life, demon. Ready to strike, gorgon!!!) es de mis
favoritos de la banda, añadiendo garra al conjunto.
La despedida llega con
“Gung-Ho”, una pieza thrasher que arrasa con todo. El ritmo frenético de la
instrumentación es complementado por Belladonna, quien no cesa de desgañitarse
tras el micrófono. Dan Spitz deslumbra con una serie de solos en una auténtica
exhibición técnica. Y, fieles a su sentido del humor, la canción concluye con
la banda cantando como una pandilla de borrachos en una fiesta nocturna. Para
mí, una de las piezas más infravaloradas en su historia.
CONCLUSIÓN
Aunque su gira
promocional fue complicada (con fechas canceladas y la trágica muerte de Cliff
Burton cuando Anthrax abría para Metallica), “Spreading The Disease” consolidó
a la banda como un referente del Thrash Metal, un subgénero que ya contaba con
miles de seguidores en todo el mundo.
No se detendrían ahí. Tan
solo dos años más tarde, en 1987, lanzaron “Among The Living”, considerada por
muchos su mejor obra, seguida de otros dos buenos LPs como “State Of Euphoria”
y “Persistence Of Time” (1990), consolidando a Anthrax como una de esas bandas
inmortales que trascienden el tiempo.
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