Casi seis años habían
pasado desde la última visita de Metallica a nuestro país, lo que hace menos
extraños que las entradas para los tres conciertos que programaron para este
año en Madrid y Barcelona se vendieran en tiempo récord. Una venta de entradas
que también despertó numerosas polémicas por tener la peculiaridad de ser
nominativas (en la propia entrada figura el nombre de uno de los compradores) a
modo de intentar frenar las enfermizas preventas que tanto daño siguen haciendo
hoy en día.
Durante las noches del
sábado 3 y el lunes 5 de febrero (yo me centraré en la primera), el grupo batió
el récord de asistencias al WiZink Center con 17.267 espectadores. Podría
decirse que Madrid tenía ganas de Metallica.
En mis años de vida,
que no son tampoco demasiados, había tenido el placer de ver a AC/DC dos veces
(una de ellas con Axl Rose), una vez a Scorpions y una vez a Aerosmith, pero
siempre había tenido la espina clavada de no poder ver a Metallica y a Iron
Maiden (espero en un par de años quitarme esta última espinita). El caso es
que, con mucha suerte, logré hacerme con una entrada para el primero de los dos
shows en la capital de España. El Worldwired Tour servía como presentación de
“Hardwired…To Self-Destruct”, el más reciente, y notable, álbum del grupo del
que me declaro fan y que creo que superó con creces a los últimos dos/tres
lanzamientos de estudio del grupo (para gustos los colores en este caso).
Desde primera hora de
la mañana del sábado miles de metaleros y metaleras frecuentaban los
alrededores del WiZink Center, en los cuales se abrieron numerosos puestos de
comida y bebida que tuvieron un éxito incontestable. El tiempo,
afortunadamente, acompañó aquel día (justo al día siguiente la nieve y el frío
congelarían la capital) y permitió que en la ciudad se pudieran divisar
numerosas camisetas del grupo que me sirvieron para llegar al recinto (si vas a
una ciudad que desconoces a ver un concierto y no sabes cómo llegar al lugar
donde este se celebra…¡sigue a los “jevis”!).
Antes de entrar en materia, me gustaría puntualizar que todas las fotos de este artículo han sido extraídas de la web oficial de Metallica.
Antes de entrar en materia, me gustaría puntualizar que todas las fotos de este artículo han sido extraídas de la web oficial de Metallica.
Tras pasar los
correspondientes controles de seguridad, accedimos al interior del pabellón y
llegamos puntuales para el inicio de la actuación de Kvelertak, banda noruega
que, sabiamente, Metallica eligió para abrir sus conciertos europeos. Nunca
antes había escuchado a estos cinco tipos (reconozco que dudaba realmente del
acierto de Metallica en un principio), pero su actuación dejó deslumbrado a un
WiZink Center que no paró de animar a estas promesas del Metal que,
seguramente, en un futuro tengan mucho que decir. Al tratarse de una banda
telonera llamó mucho la atención que el grupo tuvo a su disposición
prácticamente todos los equipos de sonido de Metallica, algo que no suele
ocurrir en los shows de otros grandes del Metal o el Hard-Rock.
Finalizada la actuación
de Kvelertak tuvimos que esperar algo más de media hora para el inicio del
verdadero espectáculo. En este tiempo sonaron por megafonía numerosas canciones
de grandes del Metal de ayer y hoy como Slipknot, Disturbed o….¿¡Megadeth!? Sí
señores, el “Sweating Bullets” de Megadeth sonó mientras aguardábamos la
llegada de Metallica, algo que llamo la atención de numerosos fans que lo menos
que esperaban aquella noche era escuchar la voz de Mustaine en el WiZink
Center, después de todos sus enfrentamientos con Metallica (no voy a entrar
ahora en un debate de quién tuvo o tiene razón) que a día de hoy siguen
existiendo (véase las últimas palabras de Mustaine ante la negativa de
Metallica a reunir al Big 4), aunque con menos fuerza que en los ochenta y
noventa. También pude visualizar banderas de diferentes Comunidades Autónomas
(Comunidad Valenciana, Andalucía, Canarias, ….) y países (Argentina, Países
Bajos, Inglaterra, Alemania,…), que se habían desplazado hasta Madrid por este
evento.
Poco después de las
nueve de la noche, las pulsaciones de las más de 16.000 almas presentes en
aquel lugar se aceleraron al escuchar los acordes de “It’s A Long Way To The
Top (If You Wanna Rock And Roll)” de AC/DC, cuyo estribillo fue coreado por la
mayor parte de los asistentes. Esta ha sido elegida por la banda como la
canción que precede justo al inicio del concierto. Una vez que esta finalizó,
las luces del recinto se apagaron, descubriendo una oleada de luces procedentes
de los móviles de tantos aficionados que deseaban captar aquel momento
histórico. Como no podía ser de otra forma, comenzó a sonar “The Ecstasy Of
Gold”, la épica composición del maestro Ennio Morricone para “El Bueno, El Feo
y El Malo” que siempre ha utilizado la banda para abrir sus shows, cuya melodía
fue tarareada por todos los que estábamos allí presentes (algunos, como yo, sin
poder contener la emoción). Entre tantos cánticos la banda, acompañada por
personal de seguridad y de su gira, se abrió paso hasta los alrededores del
escenario, lo que derivó en un delirio total de los presentes.
La aparición en el
escenario de Lars, con saludo a los presentes incluidos, dio inicio a las
hostilidades con la poderosa “Hardwired”, un tema que se ha ganado por derecho
propio ser la que abre cada espectáculo de este nuevo tour. Hetfield, en un
estado de forma y vocal envidiable, puso toda la carne en el asador desde el
segundo uno. Sin tiempo para presentaciones, la introducción se conectó con
otro monstruoso tema de su disco más reciente, “Atlas, Rise!”, que mantuvo el
nivel de adrenalina y que, llamativamente, fue cantada por el público (¡hasta
el solo cantamos!), algo que se repetiría minutos después con otras canciones
de “Hardwired…To Self-Destruct”. No obstante, pese al poder de los primeros dos
temas, seguía faltando algo que terminara de cautivar a la audiencia, un tema
que realmente pusiera de rodillas a Madrid aquella noche ante la presencia de
los “cuatro jinetes”. La respuesta llegó en forma de “SEEK & DESTROY”, el
primer clásico de Metallica de la noche que apareció justamente después de que
Hetfield se dirigiera al público español con un “Hola! Metallica is finally
here, the Metallica family of Madrid is here!!”. La ejecución de este adorado
tema del “Kill ‘Em All” se metió a un entregado público en el bolsillo, que
acompañó a Metallica en todo momento.
Esta canción ha funcionado siempre como un comodín para el grupo, siendo
ubicada en diferentes lugares dentro de su setlist (a mí me hubiera gustado más
que fuera la que cerrara la velada, lo admito, pero es preferible que estuviera
en el repertorio a que la eliminaran).
Con el público y la
banda completamente calibrados, llegó el turno de una dupla clásica que aquella
noche se ganó el cariño de todos los presentes. Metallica acertó, a mi modo de
ver, al incluir dos temazos de “Master Of Puppets” como “Leper Messiah” y
“Welcome Home (Sanitarium)”. La primera fue ejecutada con un salvajismo
atronador, especialmente a partir del ascenso de intensidad que experimenta en
su fase intermedia, mientras que la segunda, una canción que siempre he adorado
(¿a quién voy a engañar?), tuvo como gran protagonista a Kirk “The Ripper”
Hammett, quien clavó el solo (se me eriza la piel cada vez que lo recuerdo) y
demostró una vez más que sigue siendo un grandísimo guitarrista, pese a que en
el estudio haya perdido cierta magia e imaginación.
Tras estos Hetfield
tomó el micrófono una vez más para dirigirse a los aficionados, primero,
emulando un cántico dedicado a Robert Trujillo que se escuchaba desde las
primeras filas. Después hizo mención al largo periodo de tiempo de Metallica
sin pisar suelo español y comenzó a sonar “Now That We’re Dead”, otra canción
de su nuevo LP que parece que ha ido
ganándose el cariño de los aficionados. En esta canción Metallica volvió a
dejar clara su preocupación, además de por su sonido en vivo, por la puesta en
escena, teniendo en su parte intermedia un solo de percusión tocado por todos
los músicos, quienes golpearon unos enormes cubos iluminados que ascendieron
desde el interior del escenario (¡qué momentazo!).
Otro tema de
“Hardwired…To Self-Destruct”, probablemente el más flojo de todo el álbum, al
menos para mí, sonó justo después. “Confusion” también convenció a la
fanaticada, pero probablemente fue el tema más “frío” de la noche. Este creo
que hubiera sido el único corte que hubiera quitado del repertorio por otro del
mismo álbum como “Dream No More” o “ManUnkind”,
o, puestos a elegir un clásico, por “Fade To Black”.
Afortunadamente, para solucionar este pequeño
bajón, Robert Trujillo, tras saludar a Madrid y proponerle una pequeña
competición de gritos, se inició “FOR WHOM THE BELL TOLLS”, otro de los platos
fuertes de aquella memorable noche. Uno de los tantos himnos de mi álbum
preferido de Metallica, “Ride The Lightning”, volvió a enchufar al público
madrileño, que tarareó los riffs y solos, además de cantar de principio a fin
la letra de un clásico inspirado, precisamente, en una novela homónima de
Ernest Hemingway acerca de la Guerra Civil Española, un dato curioso. Trujillo
deslumbró con el bajo, emulando al mismísimo Cliff Burton, en la introducción
de la canción. Otro que se salió fue James al micrófono, un maestro de
ceremonias por quien no pasan los años a la hora de cantar (no es un
superdotado precisamente a la hora de cantar, pero es garantía de cumplir en
cada show).
La siguiente referencia
a “Hardwired…To Self-Destruct” llegó de la mano de la espectacular “Halo On
Fire”, que estaría dentro de mi Top de canciones más épicas del show. De nuevo
tengo que felicitar al señor Hetfield por su interpretación. El cantante se
marcó una exhibición al micrófono, jugando con diferentes registros (cuando
tiene el día es demasiado bueno) y siendo acompañado por una multitud
entregada. La sorpresa se produjo después del melódico intermedio que tiene el
tema, cuando el público comenzó a corear al unísono el pegadizo punteo de
Hammett, que sorprendió al propio Hetfield, quien comenzó, a modo de broma, a
dirigir al público con la mano, como si de un director de coro se tratara. También
me gustaría destacar a Lars, quien hizo, en líneas generales, un concierto
digno de su figura, y del que creo que se han dicho cosas muy injustas a lo
largo de los últimos años. Obviamente, como ocurre en el 99.9% de los casos, la
técnica y la calidad de estas bandas, tanto en el estudio como en el directo,
van descendiendo con el paso de los años (Lars no es ajeno a ello), pero el
danés sigue teniendo una fuerza en directo acojonante (y perdón por la
palabra).
Y llegó uno de los
momentos más extraños que he vivido en mi vida, y seguro que en la vida de
muchos de los asistentes. Robert Trujillo, tras llamar “Jaime” a James
Hetfield, junto a Kirk Hammett, saludó en español a la hinchada y anunció que
iban a tocar ambos “VAMOS MUY BIEN” de OBÚS, lo que volvió completamente loca a
la hinchada madrileña. Hay que reconocer que Trujillo, aunque su español deja
mucho que desear pese a sus raíces mejicanas, hizo todo lo que pudo al
micrófono, intentando seguir la letra y dirigiendo a una hinchada que conocía
perfectamente la letra. En el apartado instrumental hay que felicitar a ambos
músicos, las cosas como son. Este fue conectado con un pequeño homenaje a Cliff
Burton, el eterno bajista de Metallica, a través de “(Anesthesia) Pulling
Teeth”, que interpretó a la perfección Trujillo al bajo, un personaje que con
los años se ha ganado el reconocimiento como músico en el cuarteto.
Rápidamente sonó “Die
Die My Darling”, un cover de The Misfits” que, como venía ocurriendo hasta
aquel momento, fue acompañado por una audiencia que vibraba con cada tema que
sonaba. Sin embargo, el auténtico desmadre llegó justo después, cuando en un
momento de pausa Hetfield gritó eso de “Gimme fuel, gimme fire, gimme that
which I desire!!!!!” y comenzaron a marcarse una descomunal interpretación de
uno de los temas contemporáneos más queridos del grupo, “Fuel”, que contó, como
viene siendo habitual, con un espectáculo de llamaradas de fuego. Madrid entero
se desmelenó al ritmo de este trallazo, que tuvo como culmen un inesperado,
pero impagable, grito de James Hetfield justo después del solo de Hammett, Sin
duda, uno de mis momentos preferidos de la noche.
Entre gritos de júbilos
y “oe oe”, la fiesta continuó con “Moth Into Flame”, esta vez con el micrófono
de James Hetfield enchufado, no como ocurrió en la gala de los Grammy de 2017,
y con un escenario sobre el que volaron drones iluminados que imitaron a las
polillas que aparecían en el videoclip del tema. Este es otro de los cortes más
queridos del álbum y, como cabía esperar, también tuvo una cogida muy buena
entre los más de 16.000 seguidores allí presentes que cantó al completo la
letra (si no me creéis busquen vídeos o la grabación oficial del grupo que ya
está por Internet para descargar).
Como venían haciendo a
lo largo de la gira, James dedicó unos segundos a saludar a todos los
aficionados, mejor conocidos como la “Metallica Family”, deteniéndose
especialmente en aquellos que, como yo, estábamos presenciando por primera vez
un espectáculo de la banda en vivo (dedicó un educado “bienvenidos” en español
que sentó de maravilla). Fue en este instante cuando la mirada del líder se fue
hacia un niño de 7 años que inmediamente fue invitado a subir al escenario,
para ser saludado por todo el pabellón, ser presentado por James como “la
siguiente generación de fanáticos de Heavy Metal” y recibió un par de baquetas
y unas púas a manos de la banda. Segundos después, volvería el Metal de la mano
de un clásico imperecedero como “Sad But True”, uno de los temas más queridos
del “Black Album”, que siempre es sinónimo de electricidad y fiesta en vivo.
A partir de aquí, y
como era predecible, se inició la parte más épica del concierto. El cuarteto
tenía preparadas 5 balas para finalizar aquella noche…¡vaya balas!
Las luces del estadio
se apagaron y en las pantallas comenzaron a proyectarse escenas de "Johnny Cogió Su Fusil",
mientras la megafonía reproducía el sonido de bombardeos y de otros aspectos
relacionados con la temática bélicas. Todo esto sirvió para anunciar la llegada
de una de las mejores canciones de la historia y, a nivel personal, mi canción
preferida de Metallica. Obviamente estoy hablando de “One”, ese himno que no
necesita ninguna presentación. La bella introducción melódica precedió a un
sembrado James al micrófono, en todo momento acompañado por las 16.000
gargantas allí reunidas, para que, posteriormente, la batería de un colosal Ulrich
comenzara a acelerar el ritmo con el doble pedal, dando paso a la gloriosa, y
líricamente agónica, parte final del tema, en la que los solos de guitarra de
Hammett y Hetfield rozaron la perfección.
Pero si esto parecía
poco, Metallica, sin la necesidad de hacer pausas, inició “Master Of Puppets”,
segundo himno seguido que se marcaban y que terminó de enloquecer a la
maravillosa hinchada que aquella noche había pagado por ver a los “cuatro
jinetes” dar una soberana lección de Metal. Si escuchas la grabación del show
hay momentos en los que se escucha más al público cantar que al propio James, y
es que algunos nos dejamos la garganta en aquel recinto (necesité varios días
para recuperar la voz). Estoy seguro que en la grabación podrás escuchar
algunos de mis gallos jejeje. ¿Y qué decir del momento melódico de la canción
en el que todo el estadio coreó el solo mientras Kirk y James hacían magia con
las seis cuerdas? Escuchar esto en vivo era algo que siempre había soñado.
Terminado este momento
se produjo ese “falso final” que todas las bandas acostumbran a hacer y que
precede al encore. Seguramente, si antes del show se hubiera hecho una encuesta
a los asistentes del show acerca del tema de “Hardwired…To Self-Destruct” que
más les gustaría escuchar, esa sería, creo yo, “Spit Out The Bone”. Pues bien.
Tras un minuto de pausa tras fingir el cierre del concierto, la megafonía
comenzó a reproducir el inicio pregrabado de este tema, provocando una
inmediata explosión de gritos de ilusión por escuchar aquella joya en vivo.
“Spit Out The Bone” es puro Thrash Metal, subgénero del que Metallica fue, en
gran parte, padre y que tanto nos recuerda a su época dorada. Hetfield y
Trujillo se turnaron a las voces, marcándose este último un breve pero
espectacular solo de bajo (clavado al del disco) que daría inicio a una
titánica parte instrumental que incendió por completo el recinto. En los cubos
lumínicos se proyectaron, entre otras cosas, banderas españolas con el logo de
Metallica incrustado. Un tema que estoy seguro que en unos años tendrá también
la consideración de “clásico”.
Un concierto de
Metallica no podía terminar sin sus otros dos grandes himnos…
Primero fue el turno de
“Nothing Else Matters”, el momento más emotivo de la noche. El arpegio inicial
de Hammett fue interrumpido por el propio músico de manera sorpresiva (creo que
no se debió a un error, sino más bien a una broma), que solucionó rápidamente
con un nuevo inicio del tema, esta vez, correctamente. Madrid entera se
emocionó con la belleza de esta balada atemporal que a tantos nos ha acompañado
en la vida a lo largo de la vida (la letra siempre me ha parecido una joya) y
que aquella noche fue capaz de sacarnos, nuevamente, otra buena dosis de
lágrimas. Al finalizar esta canción, una cámara del espectáculo enfocó en
primer plano la mano derecha de Hetfield, aprovechando el músico el momento
para enseñar la púa conmemorativa de aquel show que había utilizado a lo largo
de la velada.
El cierre de fiesta
vino de la mano de “Enter Sandman” (¿tengo que presentarla?) y toda la locura
que esta conlleva. Una imponente pirotecnia se disparó en diferentes momentos
de la canción, mientras Lars, James, Robert y Kirk se despedían como merecían
de un público que les arropó durante toda la noche. Al terminar la canción la
banda, de manera individual, dedicó unas palabras de agradecimiento al público,
regaló púas y baquetas e inmortalizó aquel día con varias fotos junto a la
batería de Lars que pueden encontrarse en la web oficial del grupo. De la misma
forma en que llegaron, miembro por miembro comenzaron a abandonar el interior
del WiZink corriendo por el pasillo que se abría entre el público para llegar
al backstage.
Probablemente faltaron
temas clásicos e himnos como “Fade To Black”, un par de “Kill ‘Em All”,
“Blackened”, “Battery” y otros más que podrían mencionarse, pero es una gira
promocional, no de grandes clásicos, y la elección de temas, exceptuando tal
vez la aparición de “Confusion”, creo que fue de lo más acertada. Ya se sabe
que el directo de Metallica no es el que tuvieron a finales de los 80, no es el
que apareció en el legendario “Live Shit”, ni la formación es idéntica a la de
aquellos tiempos, pero tampoco vamos a pedirle algo así 30 años después. Ya se
sabe que esta banda ha pasado por etapas algo oscuras y ha lanzado discos que
no hacen honor a su nombre (véase “ReLoad”, “St. Anger” o “Lulu”) y que se han
convertido en una máquina de hacer dinero. Ya se sabe que Metallica siempre
está en el punto de mira de los críticos más despiadados y, mayoritariamente,
injustos que han acuñado eso de “se vendieron”, algo que no comparto (si
realmente solamente pensaran en el dinero, no tendrían la necesidad de seguir
haciendo giras y sacando discos, porque con la pasta que han ganado…), cuando
han sido una banda que revolucionó por completo el devenir del Metal y
alcanzaron la fama por sus propios méritos (a veces a Metallica se le juzga
negativamente por el simple hecho de ser Metallica). Tras vivir mi primer show
de Metallica en vivo puedo decir con total certeza que James, Kirk, Robert y
Lars están en plena forma, siguen disfrutando de su legado y tratan de hacer de
cada actuación un espectáculo que quede en la memoria de todos aquellos que
pagan por verles y cuelgan el cartel de “no hay entradas”. Le pese a quien le
pese, hablar de Metallica es hacer referencia a una de las bandas más grandes e
influyentes de todos los tiempos, a una especie de religión llena de fieles y
detractores que estoy seguro que nunca quedará en el olvido.
Seguramente influya que
fue mi primer concierto, seguramente influya mi amor y lealtad por este grupo
(que no por ello he sido de los más críticos cuando se han equivocado), pero la
histórica velada en el WiZink Center de Madrid se lleva mi máxima nota.
¡Larga vida al Metal!
Ya pero en 3 no han tocado creeping death :((
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