Siempre que escucho un álbum actual de Rock que me gusta pienso que nos queda género para décadas, aunque Gene Simmons opine lo contrario (pese a la gran tajada que sigue sacando del mismo). El debut de Dirty Shirley merece ser paladeado por todos los “portalers” porque no es una vuelta a las fórmulas “de siempre”, sino que este nuevo proyecto parece intentar extender sus horizontes sonoros sin olvidar las influencias del pasado (¡faltaría más!).
Para quienes no conozcan este grupo me bastará con
decir que está liderado por el mismísimo GEORGE LYNCH, quien nos dejó grandes
momentos tanto en Dokken como en Lynch Mob, y cuenta con la aparición estelar
de un vocalista de otro nivel como el joven Dino Jelusick, a quien he estado
siguiendo en los últimos años, ya que su registro es una mezcla de Ronnie James
Dio, el malogrado Ray Gillen y David Coverdale (tres auténticos ases de nuestro
querido Hard-Rock/Heavy Metal. Junto a estos estarán Trevor Roxx (bajo) y Will
Hunt (batería).
Me gustaría añadir como anécdotas el hecho de que
Dino, para quienes no sepan este curioso dato, fue el vencedor de la versión
Junior de Eurovisión del año 2003, donde representó a su país con un bodrio de
canción, todo sea dicho, que le valió para hacerse un nombre fuera de las
fronteras croatas. Menos mal que luego se nos hizo rockero. Otro dato curioso
es que la portada del álbum, como muchos habrán adivinado desde el primer
instante, es un guiño al famoso cuadro “Gótico Estadounidense” de Grant Wood.
No quiero detenerme mucho más aquí ya que el contenido
musical es lo más importante, así que vamos ya mismo con el debut de “Dirty
Shirley”.
Batería y cowbell para abrir un disco siempre son un
buen cocktail. “Here Comes The King” se mueve con solidez de la mano de un riff
pesado y pegadizo de Lynch sobre el que nuestro querido Dino hace auténticas
cabriolas con su voz, rugiendo en cada verso con una fuerza similar a la de
Dio, pero contoneándose como David Coverdale. La situación no para de mejorar
con el soberbio solo de guitarra de George, el cual viene introducido por una
pequeña sección atmosférica y melódica que da mayor pausa a la canción (ojo a
Dino en este instante). Tema que nunca falta en mi escucha, al igual que la
rocker “Dirty Blues” que es más accesible que la pista anterior, pero que tiene
grandes regalos tanto en el apartado vocal (los agudos del croata en algunos
instantes son caviar sonoro) como en la juguetona guitarra (Lynch hace licks al
más puro estilo sureño.
Me gusta el cambio que supone en el disco “I
Disappear”, un corte más alternativo y oscuro que roza más lo Heavy. La base de
bajo y batería suenan solemnes, mientras que la guitarra de George queda por
momentos en un segundo plano para que Dino muestre su amplitud de registros,
pasando de secciones más reposadas a otras cargadas de mala hostia. No
obstante, Mr. Lynch pedirá un poco de protagonismo en la sección intermedia del
mismo para hacer un imponente solo de guitarra que me recuerda a los de otro
gigante de las seis cuerdas como Tony Iommi. Una de las mejores canciones de
este LP.
Tras la pegadiza “The Dying”, que me gusta mucho pero
en comparación con el resto de cortes me deja un poco frío, la cosa vuelve a
ganar enteros con la provocadora “Last Man Standing” de ascendencia claramente
americana en esas guitarras y esos estribillos de Hard-Rock. Me parece que
tiene un puente-estribillo sensacional en el que, una vez más, vuelvo a sentir
por momentos que escucho a David Coverdale en su juventud (se me está antojando
escuchar un disquito de Whitesnake después de escribir esta reseña jejeje).
Otro tema que me gusta por su marcada diferencia es
“Siren Song” y su mayor cercanía al Metal Melódico, pero con la voz de Dino en
ese tono “Coverdaliano” que le da más dulzura. Me encantan los detalles de
guitarra que George añade a sus riffs principales más muteados. Canción curiosa
de verdad como la posterior “The Voice Of A Soul” en la que Dino deja más claro
que nunca que creció escuchando al cantante de “la serpiente blanca” jugando
con tonos exigentes que alcanzan su cénit cuando decide enfrentarse a la
guitarra de Lynch imitando lo que este crea tras el mástil. Rock lento hecho
por y para el mayor brillo de la voz.
¿Quieres otra sorpresa? Pues “Cold”, sin tampoco ser
una canción extremadamente brillante, me gusta por sus riffs más funkys por
momentos y un tono chulesco que nunca está de más. Algo más me dice la
extremadamente sureña “Escalator To Purgatory” que me recuerda a unos grandes
de este subgénero como son los Black Stone Cherry. Estructura bien elaborada,
con algunos cambios que impiden caer en la repetición absurda y ese agradable
sabor a Jack Daniels destilado por este grupo.
Lynch hace auténticas diabluras en la oscura “Higher”,
imponiendo la belleza de su guitarra arpegiada, por no hablar de las
posteriores secuencias de riffs o el monumental solo, y haciendo de esta una de
las mejores piezas de todo el disco. Dino termina de desmadrarse y canta con
agresividad y potencia, pero también con ciertas dosis de teatralidad en algún
verso.
El álbum llega a su final de una manera curiosa
gracias a “Grand Master” y sus psicodélicas guitarras distorsionadas. La suma
de Lynch y la percusión parecen evocar la espiritualidad de una canción por la
que siento especial atracción como es “Black Mountain Side” de Led Zeppelin. Dino
también está genial al micrófono, siendo su voz además algo distorsionada y
doblada para que encaje mejor con el concepto del tema.
El debut de este nuevo proyecto no debería
considerarse como algo “anecdótico” ya que en un momento en que muchos, a la
hora de hablar de Hard-Rock actual, terminan cayendo en el vicio de la
expresión “ya está todo inventado”, este cuarteto encabezado por Lynch y un
joven Dino, este último merece todo el reconocimiento del mundo porque
presiento que nos va a traer muchas alegrías, tratan de renovar a su manera el
género sin olvidarse de las raíces (¡faltaría más!).
Esta reseña fue publicada originalmente el 11 de
agosto de 2020 en el Portal del Metal.
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