Entre 1970 y 1971, un periodo de tiempo considerablemente corto, los recién fundados Uriah Heep fueron capaces de lanzar al mercado un total de tres álbumes de estudio realmente buenos e interesantes como son “Very ‘Eavy…Very ‘Umble” (1970), “Salisbury” y “Look At Yourself” (ambos publicados en 1971).
La buena acogida de estas
tres obras comenzó a labrarles una reputación dentro de una escena rockera que
comenzaba a extenderse a nivel planetario, donde la competencia era enorme y
donde ya reinaban tres bandas que siempre citamos cuando hablamos de estos
primeros años de la década de los 70: Black Sabbath, Led Zeppelin y Deep Purple.
Probablemente la enorme trascendencia y
popularidad de esos tres conjuntos justifique el porqué del poco reconocimiento
que Uriah Heep ha recibido a la hora de hablar de agrupaciones que consagraron
el Hard-Rock y el Heavy Metal a partir de sus primeros álbumes, pero es un gran
error ignorar cualquiera de los primeros cinco o seis álbumes de este
poderosísimo grupo. Es por ello que hoy rescato la que probablemente sea su
obra más aclamada: “Demons And Wizards”.
Este álbum ve la luz en
1972, mismo año en que también lanzarán otro de sus álbumes más queridos: "The
Magician's Birthday". En esta época incorporan, además, a dos miembros muy
importantes en el desarrollo sonoro del grupo, como fueron Gary Thain (bajo) y
Lee Kerslake (batería), quienes completaron una formación ya de por si bastante
sólida.
Como en sus tres primeros
álbumes de estudio, el conjunto apostó por ese Hard-Rock sucio y con muchos
arreglos de teclados, pero añadiéndole un plus de esas coloraciones progresivas
que ya dejaban entrever en las producciones anteriores. Así pues, “Demons And
Wizards” concentra tanto cañonazos de Hard-Rock setentero como cortes más
refinados y elegantes que sentarían las bases sobre las que crecerían muchas de
las mejores bandas de Prog-Rock de la historia. Si a una banda capaz de crear
sonidos tan variados le añades el vozarrón que caracterizó al malogrado David
Byron (una pena que las adicciones terminaran costándole la vida) podemos
hablar un proyecto prácticamente perfecto.
Dicho esto, y no sin
antes invitarles a disfrutar de la bellísima portada que diseñó Roger Dean, uno
de los grandes ilustradores del Rock Progresivo. Suyas son las portadas de
varias obras de Yes (“Drama”, “Fragile”, “Tales from Topographic Oceans” y “Union”)
Asia (“Asia” o “Alpha”), Budgie (“Squawk”) o Midnight Sun (“Walking Circles”),
entre otros, es hora de desgranar cada canción del disco.
La memorable “The Wizard”
se encarga de abrir el LP por todo lo alto. Para aquellos que no han escuchado
prácticamente nada del grupo, estamos aquí ante uno de sus cortes más
trascendentales. Precioso número acústico lleno de arreglos elegantes como esos
sintetizadores que añaden algo de feeling progresivo o los tan
distintivos coros que acompañan, por supuesto, a un monumental David Byron, que
canta con mucha clase esta canción tan querida por los seguidores del grupo y
que nos adentra de lleno en una obra enorme.
“Traveller In Time” se
inicia con un riff agresivo y distorsionado de máxima categoría (¡qué
infravalorado está Mick Box!) que aparecerá a lo largo de la canción de manera
intermitente debido a los constantes cambios rítmicos que el tema ofrece,
pasando de unos versos ricos por sus melodías (enorme Byron de nuevo) a un
estribillo más dinámico.
No puede entenderse el
legado de Uriah Heep sin “Easy Livin’”, el tema por excelencia de este grupazo.
Rock duro con un acompañamiento de hammond que evoca a los mejores Deep
Purple y que cuenta con unas secciones de guitarras apabullantes (el punteo que
incluye Mick Box al final de cada verso recuerda a lo que años después harían,
entre otros, Iron Maiden o UFO). Una vez más se sale el trabajo de Byron y de
los coros, que dirigen la canción hasta la más absoluta inmortalidad. Uno de
los himnos de los años setenta por derecho propio.
Aunque reconozco que en
las primeras escuchas no me decía tanto, creo que “Poet’s Justice” cuenta con
elementos suficientes para ser alabado. Corte cargado de teclados, de coros y
de unos arreglos de guitarra que suenan, en líneas generales, extremadamente
setenteros. Adoro la manera en que Byron canta aquí, recordándome en su
puente-estribillo ligeramente al eterno Jack Bruce y a sus queridos Cream.
Gary Thain y Ken Hensley
se ponen el mono de trabajo y firman, respectivamente, un trabajo de bajo y
teclados absolutamente épicos en la extensa “Circle Of Hands”. Sin duda alguna,
estamos ante una canción que podríamos calificar de “elegante” o “magnánima”
por la interpretación que aquí nos entrega David Byron (¡ojo a los coros!), así
como por el enorme trabajo instrumental de todos los miembros del grupo que van
desarrollando con el paso de los minutos (en su parte central hay un solo de
guitarras gemelas cautivador, por no hablar nuevamente de la omnipresente
vibración del bajo de Gary). De mis canciones preferidas del LP.
Nunca entenderé por qué
“Rainbow Demon” nunca terminó convirtiéndose en uno de los grandes clásicos del
grupo. Estamos ante un corte de Proto-Metal que avanza a un ritmo lento gracias
a los teclados, a esos riffs martilleantes y a la percusión, construyendo así
un ritmo serpenteante que, para nuestra fortuna, termina ebullendo en un
estribillo coral árido y épico que nunca he logrado sacarme de la cabeza. La
guinda al pastel la pondrá Mick con un solo chulesco y reposado que siempre me
pone el vello de punta. Temazo.
Precisamente el bueno de
Mick Box se saca del mástil (no malpiensen) un riff con detalles de slide para
imponer en “All My Life” un ritmo más sureño y enérgico que el corte previo.
Siempre me ha dado la sensación de que esta composición fue concebida para el
pleno lucimiento de un David Byron estelar, que se desgañita tras el micrófono
demostrando al oyente que se encontraba en el mejor momento de su breve
carrera.
En las ediciones
originales del LP (creo que hay alguna reedición asiática que la mantiene),
“Paradise” y “The Spell”, las dos últimas canciones del disco, iban juntas en
una misma pista, pero con el paso de las décadas han terminado dividiéndose,
algo que me cuesta entender ya que, si las escuchas detenidamente, se
complementan a la perfección. Por ende, yo opto aquí por analizarlas juntas.
Estamos ante 12 minutos del mejor Rock Progresivo, con un enorme peso acústico
en gran parte de la canción, pero también con momentos de mayor distorsión e
intensidad (especialmente en lo que vendría siendo “The Spell”) que ponen de
manifiesto una vez más la enorme ambición de estos músicos. Hay que añadir que
ya el grupo había coqueteado previamente con este tipo de composiciones tan
extensas y cambiantes con la monstruosa “Salisbury” y sus más de 16 minutos de
orquestaciones y constantes arreglos.
Nadie puede negar que los Uriah Heep tuvieron parte de “culpa” del
nacimiento del Rock Progresivo.
CONCLUSIÓN
“Demons and Wizards” fue
la primera obra aclamada a nivel comercial del grupo llegando a vender más de 3
millones de copias a lo largo y ancho del planeta, así como ocupando puestos de
honor en las principales listas de éxitos. El buen nivel de sus tres primeros
álbumes de estudio, así como la mayor experiencia y cohesión del grupo, hizo
posible que este disco alcanzara la perfección absoluta, convirtiéndose así en
el LP por excelencia de una banda sin la cual no podría entenderse la historia
del Heavy Metal.
Y es que, aunque el
nombre de Uriah Heep haya quedado injustamente relegado a un segundo plano, el
paso de las décadas ha terminado convirtiendo el “Demons And Wizards” en un LP
inmortal y tremendamente influyente para todo lo que vendría después.
Pronto vendrían dos
grandes obras como “The Magician’s Birthday” (1972) y “Sweet Freedom” (1973),
por no hablar del excelente directo “Uriah Heep Live” (1973), que supondrían
los últimos retazos de la etapa de mayor gloria del grupo. Poco después vendría
la decadencia y el irremediable despido de un David Byron cada vez más sumido
en sus adicciones a las drogas y al alcohol (moriría a los 38 años de edad),
pero creo que esas historias habrá que abarcarlas en otro escrito. Aquí
solamente quiero reivindicar la importancia de Uriah Heep y su “Demons And
Wizards” en la historia del Rock.
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