Entiendo perfectamente
que más de un lector se pueda sentir defraudado al no ver alguna que otra
canción, pero he partido fundamentalmente de mi propia percepción de la
discografía del grupo y de mi amor por la banda. Además, he incluido alguna que
otra pista con el objetivo de contar alguna anécdota del grupo que sirva para
contextualizar mejor su propia historia.
Que este humilde tributo
sirva para honrar de alguna forma el legado de Rob, Ian, Ken, Glenn y un largo
etcétera, quienes han formado parte de la banda sonora de mi vida.´
ROCKA ROLLA Y LOS ORÍGENES DEL "SACERDOTE" (1974)
Los orígenes de Judas
Priest se remontan a 1969, en la industrial ciudad de Birmingham (Inglaterra),
cuando el vocalista Al Atkins decidió unir fuerzas con Ken Downing, John Ellis
e Ian Hill, tres músicos locales que previamente habían tocado en el grupo
Freight, conformándose así la primera alineación oficial del conjunto. Tras
varios años tocando en salas de conciertos pequeñas, y con un buen puñado de
canciones propias en su haber, la paciencia de Al Atkins y del batería John
Ellis terminó por terminarse ante la falta de apoyo por parte de algún sello
discográfico que les permitiera grabar algún álbum y probar de verdad suerte en
el negocio. Es por ello que ambos decidieron poner fin a su andadura en la
banda, dejando a Ken y a Ian en una situación realmente compleja.
Por casualidades del
destino, justo en el momento en que Al Atkins dejaba de ser cantante del grupo,
Ian Hill comenzaba a salir con Sue Halford, la hermana del joven Rob. Por
aquellos tiempos, Rob trabajaba como tramoyista en un trabajo, al mismo tiempo
que probaba suerte en diferentes agrupaciones locales (Lord Lucifer,
Hiroshima,…)cuyo nivel de compromiso dejaba mucho que desear.
Cuando en 1973 Rob
descubrió la vacante que Al Atkins acababa de dejar en Judas Priest no tardó en
telefonear a su hermana para que tratara de convencer a Ian y compañía para que
le dieran la oportunidad de tener una audición y probar suerte. En un par de
días la banda se presentó en casa de los Halford y, tras escucharlo cantar
delante de una gramola, sabían que acababan de dar con el cantante que
buscaban.
Con Halford ya en sus
filas, y la incorporación de John Hinch, quien había tocado junto a Halford en
Hiroshima, el grupo retomó sus compromisos en directo. El nivel de dichas
presentaciones en vivos fueron de un nivel tan grande que la oportunidad de
grabar un disco no tardó en presentarse. Fue Gull Records el sello que decidió
darles la oportunidad. Sin embargo, y siguiendo el consejo del propio sello
discográfico, el grupo inició la búsqueda de un segundo guitarrista que
acompañara a Ken y que, por ende, aportara un poco más de fuerza al sonido
general del grupo. Fue en ese momento cuando Glenn Tipton, un prometedor
guitarrista que había militado en el trío Flying Hat Band, se cruzó por
casualidad con el resto de miembros en una tienda de discos de Birmingham y la
conversación que mantuvieron terminó con el músico siendo invitado a unirse al
grupo. Cabe señalar aquí que Tipton ya había sido barajado internamente como un
posible candidato.
Ya con la banda
conformada al 100%, y bajo la supervisión del mismísimo Rodger Bain, quien
había producido los tres primeros álbumes de unos tipos llamados Black Sabbath,
surgió el curioso “Rocka Rolla”, un debut cuya portada parodiaba el etiquetaje
y el logo de la Coca Cola (se dice que la empresa inició acciones legales
contra el grupo). Si bien no es una obra redonda, estamos ante un LP donde
Judas Priest inician la búsqueda de un sonido propio, sin por ello ignorar las
influencias de un movimiento hippie que comenzaba a vivir sus últimos años de
vida. Fue un auténtico fracaso de ventas y, tras haber gastado más de lo que
habían invertido, Gull tuvo serias dudas sobre su continuidad con la banda.
1. Rocka Rolla. El single
de presentación en sociedad de Judas Priest no podía dejar de abrir esta
extensa lista musical. Si bien a nivel sonoro todavía distaba bastante del
estilo que la banda desarrollaría a lo largo de las décadas, ya se vislumbraban
dos elementos que se mantendrían inalterables: el enorme protagonismo de las
guitarras de Glenn y Ken y, por supuesto, el poderío vocal de un prometedor Rob
Halford. La canción es pegadiza, especialmente en su estribillo, y cuenta con
una colorida sección de guitarras en su parte intermedia en la que se aprecian
influencias de agrupaciones como Nazareth o Led Zeppelin.
2. One For The Road. Las
guitarras hipnóticas nos adentraban en “Rocka Rolla” a través de esta canción
lenta y seductora en sus versos que termina ganando en intensidad en cada nuevo
estribillo que nos ofrece. Como ya he comentado, no muestra todavía el “gen
Judas”, pero ofrece algunos elementos que con el tiempo se convertirían en
imprescindibles. El solo de guitarra siempre me ha parecido de una factura
enorme.
3. Never Satisfied.
Aunque originalmente había incluido en esta lista “Run Of The Mill”, finalmente
me he decantado por “Never Satisfied”, una canción que Rob Halford borda con
ese registro todavía juvenil y que pronto se convertiría en uno de los más
queridos en el mundo del Metal. Su ritmo serpenteante debe mucho al bajo de Ian
Hill, que goza de una mayor presencia en esta pista, golpeando desde atrás
mientras las guitarras le acompañan con un riff lineal. Como curiosidad cabe
citar que esta, junto al tema título, es la pieza que el quinteto más ha tocado
en vivo, siendo rescatada por Halford en su etapa en solitario y,
posteriormente, en el “Epitaph Tour”.
4. Diamonds And Rust. Aunque
la banda surgió con la premisa de centrar su repertorio en canciones propias,
llama la atención el hecho de que uno de sus primeros éxitos fue su
archiconocida versión de este hit de Joan Baez que data de las sesiones
de grabación de “Sad Wings Of Destiny”, pero que ha sido incluido en
posteriores remasterizaciones tanto en “Rocka Rolla” como en “Sin After Sin”
(en el primer encontramos la versión original). Además del excelente trabajo
instrumental de la banda, aquí hay que deshacerse en elogios hacia la
mastodóntica interpretación de Halford, quien juega a placer con sus diferentes
registros.
SAD WINGS OF DESTINY (1976)
El primer golpe realmente
serio del grupo se produciría dos años después. El 23 de marzo de 1976, y
todavía bajo el amparo de Gull Records, veía la luz “Sad Wings Of Destiny”, uno
de los álbumes más queridos del grupo y, a nivel de ventas, el primer pelotazo
de la banda. La mayor parte de las canciones procedían de las sesiones de
grabación de “Rocka Rolla”, pero no habían sido incluidas en dicho LP por
decisión unánime del productor Rodger Bain, quien no fue invitado a participar
en este nuevo lanzamiento. También hay tres canciones, concretamente “The
Ripper”, “Prelude” y “Epitaph” que fueron compuestas por Tipton mucho antes de
unirse a Judas Priest.
Antes de comenzar a
grabar el LP, el batería John Hinch fue expulsado del grupo debido al
sentimiento general de sus compañeros de que necesitaban traer a alguien más
dinámico y menos conformista (en sus memorias Halford habla sobre la falta de
atrevimiento de su ex compañero en Hiroshima a probar cosas nuevas tras su
kit). Alan Moore fue elegido como su relevo.
Otro elemento a resaltar
es su icónica portada, con ese atormentado ángel presentado en primer plano,
rodeado de llamaradas y portando un collar con forma de tridente que terminaría
por convertirse en el logo identificativo del grupo.
5. Victim Of Changes. Es el
turno de una de las canciones más grandes de Judas Priest y del Metal en
general. “Sad Wings Of Destiny” abría fuego por todo lo alto gracias a esta
épica composición de casi ocho minutos de extensión marcada por sus aplastantes
guitarras, los cambios de ritmo constantes y, por supuestísimo, un Rob Halford
absolutamente desatado desde el principio, cambiando de registros
constantemente hasta llegar a ese inolvidable final en el que, tras un
interludio atmosférico de lo más bello, se abalanza sobre el oyente con uno de
sus agudos más demoledores. Aprovecho aquí para reivindicar la versión en vivo
que la banda se marcó en la celebración del 30 aniversario del “British Steel”
que quedó filmada y que, para mí, es absolutamente insuperable. A nivel
histórico, cabe añadir la curiosidad de que “Victim Of Changes” nace de la
fusión de dos composiciones; por un lado “Whiskey Woman”, que fue compuesta por
Al Atkins y K.K. durante los primeros años de existencia de la banda, y “Red
Light Lady”, que fue escrita por Rob Halford cuando este militaba en Hiroshima.
6. The Ripper. Parecía
imposible mantener el listón tan alto tras semejante cañonazo, pero, como he
dicho, “Sad Wings Of Destiny” es una obra perfecta. Las guitarras de Tipton y
Downing nos ponen los pelos de punta desde el inicio con un escalofriante
punteo que nos adentra en la macabra “The Ripper”, una imponente pieza sobre
Jack el Destripador engancha desde la primera nota y que nos muestra la faceta
más dramática de Rob Halford, un amante declarado del teatro, quien encarna con
maestría a este sanguinario asesino. El agudo final es de los que te dejan sin
aliento.
7. Dreamer Deceiver/Deceiver.
Vale, reconozco que aquí he hecho un poco de trampa ya que he unido dos
canciones. Pero es que, sinceramente, no puede entenderse “Dreamer Deceiver”
sin la posterior “Deceiver”. La primera es un baladón atemporal donde los
arpegios de ambas guitarras dibujan una línea instrumental perfecta para que
Rob nos deje de piedra con una exhibición tras el micrófono donde hay hueco
tanto para las notas más graves de esos primeros versos, como para un par de
esos agudos que tanto nos gustan y que encontramos en su segunda mitad. Tras un
solo cargado de sentimiento por parte de Tipton (¿alguien se atreve a no
incluirlo entre los mejores guitarristas de la historia?), este se fabrica un
poderosísimo riff con el que se inicia “Deceiver”, uno de los primeros
acercamientos al Heavy Metal del quinteto en el que, ahora sí, encontramos una
versión más cercana a los Judas Priest más reconocibles. Al final, las
guitarras acústicas de “Dreamer Deceiver” cierran la canción, demostrando la
conexión que existe entre ambas.
8. Tyrant. Mi último
rescate de este maravilloso LP es “Tyrant”, otro número Heavy surgido a partir
de un riff desafiante y de un desatado Halford que canta con un plus de
rebeldía. Me encanta el tono grave de los coros (parece como si cantaran con
desgana) y que contrasta con esos tonos más punzantes de Rob. Palabras mayores
para ese duelo de solos entre Ken y Glenn, quienes terminan uniendo fuerzas en
una sección de guitarras gemelas que, a buen seguro, influyó en las bandas que
estarían por llegar.
SIN AFTER SIN (1977)
El buen número de ventas
que había obtenido “Sad Wings Of Destinty” les permitió que a su mesa llegara
un suculento contrato de CBS Records para hacerse con sus servicios. Sin
pensarlo demasiado, la banda dio el “sí” a la oferta y renunció a Gull Records.
Para desgracia del grupo, este último se quedó con los derechos de “Rocka
Rolla” y “Sad Wings Of Destiny”, impidiendo a la banda poder cobrar las
regalías e ingresos de ventas de ambas obras.
Ya bajo el amparo de CBS,
y con una financiación más decente, la banda entró de nuevo al estudio en 1977
para grabar el que sería su tercer álbum de estudio. Inspirado por un fragmento
de la letra de “Genocide”, la obra adoptó el título de “Sin After Sin”. Otro
beneficio que obtuvieron por cambiar de sello fue el hecho de que tuvieron a su
disposición a Roger Glover (Deep Purple), una eminencia del Rock tanto por sus
dotes como bajista como por su enorme labor como productor, quien hace una
labor más que destacable tras la mesa de mezclas a lo largo de todo el disco.
Siguiendo la estela de
“Sad Wings”, la banda opta por continuar en su proceso de encrudecer su sonido,
incluyendo cada vez más pistas de doble pedal (el grupoo incorporaría a Simon
Phillips como nuevo batería con solo 19 años de edad) y unas pistas de guitarra
y bajo cada vez más dinámicas. La portada, como en la obra previa, nos muestra
una imagen con tonos góticos en la que un mausoleo cargado de diversos adornos
se convierte en el protagonista absoluto de la imagen. Culpa de ese guiño a lo
gótico también recae sobre el logo que John Pasche había creado para “Sad
Wings” y que CBS terminó por comprar.
A nivel ventas, fue el
primer disco de la banda en entrar en las listas de éxitos británicas (llegaron
al número 23), así como lograron un elevado número de ventas en otros puntos de
la geografía planetaria como Australia o Suecia. En 1989 terminaría convirtiéndose
en Disco de Oro.
9. Sinner. La evolución
sonora de Judas Priest queda plasmada desde la inicial “Sinner”, un clasicazo
de la banda que sigue estando presente en los repertorios del grupo y que nos
ofrece un ritmo infeccioso. Otro elemento donde se observa un cambio notorio es
en la voz de Halford, que suena más agresiva y rasposa que en los álbumes
previos, adaptándose perfectamente al sonido distorsionado de las guitarras y
al ritmo veloz de la batería. Uno de los momentos más memorables de esta
canción es ese puente que se va volviendo cada vez más agudo hasta derivar en
un estribillo simple pero inolvidable. Sin embargo, no hay que obviar otros
elementos sobresalientes como el extenso solo que firma aquí K.K. Downing,
donde crea una atmósfera macabra con su tremolo y que me sirve, además, de
excusa para reivindicar la grandeza del rubio.
10. Starbreaker. Una de
mis canciones predilectas de esta etapa del grupo por su excelente riff
principal y por ese estribillo tan pegadizo que Halford borda. Para aquellos
que no la conozcan, estamos ante una composición más lineal (aunque tiene un
buen interludio) y festiva que cuenta, por si fuera poco, con un gran solo de
guitarra cortesía de ambas hachas.
11. Let Us Prey/Call For The Priest. En
sus memorias, Rob Halford habla de la influencia que Freddie Mercury y Queen
tuvieron en su desarrollo como músico. Y es que no se puede negar que “Let Us
Prey”, que es la primera parte de esta canción fragmentada, podía haber sido
compuesta por Freddie y compañía (ese primer minuto coral y progresivo parece
sacado de los primeros Queen). Obviamente, “Call For The Priest” da un giro de
180 grados a la composición y nos trae de vuelta la versión más incisiva del
grupo, con un ritmo espídico que recuerda al de la ya mencionada “Tyrant”.
12. Race With The Devil (version de The Gun). Dado el éxito que habían obtenido con “Diamonds And Rust”, no era de extrañar que la banda se aventurara con otro cover. En esta ocasión, el quinteto decidió regrabar el único éxito que nos dejó el power trío The Gun. Halford aquí está pletórico, cantando con furia mientras la guitarra de Tipton nos regala ese característico punteo principal que tan famosa hizo a esta canción. Aunque al parecer esta grabación data de las sesiones de grabación del “Stained Class”, fue incluida en la reedición de “Sin After Sin” de 2001, por lo que la he ubicado en este lugar.
STAINED CLASS (1978)
Podría afirmarse que el
año 1978 fue uno de los más productivos en la carrera de Judas Priest.
Aprovechando el reciente aumento de su popularidad gracias a sus dos obras más
recientes, los británicos tomaron la decisión de comenzar a dar forma a un
número extenso de composiciones que pronto darían para conformar dos álbumes de
muchísimo nivel.
Tras el final de la gira
promocional de “Sin After Sin”, la banda regresó a Londres y, bajo la
producción de Dennis MacKay, comenzó a grabar un total de ocho composiciones
propias, así como un cover de Spooky Tooth que terminaron por conformar
“Stained Class”. Poco antes de iniciarse las sesiones de grabación el bueno de
Les Binks se convirtió en el nuevo batería del grupo.
Con esta obra puede
decirse que la banda se acerca como nunca antes al Heavy Metal, firmando uno de
los primeros, y más importantes álbumes, de la llamada New Wave Of British
Heavy Metal, ese movimiento musical que revolucionó y reescribió por completo el
género. Es en este momento cuando la lírica de la banda mejora notoriamente,
abarcando temáticas con trasfondo ocultista, pero también de ciencia ficción y
futuristas. Precisamente, este último tópico fue el que inspiraría al afamado
director artístico Roslav Szaybo, para crear la celebérrima cabeza metálica que
protagonizaría la portada del disco.
Estamos ante un álbum
perfecto y cargado de canciones poderosas que terminaron convirtiéndose en
clásicos instantáneos del grupo. Cabe señalar que, desde su publicación, el 10
de febrero de 1978, el disco golpeó fuerte en los diferentes mercados,
alcanzando el puesto 27 en el UK Albums Charts y, por primera vez, logró
ingresar en el Billboard 200 americano.
13. Exciter. No catalogar
este tema como uno de los precursores del Speed Metal me parece un absoluto
pegado. Ese desafiante ritmo de doble pedal de Les Binks al que pronto se le
unen ambas guitarras y un chulesco Rob Halford soltando agudos a mansalva sentó
cátedra en aquellos tiempos. Tras un solo de categoría por parte de Tipton, me
encanta la entrada de esa especie de interludio cantado a varias voces que dice
eso de “For everyone you'll never see him, but you will taste the fire upon
your tongue”.
14. Better By You, Better By Me. Además de ser
una notable versión del hit de Sppoky Tooth, lo cierto es que hubiera sido un
error imperdonable pasar por alto una de las canciones más polémicas en la
historia del grupo y por la cual, de manera injusta, terminaron siendo llevados
a juicio en 1990. Resulta que la banda fue acusada de incitar al suicidio a
través de presuntos mensajes subliminales en su versión de este número que,
según se alegó, habían incitado a dos jóvenes a intentar suicidarse. Finalmente,
y no sin que la banda tuviera que comparecer en los juzgados (Halford, con un
tono muy sarcástico, argumentó, que si hubieran podido incluir mensajes
subliminales en sus canciones, seguro que hubieran intentando usar alguno para
vender más discos), Judas Priest fue absuelto, ya que se determinó que los
jóvenes estaban más influenciados por su entorno, incluyendo drogas y problemas
familiares que por una inofensiva versión (¡recordemos que ni siquiera era una
canción de los británicos!). Con la reputación recuperada en su totalidad, el
quinteto pudo retomar la gira promocional de “Painkiller”.
15. Saints In Hell. Uno
de los cortes más guitarreros y áridos de “Stained Class” que se presenta al
mundo como un monstruo metálico cargado de distorsión en el que ambas guitarras
golpean con fuerza desde el primer segundo mientras Rob Halford hará las
delicias de los amantes de los agudos con un despliegue de altísimo nivel que
recuerda a “Victim Of Changes”, pero con esa sección tan peculiar e innovadora
que se presenta en el puente-estribillo de esta canción, en la que su voz es
doblada y dotada de algunos efectos que le dan mayor dramatismo al resultado
final. En su segunda mitad, Tipton se lanzará a la yugular del oyente con un
punzante solo de guitarra que, depende del día, suelo ubicarlo entre mis
preferidos de toda su trayectoria.
16. Beyond The Realms Of Death. La
balada por excelencia de estos británicos es un sobrecogedor canto de
desesperanza hacia la inminente llegada de la muerte contada por un enfermo
encamado que se despide de su familia y del cruel mundo en el que le tocó
vivir. La interpretación de Halford aquí es incalificable, combinando un
registro más solemne y doloroso en sus versos melódicos con unos agudos
lanzados a quemarropa en ese enfurecido estribillo. La guinda al pastel la
pondrá Glenn Tipton, quien firma aquí, probablemente, el mejor solo de toda su
carrera, junto al de “Painkiller” y “A Touch Of Evil”, moviéndose durante más
de un minuto con un gusto exquisito, haciendo llorar a su guitarra y a todo
oyente que ha caído en su hechizo. Ojalá algún día el mundo reconozca como
merece el legado de Glenn.
KILLING MACHINE (1978)
Apenas unos meses después
de “Stained Class”, vio la luz "Killing Machine", un álbum algo
diferente a su predecesor en el que, sin renunciar al Metal británico que tan
buenos resultados les había otorgado en el LP previo, la banda comenzó a
introducir diferentes elementos algo más comerciales para acercar su sonido a
un público estándar.
Sin ser la obra cumbre de
los británicos, esta fue clave en el asentamiento cultural de Heavy Metal, no
solamente por el gran número de canciones de alto nivel que contiene, sino
porque supuso la introducción de la estética que ha llegado a definir al género:
ropa de cuero, tachuelas y otros accesorios que indiscutiblemente tuvieron su
origen en Rob Halford y sus compañeros. Ya en “Stained Class”, ciertamente,
algunas fotos promocionales mostraban a la banda ataviada con prendas de cuero,
pero es realmente en “Killing Machine” donde este giro estético termina
imponiéndose y haciéndose manifiesto desde su amenazante portada.
Así pues, en la segunda
mitad de 1978 vería la luz este LP, con la particularidad de que en el mercado
estadounidense se editó bajo el título de “Hell Bent For Leather” debido a una
extraña decisión de Columbia Records, sello que consideró que “Killing Machine”
tenía “connotaciones asesinas”.
17. Delivering The Goods.
Como una tormenta que se avecina, las guitarras comienzan a serpentear
lentamente, anunciando la entrada de este maravilloso opener de Heavy
ochentero. Aquí hay que destacar la factoría de riffs que Ken y Glenn van
sacando a relucir con el paso de los segundos, así como el papelón de nuestro
querido Rob Halford, quien se encontraba en uno de los mejores momentos vocales
de su vida (¡qué manera de combinar chulería y potencia!). Honor también al
solo del maestro Tipton en su segunda mitad.
18. Hell Bent For Leather.
Turno de uno de los grandes himnos del “sacerdote”. Esta pieza que en nuestro
idioma se traduciría como "El infierno se inclina por el cuero" solo
necesita dos minutos y cuarenta segundos para impresionarnos con su explosivo
Heavy Metal de carretera. Sobre un celebérrimo riff creado por la dupla
Downing-Tipton, Halford se desgañita tras el micrófono con una interpretación
potente y asfixiante que da lugar a uno de los estribillos más perfectos de la
historia y que, a nivel interpretativo, siempre me ha recordado al de “Breaking
The Law”. El solo de tapping que ejecuta Tipton, y que parece una especie de
guiño al eterno Eddie Van Halen, pone la guinda a este clásico atemporal.
19. The Green Manalishi (With the Two-Prong Crown). Cual
Rey Midas, puede decirse que Judas Priest desarrollaron la envidiable habilidad
para convertir en oro las versiones que grababan de otros artistas. Este cover
del popular tema de Fleetwood Mac tuvo una calurosa acogida desde el
momento en que vio la luz, convirtiéndose en una pieza imprescindible en los
repertorios del grupo. Halford nos hipnotiza con su sugerente voz mientras las
guitarras y el bajo lo acompañan con ese martilleante riff muteado.
20. Evil Fantasies. El
hecho de que esta canción figure en el disco se debe a un capricho mío, pero es
que, si me lo permiten, esta nos ofrece una de mis interpretaciones preferidas
de Rob Halford, quien se desgañita con rabia en ese antológico estribillo que
nunca he sido capaz de quitarme de la cabeza ("You give me evil
fantasies…I wanna get inside your mind"). Además, la canción tiene un
ritmo lento y serpenteante que enamora a cualquiera, con un sobresaliente
trabajo de Glenn Tipton, quien se mide en un pequeño duelo voz-guitarra con
Halford.
BRITISH STEEL (1980)
El éxito que la banda
acababa de lograr gracias a “Stained Class” y “Killing Machine” fue aprovechado
por el grupo para editar un álbum en vivo espectacular como “Unleashed In The
East” (probablemente su mejor live album). La banda quedó tan satisfecha
con la calidad sonora de este, que volvió a contar con Tom Allon como productor
para la que sería su próxima obra, la cual se grabó en los Starling Studios
cuyo dueño es Ringo Starr. Nuevamente, la banda cambia de batería tras el
abandono de Les Binks. En su lugar, la banda incorpora a Dave Holland, un
músico de una categoría superior (junto a Scott Travis, tal vez los mejores
“rompeparches” que ha tenido el grupo), cuya reputación se vio gravemente
afectada años más tarde tras tener problemas muy serios con la ley.
El 14 de abril de 1980
puede considerarse como uno de los más grandes en la historia del Heavy Metal.
Ese mismo día se produjo el lanzamiento de dos obras históricas: el debut
homónimo de unos prometedores Iron Maiden y el antológico "British
Steel" de nuestros protagonistas. Una obra absolutamente perfecta y con
una diversidad de propuestas sonoras que, como cabía esperar, fue un rotundo
éxito (número 4 en las listas británicas y número 34 en Billboard).
Palabras mayores para la
celebérrima portada de Rozslav Szyabo, la cual muestra una mano que sujeta una
cuchilla sin cortarse. Según Halford el no haber sangre podría simbolizar que
el Heavy Metal podría ser afilado pero “no causaba daño alguno”. De manera
indirecta, la imagen también presenta un mensaje de carácter más social, donde
manifiestan su apoyo hacia la empresa de cuchillas de afeitar British Steel, en
la cual el propio Glenn Tipton trabajó y que, por aquellos tiempos había
sufrido grandes despidos de trabajadores debido a las reformas liberales de la
Thatcher. Es una de las portadas por excelencia en el Metal.
21. Breaking The Law. Un
himno indiscutible del Heavy Metal que, obviamente, no necesita descripción
alguna. Partiendo de un riff de culto, la banda se marca una pieza tan
accesible como malintencionada, con ese estribillo machacón y tremendamente
coral que todos hemos repetido hasta la saciedad. ¿Y qué decir del videoclip
promocional? Pocas veces Judas Priest entran a un banco a robar y, en vez de
coger la pasta, se llevan un disco de oro.
22. Rapid Fire. El tema que
realmente inicia “British Steel” y que, desde las primeras de cambio, impone un
ritmo más cercano al Speed Metal que al Heavy clásico. Halford se desgañita con
una voz que golpea como un rayo, optando por un registro más quebrado. Sin la
existencia de un solo como tal, el trabajo rítmico de Tipton y Downing es
trepidante de inicio a fin, introduciendo un riff particularmente épico en su
intermedio. Con semejante opener, es normal que estemos ante un LP
legendario.
23. Metal Gods. Otro
clasicazo del grupo que hoy día sigue sonando igual de potente en directo que
en antaño. Con un ritmo más denso que siempre me ha retrotraído a los Accept de
Udo, nos golpean con una pista rítmica martilleante y que solamente se toma un
respiro en ese estribillo coral que todos conocemos.
24. United. El que para
muchos es el peor tema de “British Steel” también es considerado imprescindible
para otros. Desde luego, es más que llamativa su transición de unos versos que
rebozan chulería a un estribillo melódico y hasta pomposo que, como cabía
esperar, ha terminado convirtiéndose en uno de los más recordados de su
trayectoria. Lo mejor, en todo caso, es su reivindicativa letra en la que se
pide la unidad de todo el proletariado para alzarse contra Margaret Thatcher y
las clases altas.
25. Living After Midnight.
Si hay una canción festiva dentro Heavy Metal, esa es la archiconocida “Living
After Midnight”, pieza que tantas bandas han versionado y que, como no podía
ser de otra forma, no puede faltar en los repertorios del grupo. Riffs
sencillos, coros omnipresentes y un estribillo que desde la primera escucha se
graba a fuego en tu mente.
POINT OF ENTRY (1981)
En 1981, y con un
panorama de lo más prometedor tras el éxito mundial de “British Steel”, la
banda comete un grave error en su dirección sonora. Y es que, en lugar de
continuar con la evolución musical que se vio en "British Steel", con
esa renovación del Heavy Metal de los años setenta hacia un estilo más
agresivo, decidieron suavizar su sonido hacia un Hard-Rock pomposo y
extremadamente comercial por puro capricho de su discográfica, la cual quería
que el nombre de Judas Priest terminara por consagrarse en Estados Unidos.
Con un presupuesto
bajísimo y cierta apatía, la banda se desplazó hasta Ibiza para grabar su nueva
obra, al mismo tiempo que disfrutaban en un entorno paradisiaco y con una
sugerente vida nocturna. Fueron unas sesiones de grabación algo desconcertantes
ya que, a diferencia de cualquier obra previa, el grupo llegó al estudio sin
algún tipo de composición, lo cual se tradujo en una mayor improvisación y la
ausencia de ideas más pulidas. Si a este panorama le sumamos la horrible
portada creada por su fiel Roslav Szaybo, creo que el panorama no invitaba al
optimismo. Aunque esconde varias canciones notables, lo cierto es que es una
obra difusa y en la que cuesta encontrar la esencia sonora de nuestro quinteto.
Afortunadamente, la cosa cambiaría poco tiempo después… .
26. Heading Out To The
Highway. Pese a la apertura comercial de “Point Of Entry”, “Heading Out To The
Highway”, segundo single del disco, es una de las pocas piezas que rezuma algo
de Metal y que, como sabrán, ha sobrevivido al paso del tiempo y ha seguido
estando presente en los repertorios más contemporáneos de la banda. Las
guitarras y el poderío vocal de Halford nos confirman que estamos ante un tema
de Metal ochentero de lo más disfrutable que, además, nos obsequia con uno de
los grandes estribillos en la carrera de estos británicos y un no menos
interesante solo de guitarra. Cabe añadir aquí el dato de que este fue el
primer tema de la banda en entrar en las listas de éxito americanos.
27. Hot Rockin’. El tema
con más mordiente de todo “Point Of Entry” y, para mí, una joyita olvidada
dentro del catálogo del grupo. Metal veloz y punzante que encuentra en la voz
rota de Rob el mejor aliado posible. El estribillo recupera la agresividad de
“Breaking The Law” o “Hell Bent For Leather” que por aquellos tiempos se creía
perdida, grabándose a fuego en tu sesera.
Sin ser ni mucho menos el mejor de su carrera, no debes ignorar el
notable solo de guitarra que esta pista esconde.
28. Desert Plains. Una de
las canciones que más sonó en directo durante la década de los ochenta contiene
una de las pistas de batería más atípicas en la trayectoria de Dave Holland,
quien se marca un ritmo de lo más intrincado en su kit para acompañar al
omnipresente bajo de Ian Hill. Es una pieza mucho más comercial que las otras
dos que aquí he rescatado del “Point Of Entry”, pero no por ello me parece
menos disfrutable.
El batacazo comercial y
compositivo de “Point Of Entry” sirvió para que el grupo reordenara su mente y,
dejando de lado las sugerencias de su discográfica, volvieran a enfundarse sus
chupas de cuero y apostaran nuevamente por el Heavy Metal que tan grandes les
había hecho en tan poco tiempo.
Nuevamente, la expedición
puso rumbo a Ibiza con la mente únicamente centrada en parir una obra que
acallara a los críticos y a aquellos que predicaban por ahí que el “Sacerdote”
se “había vendido” a la música de masas. Cinco meses de duro trabajo hicieron
posible que “Screaming For Vengeance” llegara a nuestras vidas y, en cuestión
de semanas, se convirtiera en una de las grandes joyas discográficas del grupo.
“Point Of Entry” aspiraba
a conquistar Estados Unidos con un Hard-Rock edulcorado y fracaso. En cambio,
“Screaming For Vengeance”, que sí sonaba 100% a Judas Priest, les abrió
definitivamente las puertas de Norteamérica (no hay más que ver su icónica
aparición en el US Festival de 1983).
¿Y qué decir de su
portada icónica? Este diseño de Doug Johnson alejó las malas críticas que la
ilustración de “Point Of Entry” había despertado y nos presentó a The Hellion,
un ave metálica y llena de armas que, según nos revela la descripción que aparece
en la contraportada del LP, llega al mundo a clamar venganza.
29. The Hellion/Electric
Eye. Para empezar tenenos la obertura de 45 segundos conocida entre los
mortales como “The Hellion”, en el que ambas guitarras se unen con un punteo
épico que, poco tiempo después, termina tornándose en el inconfundible y
apocalíptico riffs principal de “Electric Eye”, uno de los himnos por
excelencia del “Sacerdote”, así como una de mis predilectas. La amplitud de
registros de Rob sale a relucir con esos versos iniciales más graves que van
elevando su tono hasta ponernos los pelos de punta al soltarnos ese “I’m Made
Of Metal” que ha terminado por convertirse en una especie de mantra del grupo.
Un nuevo duelo de hachas entre Tipton y Downing terminará por volarnos la
cabeza y dejarnos saciados desde la primera canción de este auténtico discazo.
Cabe añadir aquí el dato de que su letra está inspirada en el “Gran Hermano” de
la aclamada novela 1984 de George Orwell. El “ojo eléctrico” que
menciona la letra alude a los sofisticados sistemas de vigilancia que el
escritor presentó en un tono profético y que, como sabemos, han terminado por
surgir y por controlarnos.
30. Riding On The Wind.
La potencia atronadora de esta canción siempre me ha hecho recordar a los
primeros Motörhead, pero con esos agudos infernales e inconfundibles de Halford
que en esta canción son omnipresentes. Holland hace un papelón tras su kit, así
como ambos guitarristas, quienes nos ofrecerán una pequeña masterclass de
cómo se debe usar el tremolo. Probablemente, y aunque no sea una canción que
pueda considerarse hit dentro de la discografía de la banda, sí creo que
sirvió de inspiración para algunas piezas del posterior “Defenders Of The
Faith” (véase “Freewheel Burning” o “Jawbreaker”).
31. Screaming For
Vengeance. Es la hora de reencontrarnos con la velocidad y la versión más bruta
de los Judas Priest. El tema que dio nombre a este histórico álbum también es
uno de los más demenciales de su catálogo. Halford expulsa toda su rabia a
través de sus impecables screams (los gritos de fondo que incluyeron en
los estribillos duplican la epicidad del número) a la par que las guitarras
vuelan con una base rítmica de primera categoría, una batalla de vibrantes
solos y con una sección de guitarras gemelas asombrosa. Los Judas haciendo lo
mejor que saben hacer: poner el mundo a sus pies.
32. You’ve Got Another Thing Comin`. ¿Se
imaginan que no la hubiera incluido? Tal vez la única canción que pueda
equipararse en términos de reconocimiento popular a “Breaking The Law”,
“Painkiller” y “Metal Gods” es “You’ve Got Another Thing Comin’”, una
composición que demuestra una vez más que las composiciones más simples llegan
con más facilidad a las masas que aquellas que son más ambiciosas. Y es que su
estructura sonora no puede ser más simplona. Sin embargo, el feeling que
emerge tanto de la instrumentación como de esas líneas vocales que Rob
introduce tanto en los juguetones versos como en ese estribillo más directo, la
hacen un clasicazo inmortal.
33. Devil’s Child. Me
permito aquí el lujo de incluir un número que recientemente el grupo ha
recuperado durante la gira promocional de “Invincible Shield” y que, desde que
soy pequeño, siempre tuvo un huequito en mi Metal Heart (un abrazo a los
fans de Accept que me leen). Esta pieza fue la encargada de cerrar el
“Screaming For Vengeance” apostando por un Hard-Rock festivo y contagioso que
siempre me recordó a mis queridos AC/DC y a “High ‘N’ Dry (Saturday Night”, uno
de los primeros clásicos de Def Leppard. Ese puente coral (“Eat my diamonds!”)
funciona a las mil maravillas, como también lo hace su cálido estribillo.
DEFENDERS OF THE FAITH (1984)
Si “Screaming For
Vengeance” les había permitido conquistar Norteamérica alcanzando el número 17
en Billboard y obteniendo grandes ingresos en el extenso tour que realizaron
ese mismo año, la banda lo tenía claro: había que repetir, o intensificar, la
fuerza decibélica de su predecesor, pero sin por ello renunciar a esos
estribillos tan contagiosos e infalibles en directo que predominaban en este.
Así fue como nació “Defenders Of The Faith”, otra obra absolutamente PERFECTA
que contiene un elevado número de grandes clásicos y que nos muestra a una
banda en el cénit de su carrera.
De hecho, este nuevo
álbum logró en poco tiempo escalar hasta el puesto número 18 en Billboard (uno
menos que su predecesor), confirmando el dulce momento en que los británicos se
encontraban. Hubo quienes se atrevieron a “despellejar” este LP por carecer de
singles con tintes radiofónicos, pero ya se sabe que hay gente para todo.
34. Freewheel Burning. Siguiendo la premisa de
que todo álbum de Judas Priest debe iniciarse con una canción que deje sin
palabras al oyente, “Freewheel Burning” rompía con dos años de espera
volándonos la cabeza con una pieza incendiaria en el que Halford saca a relucir
sus mejores agudos para escupir cada corrosivo verso de esta canción, mientras
la dupla de hachas se encargarán de emocionar a los amantes de la técnica con
un monstruoso duelo de solos que siempre ubicaré entre mis predilectos de toda
su discografía. No hay palabras para ese giro rítmico que se inicia poco antes
de llegar a la mitad del número, en el que la velocidad crece aún más para que
Halford se acelere también hasta alcanzar una velocidad de vocalización
inhumana. TEMAZO.
35. Jawbreaker. Es
escuchar ese inicial “Deadly as the Viper, peering from its coil, the poison
there is coming to the boil” que Halford canta sin algún tipo de piedad para
saber que estamos ante otro número de culto de los británicos. Aquí el cantante
hace lo que le viene en gana con su voz, elevando sus agudos al máximo de sus
posibilidades en un estribillo que va directo al grano (¡ojo a ese último
grito!). El solo tiene un poco más de shreds de lo habitual, poniendo una vez
más de manifiesto el envidiable estado de forma en el que Tipton y Downing se
encontraban por aquellos tiempos.
36. The Sentinel.
Probablemente la mejor canción de “Defenders Of The Faith” y una de las
creaciones más bestiales del quinteto en sus más de cinco décadas de historia.
Desde esa introducción de guitarras solemne que precede al más absoluto caos,
hasta la interpretación incendiaria de Rob Halford al micrófono (una de las
mejores interpretaciones de su carrera, sin duda alguna) con esos hirientes
agudos que escupe tanto en el puente como en el estribillo, la convierten en
una de las canciones que nunca falta en un Top 10 del grupo. Tras escucharla
uno solamente puede levantarse y aplaudir.
37. Love Bites. Me
encanta la frescura que esta canción aportó al disco, tornándose como un número
más digerible y comercial que el resto que parecía anunciar el giro sonoro que
la banda estaba cerca de experimentar. Sin embargo, y pese a su tono más
radiofónico, fue una canción que en seguida obtuvo el beneplácito de los
seguidores. Y es que resulta realmente complicado no dejarse llevar por su
constante in crescendo y corear a los cuatro vientos eso de “in the dead
on night ...Love Bites”. Además, me declaro adicto al punteo ochentero que las
guitarras introducen a mitad de canción y que se mantendrá constante hasta el
final.
TURBO (1986)
Después del éxito de sus
dos últimos LPs, y movidos por una ambición desmedida, Judas Priest grabó
inicialmente un álbum doble que iba a llevar por título “Twin Turbos”, con una
mitad conformada por temas de Heavy Metal agresivo y la otra más comercial. Sin
embargo, esta idea fue descartada por su sello y se optó por salvar, en mayor
parte, las canciones con tintes más comerciales para concentrarlas en el que
sería su próximo LP. “Turbo”, como ya sucediera con el infame “Point Of Entry”,
se adentra nuevamente en unos terrenos más hardrockeros, recuperando los
teclados y cierto sentimiento más popero que, eso sí, funcionó mucho mejor que
aquel irregular álbum. La temática de las letras también evoluciona, dejando a
un lado la Ciencia Ficción para centrarse en tópicos más relacionados con el
amor.
Antes de su publicación
cabe señalar que la banda se tomó un hiato de más de un año de extensión (a
excepción de su breve aparición en el Live Aid), siendo este el primero
realmente prolongado hasta aquella fecha. Fue este momento cuando Rob Halford
inicia su descenso a los infiernos de la mano de las drogas y del trágico
suicidio de su pareja hasta aquel momento. Durante varios meses, el cantante
decidió rehabilitarse y recibir ayuda de especialistas. Afortunadamente,
Halford estuvo pronto recuperado y con la garganta preparada para volver a
darlo todo en la grabación de “Turbo”.
A nivel comercial, el
álbum fue un auténtico éxito. En pocos meses fue certificado Oro y Platino, así
como ocupó puestos de honor en las listas de álbumes británica y estadounidense
(33 y 17 respectivamente). Además, y aprovechando el enorme auge que la MTV
estaba experimentando en esta época, la banda filmó dos videoclips bastante
curiosos para “Turbo Lover” y “Locked In” que gozaron de gran presencia en
dicho canal de televisión.
38. Turbo Lover. Uno de los
primeros temas que levantó ampollas entre sus fans terminó convirtiéndose con
el paso de las décadas en un inamovible de su repertorio durante varias
décadas. Y es que, si bien esos teclados omnipresentes rompían bastante con el
pasado Heavy de la banda, nunca he sido capaz de encontrar algún tipo de pega a
este corte. Las guitarras, aunque pierdan algo de protagonismo, van erigiendo
una base rítmica sólida sobre la que Halford nos va meciendo en los versos
para, pocos segundos después, y tras experimentar un in crescendo convincente,
elevarnos a los cielos con un estribillo memorable.
39. Locked In. Probablemente
este sea uno de los temas con mayores guiños al Rock Americano más comercial
que nos brindara esta banda. Con un feeling más festivo de lo habitual
el conjunto nos incita a pasar un buen rato y dejarnos la voz tanto en el
pegajoso puente como en ese estribillo algo más artificial. En un primer
momento iba a apostar aquí por “Private Property”, pero opté por “Locked In”
porque, a mi modo de ver, ilustra mejor el momento creativo por el que esta
banda estaba pasando. También me sirve de excusa para compartir el divertido
videoclip que grabaron para promocionar dicho tema (en los 80 los músicos se
prestaban a cada cosa…).
El tirón comercial de
“Turbo” convenció al grupo para grabar y lanzar “Priest…Live!”, su segundo
álbum en directo, el cual documenta con muchísima calidad el elevado nivel que
la banda mostró a lo largo del celebérrimo Fuel For Life Tour.
RAM IT DOWN (1988)
Como les contaba
anteriormente, Judas Priest había grabado un supuesto doble LP que iba a
llamarse “Twin Turbos” y que se dividía en dos mitades (una más comercial y
otra más movidita), pero que la discográfica había optado por lanzar solo
aquellas más radiofónicas bajo el título de “Turbo”. Entonces, ¿qué sucedió con
aquellas canciones más metaleras que habían quedado en el tintero? Dos años
después, el grupo recuperó aquellas composiciones y le añadió otro par de ideas
nuevas (entre ellas un peculiar cover del “Johnny B. Goode” de Chuck
Berry) para terminar conformando “Ram It Down”, una obra con un sonido fiel a
los Judas Priest más crudos donde es posible encontrar un par de canciones
altamente convincentes pero que, paradójicamente, fue crucificado por gran
parte de la crítica especializada, la cual, en líneas generales, lo describió
como un LP sin personalidad y que sonaba a refrito de ideas sobreexplotadas en
el pasada por la propia banda (PopMatters lo calificó de “autoparodia”).
40. Ram It Down. ¡Cómo se
les debió quedar la carita a aquellos que acusaron a Judas Priest de vendidos
cuando Halford escupe ese agudo inicial en “Ram It Down”! El homónimo tema nos
trae de vuelta a la banda en su faceta más visceral, recuperando el ritmo
frenético de cortes como “Freewheel Burning” o “Rapid Fire” y el salvajismo
vocal de Rob, con una producción aún más cruda y que cuenta, por si fuera poco,
con un estribillo de primerísimo nivel. Las aportaciones tanto en el plano
rítmico como solita de Tipton y Downing aquí es para mirarlas y paladearlas
lentamente (¡mucho ojo a ese duelo de solos que nos regalan!). Temazo de los
grandes.
41. Blood Red Skies. Si no
fuera por “Beyond The Realms Of Death”, hablaríamos de esta canción como la
Power Ballad por excelencia del grupo. Y es que este temazo cala hasta los
huesos gracias a esa descomunal interpretación de Rob Halford (entre sus
mejores interpretaciones sin duda), que nos canta con un plus de
dramatismo, incluyendo algunos de sus agudos más desgarradores, y de una
cambiante base instrumental que pasa de una introducción arpegiada y lenta a
una segunda parte más eléctrica y que parece sacada del “Turbo” con esa
producción de la batería.
PAINKILLER (1990)
Tras finalizar la gira
promocional de “Ram It Down”, la banda sufrió dos bajas importantes en sus
filas: Dave Holland anunció a sus compañeros su salida inminente del grupo
debido a diversos problemas familiares. Por otro lado, su fiel productor Tom
Allon, quien deseaba concentrarse en la creación de su propio sello, abandonó
también al conjunto.
Tan rápido como se enteró
de la salida de Holland, Halford habló con su amigo Jeff Martin, del grupo
Racer X, para tratar de convencer a su batería Scott Travis, un auténtico
maestro tras los parches, para que se uniera al grupo. Travis no tardó en enviar
una maqueta con grabaciones de tres temas de los propios Judas que convencieron
rápidamente a los músicos y le pidieron que se incorporara de inmediato a la
grabación de su próxima obra en los estudios franceses Miraval. Por su parte, Tom Allon fue sustituido por
otro productor de renombre como el ya fallecido Chris Tsangarides, quien desde
el primer momento trató de convencer al conjunto de que volvieran a recuperar
su mala hostia y dejaran a un lado la accesibilidad de “Turbo”. En ese sentido,
Scott Travis también tuvo gran parte de “culpa” de esta nueva transición
sonora, ya que era un batería con unas capacidades tras el doble pedal
absolutamente devastadoras.
“Painkiller” vio la luz a
principios de septiembre de 1990, convirtiéndose en una de las obras esenciales
en materia de Metal de la última década del Siglo XX. Su portada, elaborada
nuevamente por Mark Wilkinson (autor también de la imagen de “Ram It Down)
resucita al ángel de “Sad Wings Of Destiny” pero en una versión futurista y
robótica. Este nuevo personaje fue llamado The Painkiller y, como sabréis,
aparece montando una motocicleta con forma de dragón. Cabe señalar que el lanzamiento del LP se
demoró varios meses debido al ya citado juicio de la banda por, supuestamente,
haber incitado a dos jóvenes a suicidarse a través de mensajes ocultos tras
“Better By You, Better Than Me” (encontrarán toda la información más arriba).
42. Painkiller. Sin
piedad alguna Scott Travis golpea los tambores de guerra y los pedales del
infierno dando la bienvenida al mayor himno del Metal que nos dieron los años
90, al tema más jodidamente explosivo firmado por los Judas Priest. Hablamos de
la monumental “Painkiller”, en la que sobre una machacona base de guitarras y
la mencionada batería de Travis aparece un desatado Rob Halford desgañitándose
con el agudo más reconocible y corrosivo de la historia que desata sobre
nosotros el apocalipsis hecho música. Por si fuera poco, Glenn Tipton surge de
las tinieblas y se marca un aceleradísimo solo que suele frecuentar las listas
de grandes solos del Metal (¡ahí lo dejo!).
43. A Touch Of Evil. De
clasicazos va la cosa. No sé si podemos considerarla una “Power Ballad” (yo más
bien pienso que no), pero este depresivo número adorado por sus seguidores te
va atrapando gracias a la opresiva atmósfera que van creando tanto la batería
como el repetitivo riff de guitarra. Halford se muestra calmado en los versos,
saboreando cada nota y reservando su mejor scream, para ese final en el
que, después de que Tipton nos haya regalado un nuevo solo de primera
categoría, se nos abalance gritanod eso de “You’re possessing me!!!”.
44. All Guns Blazing. ¿Te
gustan los agudos de Halford? Pues permíteme presentarte este descomunal número
en el que desde el primer segundo serás embestido por sus superdotadas cuerdas
vocales. Como en el tema que da título al LP, podremos disfrutar de esa faceta
más eléctrica y cabreada de los británicos que tantas alegrías nos han dado.
Ojo al magnánimo solo de Tipton tras la guitarra. Es escuchar esos punteos y
preguntarme cómo el Metal no termina de reconocer realmente el legado de este
músico.
JUGULATOR (1992) Y DEMOLITION (2001)
Tras el final de triunfal gira de “Painkiller” la
banda sufriría otro contratiempo clave en su trayectoria. Debido al incremento
de las tensiones con sus compañeros y su deseo de explotar nuevos territorios
sonoros, Rob Halford anunció su abandona el grupo en mayo de 1992 para fundar
el proyecto Fight (¡recomendadísimo!). En principio se iba a tratar de un
pequeño hiato, pero la discográfica que iba a producir los álbumes de Fight
exigió al cantante a dejar del todo el grupo por motivos contractuales.
Es en este momento donde la banda, ausente de cantante, queda inactiva casi cuatro años hasta que, a mediados de 1995, el resto de componentes decidió seguir adelante con Judas Priest. Por ello reclutaron a un joven y capacitado Tim “Ripper” Owens, que en aquel momento tenía una banda tributo a Judas llamada British Steel. Fue junto a este cantante con quien grabarían dos álbumes de estudio que, por diversos motivos, han terminado cayendo en lo anecdótico (cosa que jamás entenderé). Y es que tanto en “Jugulator” (1996), como en Demolition (2001) la banda fue capaz, no solo de mantener su esencia sonora sino de apostar en algunos momentos por el Thrash Metal (el dominio del gutural por parte de Owens debía ser aprovechado). De hecho, es sabido que tanto Glenn Tipton como KK Downing bajaron para la afinación de sus guitarras a tonos más graves para grabar ambos LPs. Además, es necesario reivindicar aquí el buen hacer de “Ripper” en las posteriores giras con la banda, algo que podemos comprobar en el notable LP en vivo “’98 Live Meltdown” que lanzaron en 1998. A continuación, presento una composición de cada uno de estos álbumes, los cuales prometo rescatar en el Blog de manera extensa en un futuro no muy lejano.
45. Burn In Hell. La canción que más trascendido de
esta época por derecho propio. Metal oscuro, con algunas melodías thrashers en
su sección intermedia y que sirve como un excelente ejemplo para demostrar lo
infravalorado que siempre ha estado el bueno de Tim “Ripper” Owens, un
auténtico demonio vocal que lo mismo te hipnotiza con su voz más ronca, que te
deja helado con un agudo estremecedor. A alabar aquí el enorme trabajo de Scott
Travis tras la batería, encargándose de la compleja, pero efectiva, labor de
alterar los patrones rítmicos de la canción.
46. Hell Is Home. Probablemente mi canción preferida
de la “era-Owens” en Judas Priest, y eso que en términos estilísticos dista
bastante de la esencia sonora de la banda británica. Tras una introducción
acústica (me encantan las aportaciones de Ian Hill al bajo aquí), el
inspiradísimo riff pesado que introduce Tipton aquí cambia por completo el
devenir de la composición y nos acerca como nunca antes a dos subgéneros que en
aquel momento estaban en auge: El Industrial Metal y el Nu-Metal. La voz de
Owens aquí encaja a la perfección, mostrando su voz más rota, así como un par
de agudos que, por momentos, pueden recordar a los de Halford, guardando
siempre las distancias.
ANGEL OF RETRIBUTION (2004)
La división de opiniones acerca de ambos álbumes con
Tim Owens comenzó a para factura a una banda que comenzaba a perder importancia
dentro de la escena musical del momento. Por su parte, Rob Halford había
logrado firmar un buen puñado de álbumes mejor valorados por prensa tanto con
Fight como en Halford, su proyecto más personal y del que la prensa llegó a
decir que sonaba más a Judas Priest que “Jugulator” o “Demolition”. Sin
embargo, la nostalgia por los buenos tiempos, llevó al cantante a retomar el
contacto con sus antiguos compañeros, clavando en poco tiempo el hacha de
guerra y, para fortuna de sus seguidores, traducirse en el regreso de Rob al
quinteto.
Tras una gira de reunión que se alargó durante todo
2003, y con la maquinaria bien engrasada, el grupo decidió volver al estudio
para dar a luz a “Angel Of Retribution”, la primera obra en 15 años junto a
Halford. Con una lírica llena de referencias al pasado, un puñado de
composiciones de lo más gratas y una portada que por tercera vez incluye al
popular ángel de “Sad Wings Of Destiny” y “Painkiller” en su faceta metalizada.
A nivel de recepción, fue un álbum que, sin llegar al nivel de sus grandes
obras, obtuvo críticas positivas y alcanzó posiciones bastante altas en las
diferentes listas de éxitos (número 13 en Billboard, por ejemplo).
47. Judas Rising. ¡Qué manera de volver a la
carretera! Sobre una creciente melodía de guitarras, el inconfundible agudo del
maestro Halford emerge del infierno por primera vez en casi una década para
traernos de vuelta al “Sacerdote”. El doble pedal de Scott Travis no cesará su
ofensiva durante sus cuatro minutos de extensión, como tampoco esas guitarras
apocalípticas. Halford disfruta tras el micrófono, mascando cada sílaba de esos
versos martilleantes y elevando considerablemente su tono en un puente tremendamente
exigente. Temazo.
48. Deal With The Devil. Indiscutiblemente, uno de los
mejores acercamientos de la banda a su pasado más veloz y crudo que han hecho
en este nuevo milenio. El ritmo incendiario que proponen sus guitarras nos
trasladan en seguida a “Riding On The Wind” o “Exciter”, poniendo la quinta
marcha en esos versos que terminan siendo rematados por un estribillo simple
pero memorable. Por si fuera poco, la letra nos presenta una temática 100%
autobiográfica en la que la banda nos habla sobre sus orígenes (“Forged in the
Black Country, under Blood Red Skies, we all had our dream to realise”) con
frases contundentes como “Vimos un fenómeno crecer hacia una voz, aquello tomó
el Mundo, no tuvo elección” o “Algo en nuestra sangre no nos dejará morir” para
luego confesarnos que se mantienen en pie de guerra porque han hecho un “pacto
con el Diablo”.
NOSTRADAMUS (2007)
Tres años después de reunirse con Rob Halford para
grabar “Angel Of Retribution”, y después de una larga gira mundial que se
tradujo en un auténtico éxito, la banda volvió a demostrar su enorme ambición
por innovar y salirse de su propia zona de confort al anunciar la inminente
salida de “Nostradamus”, una especie de Ópera-Rock que giraría en torno al
mismísimo Nostradamus, el profeta más famoso de la historia, cuyas predicciones
llevan generando desconcierto desde hace más de cinco siglos. Esta obra se
convirtió en el primer, y único, “álbum doble” del grupo, con un total de 23
canciones completamente nuevas que, de una manera más o menos efectiva, nos
acercaron a la historia de este personaje histórico y a su libro Les
Prophéties.
En ese sentido, y aunque también cuenta con muchas
pistas algo irregulares, es la obra más expansiva y rompedora de una banda que
siempre ha intentado estar a la vanguardia. La presencia de teclados y
constantes orquestaciones, por no hablar de un gran número de canciones breves
que sirven para introducir algún elemento a la trama conceptual, y sus más de
100 minutos de música lo convirtieron en una obra que requirió de muchas
escuchas para ganarse la aceptación de sus seguidores.
49. Dawn Of Creation/Prophecy. Una vez más me voy a
permitir el lujo de incluir dos canciones juntas. Pero es que soy incapaz de
escuchar “Prophecy” sin el interludio musical que lo precede y que hace las
veces de introducción al LP. Tras este primer movimiento con numerosos toques
orquestales y una buena ración de teclados en su parte final, las guitarras
desatan su furia y nos meten de lleno en “Prophecy”, un medio-tiempo machacón y
con la esencia de Judas implícita que cuenta, además, con un puente coral
imperdible y un estribillo de los que no se olvidan. Tras un breve solo de
guitarra, las dos guitarras nos entregan una de esas melodías “a cuatro manos”
que podría escuchar en bucle hasta el final de mis días.
REDEEMER OF SOULS (2014)
Durante los seis años que pasaron entre el curioso
“Nostradamus” y su posterior LP, “Redeemer Of Souls”, la banda vivió unos años
de lo más complicados que, obviamente, ayudan a entender por qué tardaron tanto
tiempo en sacar nueva música. KK Downing hizo temblar los cimientos del Metal
cuando, en un escueto comunicado, anunció su abandono definitivo de la banda
tras más de 40 años de servicio debido a “diferencias” con los miembros del
grupo y el management. Con semejante panorama, la banda incorporó a un joven
guitarrista llamado Richie Faulkner, quien hasta aquel momento militaba en la
banda de Lauren Harris, para ocupar el puesto de Ken.
Como era de esperar, los seguidores del grupo
recibieron con cierto escepticismo a Faulkner, algo entendible si tenemos en
cuenta que estaba ocupando el puesto de uno de los grandes guitarristas del
Heavy Metal. Sin embargo, el inicio del Epitaph World Tour, que fue concebido
en un primer momento como una especie de tour de despedida de Judas Priest
(todos sabíamos que no iba a ser así), disipó cualquier tipo de duda, gracias
al excelente trabajo que Richie hizo sobre las tablas. Su estilo a la hora de
tocar, si bien también posee elementos personales, no dista en absoluto de la
esencia sonora de Judas Priest.
Sin ser un álbum memorable (no lo es), “Redeemer Of
Souls” nos trae de vuelta a los Judas Priest más duros, dejando así a un lado
la experimentación del “Nostradamus” en favor de ese Heavy puro y directo que
tanto nos gusta. Con el tiempo ha envejecido bien y posee un par de temas
buenísimos, aunque para mí (insisto en que es mi opinión solamente), es la obra
más irregular y floja de Judas Priest en este nuevo milenio.
50. Dragonaut. La presentación en Sociedad de Faulkner
como guitarrista del grupo resultó victoriosa. Y es que este opener
ardiente y eléctrico, además de contar con un Halford notable y un estribillo
pegadizo, nos permite disfrutar del primer duelo de solos de la nueva
incorporación con el maestro Glenn Tipton. Si bien Richie también incluyó
algunos detalles más personales a la hora de tocar la guitarra, hay que
reconocer que se mantuvo fiel al ADN Priest
y en seguida se convirtió en el mejor escudero posible para Glenn tras
la salida de nuestro querido K.K. .
51. Sword Of Damocles. Mi canción preferida del LP por
sus ligeros guiños al “Sad Wings Of Destinty” y, de forma más general, al Metal
británico de aquellos tiempos. Rob canta con mucha clase y personalidad esos
versos, apostando por un tono más relajado que de costumbre, que nos llevan en
volandas hasta un estribillo con muchísima clase. Recomiendo mucho su bello
intermedio, donde emergen las guitarras acústicas, para que Halford nos enamore
con sus registros más dulces, antes de que la batería de Travis retome la
marcha y nos traiga de vuelta la faceta más encabronada del cantante.
FIREPOWER (2018)
En 2018, y ya con 49 años de trayectoria sus espaldas, ve la luz el décimo octavo álbum de estudio de la banda, que recibe el título de “Firepower”. Sin embargo, semanas antes de la publicación, la banda recibe un enorme varapalo al verse forzada a anunciar la obligada y definitiva retirada de Glenn Tipton de las giras debido a los efectos del Párkinson que se le diagnosticó 10 años antes y que había mantenido en secreto. En todo caso, la enfermedad no pudo impedir que nuestro querido Glenn Tipton siguiera siendo una pieza fundamental en el proceso compositivo de “Firepower”, así como ha salido a tocar junto a la banda en algunos “bises” de conciertos muy puntuales. Su sustituto en las giras fue el reputado productor Andy Sneap, quien había trabajado junto a la banda en los últimos años y quien en seguida demostró ser un sustituto a la altura.
Nada más ver la luz, “Firepower” recibe una oleada de críticas positivas que
alaban la capacidad de la banda para adaptarse a un momento tan incierto en su
carrera con una propuesta de canciones muy diversa que coquetean con lo clásico
(“Evil Never Dies”, “Traitor’s Gate”, “Firepower”), pero también con algunos
estilos más contemporáneos (“Spectre”, “Never The Heroes”, o “No Surrender”) .
52. Lightning Strike. El primer single que pudimos
escuchar de este disco sirvió para resumir a la perfección la trayectoria
sonora del grupo, mostrándose como un corte agresivo y sólido en el que la
sección rítmica de Travis y Hill brilla con luz propia, así como el bueno de
Rob Halford, quien clava un puente cargado de épica que, para nuestra fortuna,
desemboca en un alegre y cumplidor estribillo. Tenía madera de sencillo y
terminó convirtiéndose en uno.
53. Firepower. Si hay una canción que, a mi parecer,
merece ser elogiada de “Firepower” ese es el mayúsculo tema-título con el que
la obra se iniciaba y que a muchos nos recordó a los tiempos de “Painkiller”.
Estribillo imponente con un Halford desatado (esos agudos ponen los pelos de
punta a cualquiera) y un solo con golpes de tremolo por parte de Faulkner que
dejan a cualquiera satisfecho.
INVINCIBLE SHIELD (2024)
Habiendo dejado el listón bastante alto con
“Firepower”, y tras haberse embarcado en una extensa gira mundial, tuvimos que
esperar más de seis años para encontrarnos con el más reciente lanzamiento del
“Sacerdote”. No fue sencillo dar forma y grabar “Invincible Shield”, una obra
que tuvo que enfrentar grandes contratiempos, como la pandemia del COVID-19,
que frenó en seco la grabación del LP, o el peligrosísimo infarto que Ritchie
Faulkner sufrió durante el concierto del grupo en el Louder Than Life Festival
2021, que casi le cuesta la vida y que lo tuvo apartado de la música durante
varios meses. Ya con el grupo en plena forma, el disco terminó de grabarse
entre finales de 2022 y principios de 2023, con el bueno de Glenn Tipton metido
de lleno en el proceso de composición (de hecho “Escape From Reality” y “Sons
Of Thunder” fueron compuestas íntegramente por él), aunque más limitado a la
hora de tocar, siendo Faulkner quien ha terminado convirtiéndose en el
guitarrista principal del grupo. Sin duda alguna, este fue uno de los LPs más
destacados de 2024.
54. Panic Attack. Hay que reconocer que fue un acierto
pleno que esta canción fuera escogida como primer avance del LP. Y es que las
expectativas que despertó fueron todas altísimas gracias a ese Metal salvaje y
que, para nuestra fortuna, nos retrotraía a los tiempos de “Painkiller”.
Empezando por esa transición de una introducción de sintetizadores al más
absoluto caos comandado por la incisiva batería de Scott Travis (adoro la
sección de doble pedal que introduce en el estribillo) y por un Halford que, pese
a sus 73 años de edad, es todavía capaz de llegar a notas altísimas. No puedo
dejarme en el tintero el excelente solo de Faulkner, donde convergen técnica y
velocidad.
55. Invincible Shield. El
tema que da título a su obra más reciente también es una de las que más ha
convencido a sus seguidores y que cuenta con algunos elementos que me han
recordado a los Judas Priest de finales de los setenta. Con un ritmo
ametrallador de batería que se mantiene constante durante todo el número, la
banda va tejiendo unos versos llenos de furia(honor a Halford) para, justo
después, brindarnos un puente coral que evoca a “Exciter” o “Sinner” que
precede a un estribillo impresionante. Además, hay dos extensos solos de
guitarras donde Faulkner pone a prueba su enorme virtuosismo, aunque en el
segundo también podamos escuchar unas twin guitars en las que,
presumiblemente, el rubio es acompañado por Andy Sneap (los créditos nombran a
Glenn, pero su enfermedad me hace dudar seriamente de su participación en las
tareas solistas de este número.
Hasta aquí este humilde
repaso a la gloriosa trayectoria de una de las bandas más grandes y exitosas de
la historia
¡GRACIAS POR VUESTRA
LECTURA!
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