Poco se menciona el vasto legado que Richie Kotzen ha
construido a lo largo de su carrera, un músico multiinstrumentista de
extraordinaria versatilidad. Aunque su maestría en el shred ha sido siempre su
sello distintivo, perfeccionando esta técnica durante décadas, es esencial
destacar que su destreza no se limita a la guitarra. Su más que competente
manejo del bajo y la batería, instrumentos que ha dominado con los años,
complementa su talento. A esto se suma su impresionante capacidad vocal, con
esos tonos rasgados que inevitablemente evocan el estilo del fallecido Chris
Cornell, y viceversa.
Aparte de su brillante trayectoria con bandas como The
Winery Dogs, Poison y Mr. Big, sin olvidar su más reciente colaboración con
Adrian Smith (me declaro fan absoluto de Smith/Kotzen), la carrera de Kotzen ha
estado marcada por una prolífica discografía en solitario. Sus álbumes,
repletos de calidad, merecen ser mencionados: desde el homónimo “Richie Kotzen”
y “Mother Head’s Family Reunion” hasta los más recientes “Cannibals” y “Salting
Earth”. Por eso, es un placer enorme poder hablaros de su nuevo trabajo,
“Nomad”. En esta obra, fiel a su estilo, Kotzen ha vuelto a tocar todos los
instrumentos de las ocho canciones que componen este esperado lanzamiento.
El álbum abre con "Cheap Shots", una pieza
de hard rock clásico y vibrante que te engancha desde el primer acorde. Con una
constante sucesión de riffs poderosos y una interpretación vocal impecable,
Kotzen demuestra que, a sus 54 años, sigue cantando con la energía y el rango
vocal que lo caracterizaban hace dos o tres décadas. Los registros melódicos y
quebrados que emplea recuerdan inevitablemente a Cornell. El estribillo, con
esa esencia tan propia de The Winery Dogs, se presenta con una actitud juguetona
y pegajosa que Richie domina a la perfección.
Otro tema que merece atención es “These Doors”, donde
Kotzen entrega una auténtica exhibición instrumental. Aquí se despliega en toda
su gloria su habilidad con el bajo —sí, también es un virtuoso de las cuatro
cuerdas—, además de un impresionante trabajo en la guitarra. Los solos, shreds,
armónicos y muteados que integra hacen de esta pieza una de las más destacadas
del álbum. Como era de esperar, la interpretación vocal no se queda atrás, con
tonos luminosos que contrastan con la densidad rítmica impuesta por la batería
y el bajo.
El tema homónimo, “Nomad”, es hipnótico desde el
primer compás, con un riff principal que Kotzen establece como base. Su
técnica, tanto en la guitarra como en el bajo, bebe de las fuentes del jazz y
el blues, integrando ritmos complejos que forman una estructura seductora.
Sobre esta sólida base, Kotzen firma nuevamente una interpretación vocal que
destaca por su delicadeza y precisión.
No podían faltar las composiciones con un aire funky,
y en este sentido “Insomnia” no decepciona. Esta pista de más de cuatro minutos
se cocina lentamente, con voces dobladas, líneas de bajo sensuales y un
constante goteo de riffs y solos de altísima calidad. Es un tema ambicioso y
sólido, cuya complejidad puede no ser evidente al principio, pero que se
convierte en una de las favoritas tras varias escuchas.
Después del despliegue creativo de los temas
anteriores, “Escape” ofrece un respiro con una estructura más sencilla y
accesible, ideal para cualquier oyente. Sin embargo, Kotzen no renuncia a
introducir sutiles adornos técnicos que elevan la canción (solos, pequeños
detalles en el bajo...), mostrando su habilidad para crear temas aparentemente
simples, pero llenos de matices.
En una onda más movida encontramos “On the Table”, un
corte eléctrico y cargado de shred que, tras unos versos enérgicos, desemboca
en un puente-estribillo más sobrio y coral. Aquí, Kotzen saca a relucir toda su
pasión, con una interpretación vocal que rezuma intensidad y calidad.
Justo cuando uno podría pensar que Richie ha olvidado
incluir una de sus icónicas baladas, aparece “This Is A Test”, dominada por
guitarras acústicas que nos envuelven en una atmósfera introspectiva. Esta
pieza está claramente diseñada para destacar su faceta vocal más emotiva, y
Kotzen no desaprovecha la oportunidad de explorar registros lacrimógenos y
llenos de sentimiento.
Para cerrar, “Nihilist” pone el broche final a este
álbum con un corte sensual y sorprendentemente impredecible. Las alteraciones
rítmicas que aparecen en el solo de guitarra, junto con un enfoque experimental
en lo vocal, demuestran la continua inquietud de Kotzen por ofrecer algo fresco
y desafiante a sus seguidores en cada lanzamiento.
CONCLUSIÓN
Al igual que un buen vino, Richie Kotzen parece
mejorar con los años. Tras más de tres décadas en la carretera, cada álbum que
firma, ya sea en solitario o junto a otros grandes como The Winery Dogs o
Smith/Kotzen, se convierte en una experiencia sensorial difícil de rechazar.
“Nomad” sigue esta línea, ofreciendo solo ocho canciones, pero suficientes para
saciar nuestra sed musical, gracias a instrumentaciones exquisitas y una voz
que sigue desafiando el paso del tiempo.
¡Un disco imprescindible!
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