Cuando Volbeat lanzaron “Seal The Deal & Let’s Boogie”, allá por junio de 2016, ya no eran aquella banda underground que había sorprendido al mundo con su singular mezcla de Rockabilly, Metal y Hard Rock. Para entonces, se habían convertido en toda una institución del metal europeo contemporáneo. Este fue su sexto álbum de estudio y el primero tras la marcha del guitarrista original Thomas Bredahl, siendo el mismísimo Rob Caggiano (ex–Anthrax) quien tomó el relevo.
El
disco marcó una clara evolución en su sonido: más refinado, con un enfoque
melódico aún más pronunciado y una producción pensada para grandes escenarios.
Poulsen y compañía apuntaban directamente a los estadios, buscando equilibrar
su ADN metálico con ese rock de raíces americanas que siempre los había
inspirado. Aunque algunos los acusaron de haberse “ablandado”, lo cierto es que
“Seal The Deal & Let’s Boogie” resulta un trabajo sumamente disfrutable
—con algún tema algo más flojo, tampoco hay que mentir al lector— que logró
impulsar definitivamente al grupo dentro de la escena norteamericana.
El
título resume bien la filosofía del álbum: un pacto con el diablo del éxito,
sellado a base de energía y riffs infecciosos. La portada, obra de Karsten
Sand, muestra a un luchador de bigote frondoso rodeado de iconografía religiosa
y pagana, reflejando esa eterna dualidad tan propia de Volbeat entre lo sagrado
y lo profano, la luz y la oscuridad, la fiesta y la introspección.
Puedo
afirmar sin temor a equivocarme que este LP ofrece un arranque impecable. “The
Devil’s Bleeding Crown”, la canción que me introdujo al universo de Volbeat, se
convirtió en un clásico instantáneo gracias a su potente riff principal y a un
estribillo que se queda grabado a fuego en la memoria. Es en este primer corte
donde se aprecia la magia de Caggiano, aportando una guitarra más afilada y
contemporánea. Palabras mayores para ese interludio dramático con el que
Poulsen demuestra su talento. Un tema de primer nivel.
La
célebre sacerdotisa vudú de Nueva Orleans, Marie Laveau, recibe su tributo
musical en el segundo corte. Tras unos versos oscuros y cinematográficos, la
canción desemboca en un estribillo melódico y adictivo al que ningún oído puede
resistirse.
El
momento más emotivo del disco lo protagoniza la eterna “For Evigt”, una pieza
nostálgica y profundamente melódica sobre la fraternidad y la eternidad. Tiene
además la particularidad de estar cantada parcialmente en danés, con la
colaboración de Johan Olsen en el estribillo.
La
vertiente más exótica del grupo —que tan bien han explotado en otros trabajos—
se mantiene en la infravalorada “The Gates of Babylon”, donde destacan las
guitarras con sus melodías arábigas y unos riffs cercanos al metal moderno. Sin
duda, uno de los cortes más ambiciosos del álbum, con arreglos que rozan lo
progresivo.
Una
de las canciones que pronto se convirtió en fija dentro de sus directos fue
“Let It Burn”, aunque personalmente nunca ha terminado de convencerme. Su ritmo
es pegadizo, pero quizá peca de ser demasiado meloso y, al mismo tiempo, algo
frío.
Leí
hace tiempo que “Black Rose” contiene una de las mejores interpretaciones
vocales de Poulsen, y con los años he acabado por darle la razón a esa
afirmación. En este tema de Hard Rock moderno, el vocalista danés une fuerzas
con otro gran cantante contemporáneo, Danko Jones, para ofrecernos una
composición soberbia en actitud y groove. Otro clásico instantáneo.
En
séptimo lugar, la banda entrega una versión enérgica de “Rebound” de Teenage
Bottlerocket, desbordante de vitalidad y con un tono festivo que se contagia
desde el primer instante. Sin embargo, la alegría da paso a lo sombrío con la
imperdible “Mary Jane Kelly”, inspirada en la última víctima de Jack el
Destripador. Aquí, el grupo apuesta por una atmósfera lúgubre, aunque la voz de
Poulsen a veces suene más “viva” de lo que una historia tan cruda demanda.
La
agrupación vuelve a sumergirnos en terrenos emocionales con “Goodbye Forever”,
un medio tiempo melancólico que combina solemnidad y esperanza, con una
interpretación notable de Poulsen y coros góspel en su tramo final. Aun así, es
una canción que, en lo personal, no me deja una gran huella.
Llega
el turno de mi favorita del disco. La homónima “Seal The Deal” es pura
adrenalina rockera. Desde el primer segundo la banda golpea con un riff
irresistible y un estribillo cuya épica solo se ve igualada por el breve
breakdown que precede al solo de Caggiano. En lo lírico, trata sobre la
redención personal y el pacto con el destino para seguir adelante.
A
continuación, otra versión reinterpretada al estilo Volbeat: “Battleship
Chains” de los Georgia Satellites aporta frescura al conjunto, destilando ese
Rock sureño con el que Poulsen rinde homenaje a los clásicos americanos que
tanto admira.
El
álbum culmina con “You Will Know” y “The Loa’s Crossroad”. La primera se mueve
en terrenos espirituales, con melodías accesibles y un Poulsen en plena forma.
Por su parte, la pieza final reúne todos los elementos característicos del
grupo: riffs potentes, giros melódicos y un tono oscuro en una letra inspirada
en el vudú. Un cierre de altura para un disco ambicioso.
CONCLUSIÓN
“Seal
The Deal & Let’s Boogie” no es simplemente otro paso en la trayectoria de
Volbeat: es su trabajo más accesible, elaborado y global. Supuso su
consagración definitiva como banda de estadios, especialmente en América, donde
temas como “The Devil’s Bleeding Crown” o “For Evigt” los catapultaron a las
radios rock mainstream. Y aunque considero que el grupo tiene varios álbumes
superiores, le guardo un cariño especial por haber sido el que me introdujo en
su universo tan singular.
Si
bien algunos fans de la primera etapa lamentaron la pérdida de rudeza y el
exceso de melodía, el disco refleja una madurez creativa indiscutible. Poulsen
escribe con la seguridad de quien domina su estilo, y la banda —con Rob
Caggiano ya plenamente integrado— alcanza una cohesión impecable.
En
definitiva, Seal The Deal & Let’s Boogie sella el pacto definitivo entre el
metal, el rock clásico y el alma americana de Volbeat, rebosante de himnos,
energía y pasión. Un álbum que, sin renunciar a su esencia, amplía horizontes y
confirma que estos daneses son ya parte esencial de la historia moderna del
rock pesado.

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