Cuando su primera obra, “Matriphagy”, vio la luz en 2020, el nombre de Tallah comenzó a sonar con fuerza entre los medios de comunicación referentes en el plano musical. Y es que, si bien su sonido no es excesivamente innovador, lo cierto es que han logrado añadir su propia personalidad al reconocible e hiriente Nu-Metal, Hardcore y Metalcore que tan bien practican. Cortes como “The Silo”, “Overconfidence”, “We, The Sad”, “L.E.D.” o “Red Light” dan buena cuenta del poderío musical que es capaz de ofrecer este conjunto co-liderado por el histriónico Justin Bonitz (un cantante muy peculiar) y todo un Max Portnoy, que con el paso de los años no deja de sorprendernos tras la batería haciendo honor a su apellido y, por supuesto, a su padre.
Casi a finales de año (originalmente estaba programado
para septiembre, pero su lanzamiento fue pospuesto por propio deseo de los
músicos) Tallah presenta su segundo LP bajo el título de “The Generation Of
Danger”, el cual contiene 13 canciones completamente nuevas en las que, a modo
de adelanto, os puedo garantizar que el estilo se mantiene más o menos idéntico
a su obra prima.
La experiencia sonora arranca con “mud_castle”, una
especie de introducción experimental en la que los sonidos saturados de las
guitarras se solapan con una percusión apabullante y con un Justin Bonitz
dramático que se desgañita tras el micrófono antes de que se inicien las
auténticas hostilidades de la mano de “The Hard Reset”, un incendiario corte de
Nu-Metal con muchos elementos inspirados en el legado de Slipknot. El trabajo
de percusión del joven Max Portnoy es asombroso, no solamente por su velocidad
sino por la cantidad de fills que va introduciendo con el paso de los
compases. También destaco aquí el breve breakdown que emerge sobre la
mitad del tema (Justin comienza a cantar con ese recitado tan propio de Corey
Taylor).
Max vuelve a acaparar la mayor parte del protagonismo
con una impredecible pista de batería que reluce en “Stomping Grounds”, una de
mis canciones preferidas y en las que las se aprecia su vena más metalcore. Las
secciones de guitarras llenas de garra son acompañadas por un buen puñado de
efectos de saturación. El estribillo que nos presentan aquí es absolutamente
épico, permitiendo a Justin dejar un poco de lado sus guturales para apostar
por su voz rota tan personal (pese a sus peculiaridades me parece que tiene una
voz de lo más interesante). Conectada
tras esta surge otro punto fuerte del álbum como es “The Impressionist”, un
corte que bombardea tus oídos a base de riffs y baquetazos profundos y veloces
(ojo al pequeño interludio atmosférico en el que Portnoy hace auténticas
genialidades tras su kit).
Sería raro no escuchar en sus futuros shows la
demencial “Shaken (Not Stirred)”, una de las mejores canciones que ha grabado
Justin Bonitz como cantante (la amplitud de registros abarcada aquí es digna de
todo reconocimiento) y que tiene un estribillo enganchón. También “For The
Recognition” tiene muchas papeletas para ser llevada al directo, siendo este un
número 100% fiel a los cánones del Nu Metal más puro que recuerda, por
momentos, a su “No One Should Read This” del pasado álbum.
Turno “Of Nothing”, una canción en cuya introducción y
cierre Justin Bonitz habla consigo mismo cambiado su voz constantemente (si a
su facilidad para la teatralización le añades un plus de efectos sonoros lo
normal es que el resultado te deje temblando).
Muy destacable resulta el dinamismo que inyectan al
disco tres pistas muy destacables: “Dicker’s Done”, “Wendrid” y “Thistle”. Todas, en mayor o menor medida, ofrecen unas
líneas de guitarra y golpes batería que martillean tu mente al mismo tiempo que
Justin Bonitz pone a prueba nuevamente a su dotada garganta. Sin desentonar
podían haber sido incluidas sin desentonar en su debut.
Llegamos al último número con una mística “How Long”,
pieza curiosa y rompedora que bebe de la influencia Grunge en su serpenteante
desarrollo. Aunque en su intermedio la voz y la instrumentación suban
progresivamente las revoluciones, la depresión sonora de su inicio emerge
nuevamente en su parte final.
CONCLUSIÓN
“The Generation Of Danger” logra dar continuidad a la
fórmula que emplearon en su primer disco y que tan buenas críticas generó. Sin
embargo, y aunque en líneas generales el resultado es notable, siento que no llega
al nivel de su debut, un hecho que puede explicarse por la repetición de una
serie de fórmulas compositivas que hace dos años podrían considerarse de “factor
sorpresa”, pero que si se sobrexplotan pueden quedar reducidas a un “más de lo
mismo”. Dicho esto, insisto en que Tallah sigue dando motivos para considerarle
como uno de los grandes descubrimientos musicales de los últimos años.
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