Aunque su salida de Judas Priest fue polémica (sigo
pensando que nunca hemos sabido toda la verdad) y, a día de hoy, tanto Ken como
sus antiguos compañeros siguen cruzando, de vez en cuando, mensajes cargados de
odio, estamos de enhorabuena. Y es que Downing está de vuelta en la carretera
con un prometedor proyecto bautizado como KK’S Priest que ha formado con otros
músicos excelentes como Tim “The Ripper” Owens, Les Binks (ambos ex – Judas
también), así como AJ Mills y Tony
Newton. Ahora ve la luz “Sermons Of The Sinner”, el debut de esta nueva banda
que, eso sí, no ha podido contar con el mencionado Les Binks tras la batería
debido a un grave accidente que este sufrió poco antes de la grabación del
mismo, teniendo que ceder su puesto Sean Elg. No obstante, se espera que esté
en la posterior gira mundial.
Antes de iniciar el análisis musical del disco, resulta necesario recordar que Downing ha concebido este proyecto como algo propio y no como su versión alternativa de Judas Priest. Como comprobaréis, el sonido de JP está muy presente durante toda la producción, pero es lo normal cuando tras la guitarra y la composición está uno de los miembros que hizo grande y facturó tantas y tantas canciones para los Metal Gods. En palabras del propio Ken: “Esta no es una versión de Judas Priest. Así es como los fans están viendo esto de forma equivocada. Pero lo entiendo. No soy yo diciendo: este es mi Judas Priest. Pero tampoco quiero separarme del nombre Priest porque me pertenece tanto como a cualquier otro…o incluso más”
El trabajo abre con una pequeña intro narrada
titulada “Incarnation” que nos llena de tensión el cuerpo ante la inminente
explosión sonora que terminará produciéndose con “Hellfire Thunderbolt”, el
primer misil del disco. Tras un prometedor vibrato de guitarra explota una
canción de ritmo trepidante (el doble pedal es para quitarse el sombrero) y
riffs demoledores sobre los que emerge pronto un siempre genial Tim Owens
clavando unos agudos desgarradores que cobran especial intensidad en su potente
estribillo. El mejor momento del número se lo lleva el duelo de solos donde
técnica y velocidad van de la mano. Ken nos demuestra que sigue en plena forma
mientras se turna en protagonismo con A.J. Mills. Como la propia letra señala,
se ha desatado el infierno sobre nuestra sociedad (con este disco, claro jeje).
No hay atisbos de pausa de momento. Se viene el
mordedor tema-título donde la percusión vuelve a destacar, así como los
aniquiladores agudos de Tim (honor una vez más a sus años en Judas Priest) y,
por supuestísimo, la sección de guitarras veloz e hiriente, salvo en el bello y
lento solo que posee (interesante también la atmósfera más pausada que nos
proponen en ese instante). La letra, por cierto, es una tremenda carta de amor
al Metal y su poder para salvar a la humanidad ante tanta locura actual.
Seguro que para nadie pasó desapercibido el hecho de
que el cuarto tema del disco se titule “Sacerdote y Diablo” (sí, tiene un
título escrito en castellano). Canción nuevamente contundente, construida a
base de riffs y punteos de primera categoría, con buenas percusiones y la voz
implacable de Tim. Se viene otro buen espectáculo solista de las dos guitarras,
con un despliegue de destreza al alcance de pocos músicos actualmente.
Desde la primera vez que escuche “Raise Your Fist”
sabía que, seguramente, sería mi preferida de toda la placa. Esto no se debe
solo a ese estribillo (pegadizo y con excelentes coros) que amenaza con ser
coreado por miles de fans en la próxima gira del grupo, sino por el bellísimo y
punteo doblado que abre el corte y repiten al final de cada chorus. El momento de los solos también
incluye un pequeño momento reservado a la batería de Les Binks, además de un
agradable pasaje de guitarras gemelas en su inicio.
“Brothers Of The Road” es un tema ideal de
carretera. Ciertamente no ofrece nada renovador ni diferente a lo que hemos
escuchado (tal vez sea una de las más flojas, de hecho), pero tiene un
estribillo cálido y una letra llena de actitud que, por cierto, me recuerda a
la de “Freewheel Burning”.
Mucho más inspirada me ha parecido “Metal Through
And Through”, un medio-tiempo de más de ocho minutos muy elegante gracias a la
interpretación de “The Ripper”, así como por el trabajo coral y de las
omnipresentes guitarras que nos deleitan entre escalas y punteos. No faltarán
las alteraciones rítmicas que favorecerán la aparición de nuevos solos cargados
de técnica y precisión. Hay que destacar, además, el final arpegiado y casi
teatral de una canción que ubico entre mis preferidas del LP.
Es el turno de dos canciones potentes y mordientes
como “Wild and free” y “Hail of the Priest”, que harán los delicias de los
amantes de las tormentas sónicas, de las voces rotas y de los solos de guitarra
compactos y rápidos. La primera es más directa, mientras que la segunda se
inicia pausada para embestirnos poco después con una temible batería y, de tal
forma, iniciar las hostilidades.
El disco termina referenciando en el título a un
clásico de Judas Priest como “The Sentinel”, con el corte “Return of the
Sentinel” que dura la friolera de nueve minutos donde se sucederán momentos más
cañeros, ubicados especialmente en su primera parte, con otros lentos y
armónicos (guitarras acústicas incluidas), teniendo ambos como punto en común
el papelón del bueno de Tim Owens, quien brilla con el micrófono en cada verso
o estribillo.
KK Downing no inventa un nuevo género o subgénero con el debut de KK’s Priest. Tampoco revoluciona la manera de entender el Metal, pero sí nos garantiza 50 minutos de pura gloria metalera a partir de nueve canciones (no incluyo la breve introducción) que dan buena cuenta del nivel compositivo y técnico de uno de los guitarristas más influyentes de la historia. Soy el primero que preferiría ver a Ken tocando junto a Judas Priest, pero si la alternativa a ello es poder seguir disfrutando de su magia con este proyecto también lo firmo.
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