Hablar de un nuevo álbum de Peter Criss en 2025 no es, ni mucho menos, algo trivial. No solo porque estemos ante el legendario batería original de KISS, una figura fundamental en la construcción del Hard Rock americano de los años 70, sino porque este regreso se produce dieciocho años después del controvertido One For All (2007), un trabajo que dejó sensaciones más bien templadas incluso entre sus seguidores más acérrimos. Con 80 años recién cumplidos, Criss vuelve a situarse al frente de un proyecto en el que, según él mismo ha declarado, ha volcado el corazón, y lo cierto es que ese compromiso se percibe de forma clara en buena parte del resultado final.
Este nuevo
disco sale especialmente reforzado gracias a la elección de un equipo sólido y
bien pensado. A la producción de Barry Pointer (trabajó hace pocos meses junto
a Ozzy Osbourne y Billy Morrison en el single de “Gods Of Rock and Roll”), se
suma un plantel de colaboradores de auténtico lujo: Billy Sheehan (Mr. Big /
The Winery Dogs…) al bajo, el legendario Paul Shaffer (conocido teclista del
Late Show de David Letterman) encargándose de teclados y arreglos, y John 5
(Mötley Crüe / Marilyn Manson) aportando músculo guitarrero en varios pasajes.
Todo ello sitúa a Criss en un entorno cómodo, rodeado de músicos que comprenden
perfectamente su lenguaje y saben cómo potenciar sus virtudes sin forzar el
resultado.
¿Y a qué
suena lo nuevo del “Catman”? En lo musical, el álbum bebe directamente de las
señas de identidad más personales de Peter: Rock clásico, swing, blues,
pinceladas de Soul y ese inconfundible toque teatral que siempre lo ha
acompañado, más cercano a su debut solista de 1978 que al sonido más musculoso
de Kiss, aunque aquí y allá aparezcan pequeños destellos de crudeza que pueden
remitir al cuarteto. No hay intención alguna de competir con tendencias
actuales: lo que encontramos es personalidad, oficio y una clara voluntad de
dejar un último y digno testimonio artístico.
El gran
problema del LP, y resulta imposible pasarlo por alto, es todo lo relacionado
con su lanzamiento y distribución. La ausencia de una promoción clara y, sobre
todo, la dificultad para acceder al álbum (por ahora solo disponible en
Bandcamp) son factores especialmente llamativos, ya que para escucharlo en
formato digital es necesario adquirir previamente la edición física. En
Bandcamp existe la opción de descarga digital por el “razonable” precio de 1000
dólares, una decisión tomada deliberadamente por el propio músico para fomentar
el consumo de formatos físicos (una idea interesante en parte, pero que reduce
drásticamente su alcance). A esto se suman otras decisiones difíciles de
comprender, como la retirada del videoclip del single o el hecho de haberlo
titulado nuevamente “Peter Criss”, lo que complica todavía más su localización
en internet. Nada de esto ayuda a que el lanzamiento juegue a su favor.
Si Peter
pretendía captar nuestra atención desde el primer minuto, puedo confirmar que
la inicial “Rock, Rockin’, Rock & Roll” cumple sobradamente con ese
objetivo. Rock añejo, cargado de swing desde la batería, que remite a temas
festivos de Kiss como “Nothin’ To Lose” o “That’s The Kind Of Sugar Papa
Likes”, con Billy Sheehan y Paul Shaffer dejando una impronta clara a través de
sus respectivos instrumentos. La voz de Criss, aunque se sabe que ha sido
ligeramente retocada en estudio, se mantiene reconocible y sorprendentemente
poderosa.
En segundo
lugar aparece la más musculosa “In The Dark”, un corte contenido y maduro en el
que destaca un tono vocal más sereno de lo esperado, menos rasgado, pero
igualmente convincente. Es una de esas canciones que gana con las escuchas,
algo que también ocurre con la callejera “For The Money”, un tema sucio y
terrenal en el que el “Catman” se apoya en unas acertadas voces femeninas para
construir algo realmente satisfactorio.
Sin perder
ni un ápice de distorsión, “Murder” nos acerca al Peter Criss más emocional e
introspectivo, apoyado en melodías acústicas que cargan los versos de
dramatismo. A pesar de sus 80 años, Criss sigue siendo capaz de firmar
interpretaciones vocales sentidas y honestas. Probablemente estemos ante la
canción más lograda de todo el álbum.
Quizá el
nivel descienda ligeramente con la posterior “Walking on Water”, una propuesta
algo desconcertante y excesiva en duración, donde se rompe cierta coherencia
estilística y deja la sensación de ser una idea no del todo pulida. Por suerte,
la oscura “Creepy Crawlers”, que podría haber llevado perfectamente la firma
del maestro Alice Cooper, recupera las buenas sensaciones. Con unas
aportaciones más que plausibles de John 5 a la guitarra, el tema funciona como
una suerte de banda sonora de terror moderno que encaja de maravilla, aunque
tampoco siga al pie de la letra la línea sonora predominante del LP.
Tras la
sólida y directa “Justice”, donde la actitud vocal y el despliegue instrumental
desprenden un ligero aroma noventero, “Cheaper to Keep Her” devuelve el
protagonismo al lado más festivo del “Catman” con un Rock ligero y desenfadado
que se siente, sin duda, “muy Peter”.
El Jazz y
el Soul también encuentran su pequeño espacio en el disco con la original y muy
agradable “Sugar”, una pieza especialmente interesante tanto por su enfoque
como por salirse del guion sin perder coherencia. Destaca el desempeño vocal
valiente y resistente de Peter, que sigue mostrándose a un nivel más que digno.
El
experimento Country de “Rubberneckin’” probablemente divida opiniones entre los
seguidores de Criss. Resulta un tema algo extraño dentro de un álbum con un
sonido tan definido, aunque al mismo tiempo aporta variedad, algo que siempre
se agradece.
Como bonus
track, Peter nos obsequia con la facilona “Hard Rock Knockers”, que, al igual
que ocurría con el tema de apertura, se siente más cercana a los primeros
discos de Kiss que a sus trabajos en solitario. Rock pensado para despedirnos
con una sonrisa de oreja a oreja y con un enorme sentimiento de gratitud hacia
esta leyenda.
CONCLUSIÓN
Más allá
de la lamentable gestión promocional que ha relegado este lanzamiento a un
segundo plano, creo que el segundo álbum homónimo de esta leyenda octogenaria
es un trabajo sólido, honesto y casi siempre disfrutable, que demuestra que
todavía conserva swing, sensibilidad y una personalidad artística muy marcada.
No es una obra maestra ni aspira a serlo, pero sí supone una clara
reivindicación frente al olvidable One For All.
Para
quienes disfrutaron del Peter Criss solista de 1978, este disco es, sin lugar a
dudas, lo más cerca que ha estado de recuperar aquel espíritu. Un testimonio
tardío, pero sincero, que merecía mucho más respeto por parte de quienes debían
haberse encargado de ponerlo en circulación.

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