Hay directos que celebran una gira, otros que documentan un estado de forma excepcional y unos pocos que llegan a capturar un momento decisivo. “Quarantième: Live à Paris” pertenece sin discusión a esta última categoría. No solo porque conmemora los cuarenta años de carrera de Dream Theater, sino porque inmortaliza algo aún más trascendental: el regreso de Mike Portnoy, pieza fundacional del engranaje progresivo más influyente de las últimas tres décadas, en su primera gran gira con el grupo desde 2010. El resultado es un álbum vibrante, generoso y cargado de significado, que funciona tanto como cápsula temporal como declaración de intenciones.
Grabado
durante su paso por París en 2024 y publicado en una edición de lujo —3 CDs con
Blu-ray, vinilos y mezcla Dolby Atmos—, este directo exhala la solemnidad
propia de un acontecimiento que puede considerarse una de las mejores noticias
que ha recibido el Metal en los últimos años. La banda lo describió como “una
noche épica”, y no parece en absoluto una exageración: desde los primeros
compases se percibe una energía especial, una combinación de celebración y
reconexión emocional que otorga al concierto un peso distinto al de otros
lanzamientos en vivo del grupo.
El inicio
con “Metropolis Pt. 1” dista mucho de ser casual: se trata de un gesto de
reafirmación. Una pieza tan emblemática, interpretada nuevamente con un Portnoy
que marca territorio desde los primeros golpes, sirve como recordatorio de la
química original que definió a Dream Theater en su época dorada. Su batería
recupera esa mezcla entre precisión quirúrgica y groove narrativo que tantos
fans añoraron durante la también destacada etapa con Mike Mangini, y a partir
de ahí la banda se desplaza con naturalidad por distintas etapas de su
historia.
Acto
seguido, el grupo se lanza sobre los oyentes con la mítica dupla formada por
“Overture 1928” y “Strange Déjà Vu”, que vuelve a encender el imaginario de
“Scenes from a Memory” entre arreglos de categoría y un James LaBrie más que
solvente tras el micrófono, aunque el paso del tiempo se haga notar en sus
cuerdas vocales.
Un set
construido para repasar cuatro décadas de trayectoria dio pie a recuperar temas
imprescindibles de su época más gloriosa, como “The Mirror” o mi siempre
adorada “Panic Attack”. Ambas suenan con una madurez mayor, priorizando quizá
más la solidez del conjunto que la necesidad, antaño casi ansiosa, de reafirmar
la incuestionable técnica del grupo. En resumidas cuentas, aquí prima la
cohesión sobre la mera exhibición. Tampoco puede pasarse por alto la acertada
inclusión de “Barstool Warrior”, tema de la era Mangini que Portnoy ejecuta con
notable solvencia. Hubiera sido un error mayúsculo que, en una gira
conmemorativa, la banda renegara de ese periodo simplemente por haber contado
entonces con un batería distinto.
Tras una
imprescindible versión de su célebre “Hollow Years” y su correspondiente
respiro emocional, el grupo nos sacude con dos de sus cortes más crudos, que
además ocupan un lugar especial en mi corazón: “Constant Emotion” y “As I Am”.
La primera es interpretada con una precisión admirable por un conjunto
completamente compenetrado pese a los diez años de separación de Mike y, de
paso, reivindica un disco algo olvidado como “Systematic Chaos” (2007). La
segunda, por su parte, evoca el Metal denso de “Train Of Thought” (2003) entre
riffs pesados que no han perdido vigencia y unos baquetazos descomunales por
parte del señor Portnoy.
Pero el
valor de este “Quarantième” no reside únicamente en mirar atrás. El auténtico
punto de inflexión llega con “Night Terror”, uno de los temas estrella de
Parasomnia (2025), obra que este año confirmó todas las expectativas en torno
al regreso de Mike. Aquí es interpretado con una intensidad casi ceremonial,
funcionando como una bisagra entre el pasado y el presente. Su estructura
rítmica retorcida, la expresiva voz de James LaBrie —quien quizá se muestra más
contenido, pero también más preciso que en directos previos—, y la maestría de
dos genios como John Petrucci y Jordan Rudess, que expanden las atmósferas
desde sus respectivos instrumentos, conforman un momento clave. Es además la
prueba irrebatible de que el retorno de Portnoy no representa un retroceso,
sino un impulso creativo renovado.
“Under A
Glass Moon” y “This Is The Life” nos devuelven a los tiempos de mayor esplendor
del grupo entre ritmos retorcidos, instrumentaciones desafiantes y un trabajo
general que alcanza su máximo nivel en dos piezas que, probablemente, fueron
las grandes sorpresas de un repertorio prácticamente impecable: “Stream Of
Consciousness” y “Octavarium” (solo escribir ambos títulos me eriza la piel).
En ambas, el grupo demuestra que, aunque en lo vocal LaBrie haya perdido algo
de fuerza con los años (con 62 primaveras tampoco podemos exigirle más), en el
plano instrumental siguen siendo prácticamente insuperables en lo que a
destreza se refiere.
El tramo
final del show es puro clímax. Tras una interpretación impecable de “Home”
(¡qué temazo inmortal, señorías!), llega el momento de dejar aflorar las
lágrimas con otro himno como “The Spirit Carries On”, antes del apoteósico
cierre que, como era de esperar, corre a cargo de la antológica “Pull Me
Under”, interpretada con la misma maestría que hace 33 años. No hay
complacencia, sino reafirmación: Dream Theater celebra 40 años no solo como
pioneros del metal progresivo, sino como una banda que aún tiene algo que
decir.
CONCLUSIÓN
¿Es un
directo perfecto? Quizá sí o quizá no. Algunos temas ya habían aparecido en
otros lanzamientos en vivo y, al estar grabado en 2024 y no este año, la
presencia de material nuevo queda limitada a “Night Terror”. Pero lo esencial
está ahí: el sonido del reencuentro, la recuperación de un legado y la imagen
de una banda que, lejos de vivir de rentas, ha decidido abrir un nuevo capítulo
en su ya histórica trayectoria.
Con una
producción exquisita tanto en el plano sonoro como en el visual, “Quarantième:
Live à Paris” captura a un grupo que atraviesa una segunda juventud y se
convierte, así, en el mejor regalo que Dream Theater podía ofrecer en su 40º
aniversario.

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