Entre 1988 y 1995, el nombre de Zakk Wylde, así como su reputación, se habían elevado enormemente gracias a los tres discos que el guitarrista rubio grabó junto a Ozzy Osbourne (“No Rest For The Wicked”, “No More Tears” y “Ozzmosis”). En ellos, demostró estar a la altura del exigente Madman, quien antes había contado en sus filas con dos leyendas como RANDY RHOADS y JAKE E. LEE.
Con la atención de miles de metaleros en todo el mundo, y sin abandonar por ello sus colaboraciones con Ozzy, Zakk decidió iniciar un proyecto personal para seguir expandiendo sus horizontes musicales. Así, en 1998 nacía en Los Ángeles un nuevo grupo de Southern Rock y Groove Metal llamado inicialmente Hellkitchen, aunque pronto adoptaría el nombre definitivo de Black Label Society. “Sonic Brew” fue la primera entrega de esta nueva aventura, liderada casi en su totalidad por Wylde, quien se encargó de todos los instrumentos salvo la batería, responsabilidad que recayó en Phil Ondich. Además, en la pista número 15, “The Beginning…At Last”, encontramos al gran Mike Inez en el bajo, célebre por su trayectoria con Alice In Chains y su colaboración previa con Ozzy.
Para empezar, nos encontramos de bruces con “Bored To Tears”, un clásico de la banda cuya carga sonora hará que te sangren los oídos. La guitarra de Zakk, afinada en tonos gravísimos, escupe riffs feroces y corrosivos. Aunque su estructura es sencilla, esta canción sirve como carta de presentación para anticipar todo lo que vendría después con BLS. Una entrada contundente.
Fundar su propia banda le otorgó a Wylde la libertad de mostrarse sin filtros como letrista y volcarse en sus conflictos personales y demonios internos. Un primer ejemplo de esa catarsis es “Rose Petalled Garden”, tema cargado de fuerza lírica y perfectamente ensamblado con la densidad propia del Groove Metal. Otro corte con una auténtica metralla de riffs es “Hey You (Batch Of Lies)”, donde podemos disfrutar del toque acústico y melódico que Zakk domina como pocos. Ese aire recuerda inevitablemente a su amigo Dimebag Darrell en “Cemetery Gates” (casi nada).
“Born To Lose”, tanto por su título como por su descarada letra contra los conservadores estadounidenses, bien podría haber sido obra de Lemmy Kilmister para Motörhead. En el apartado musical, me gusta definirla como “lo que tocaría Hendrix si se hubiera dedicado al Groove-Southern Metal”. No hace falta aclarar la influencia de Jimi en la formación de Zakk. Como curiosidad, a mitad del tema aparece el primer cambio de ritmo al estilo BLS que encontramos en su discografía: un riff vertiginoso acompañado por la batería, que cede espacio pocos compases después al solo. Este recurso se convertirá en seña de identidad del grupo.
Este disco también mostró al mundo el lado más emocional del guitarrista. “Peddlers Of Death” se abre con un piano solemne (instrumento que Zakk también domina… si no me crees, escucha la intro de “New Religion”), y desarrolla una estructura cambiante e interesante.
“Mother Mary” retoma la esencia Groovy con una distorsión tan abrumadora como la de “Bored To Tears”, mientras que “Beneath The Tree”, una de mis favoritas del álbum, vuelve a apostar por un enfoque melódico y casi baladístico, pero con un tono sombrío, acentuado por las voces armonizadas y dobladas de Wylde. Me fascinan los detalles acústicos y distorsionados que va añadiendo (especialmente esos licks irresistibles).
Otros temas que merecen atención son “Low Down” (con arreglos de Metal contemporáneo y un riff inspirado, según Zakk, en Angus Young), “Black Pearl” con sus teclados cargados de espiritualidad antes de lanzarnos otra andanada de riffs, “World Of Trouble”, y por supuesto, la demoledora “The Beginning…At Last”, que cierra el disco como una verdadera estampida (abróchate el cinturón: las curvas llegan a velocidad de vértigo).
Una mención especial merece “T.A.Z.”, corte instrumental de menos de dos minutos en el que Wylde se queda a solas con una guitarra española para ofrecernos una exhibición técnica entre arpegios y punteos. Un despliegue de velocidad, precisión y alma al alcance de muy pocos. El título proviene de “The Alcoholic Zone”.
La medalla a la mejor balada del álbum, en mi opinión, se la lleva “Spoke In The Wheel”, una pieza completamente acústica que podría haber encajado en cualquiera de los dos discos solistas de Wylde (¿no os recuerda un poco a su “Lost Prayer”?) o incluso en su proyecto sureño Pride And Joy. Es el momento ideal para reivindicar la voz de Zakk: rota, versátil y capaz de transmitir tanto como su guitarra. En esta canción, además, realiza auténticas diabluras con el mástil.
Como bonus track, Wylde decidió versionar “No More Tears” de su querido Ozzy Osbourne (¿podríamos decir que se autoversionó?), prestando su voz a una canción que, como todos sabemos, ya había grabado años antes a las seis cuerdas junto al Madman.
“Sonic Brew” es el génesis de una banda sensacional que pronto nos regalaría discos monumentales como “Mafia”, “1919 Eternal”, “The Blessed Hellride” o “Stronger Than Death”, entre otros. Ante un debut así, este humilde reseñista solo puede quitarse su sombrero imaginario, dejarse crecer la barba al estilo Zakk Wylde y otorgarle una calificación bastante alta.
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