No hay que ser un erudito de la música para reconocer la importancia monumental e histórica que Rainbow tuvo para el desarrollo del Hard-Rock y el Heavy. Estamos hablando, sin duda, de una de las bandas más grandiosas que ha existido. Y pocas cosas me gustan tanto como escribir sobre ellos. En este caso es hora de hablar de su inmortal debut homónimo lanzado en 1975. No obstante, y con vuestro permiso, voy a remontarme hasta el año 1972 para contextualizar un poco cómo nació este proyecto.
En aquel año Deep Purple era uno de los mayores exponentes de la música de masas y, con podemos comprobar en su legendario “Made In Japan”, tenían un directo abismal y que era sinónimo de colgar el cartel de “soldout” en cada fecha. El destino quiso que Ian Paice y Roger Glover, ambos de Deep Purple para quien no lo sepa, coincidieran de pura casualidad con los miembros de una joven banda de Blues-Rock llamada hasta hacía poco tiempo The Elves, pero que había terminado mutando en Elf y los eligieran para abrir sus conciertos en numerosas giras, así como para producirles el primer disco del grupo, el cual ya os he reseñado anteriormente.
Mientras los humildes Elf comenzaban a hacer cierto ruido en la escena de su país, las tensiones en Deep Purple, especialmente entre Ian Gillan y, uno de nuestros protagonistas en esta reseña, Ritchie Blackmore, aumentaran hasta el punto de provocar la partida del vocalista y de Glover, siendo sustituidos por dos grandes como David Coverdale y Glenn Hughes. Es en este instante cuando Elf comienzan a telonear a Purple, despertando el interés de un cada vez más descontento Blackmore, que no podía soportar ver a la banda púrpura alejarse de sus patrones musicales originales. Este hecho terminó por provocar la partida de Ritchie en 1975. No obstante, el maestro de las seis cuerdas tenía claro su próximo paso y no tardaría en hablar con Ronnie Dio para incluirlo en su proyecto en solitario ya que lo consideraba el vocalista ideal (esto no era raro), además de compartir varios gustos como la música clásica, la mitología o el ocultismo. No obstante, y con mucha humildad, Dio aceptó la propuesta del “hombre de negro” con la condición de que todos sus compañeros de Elf, a excepción del guitarrista Steve Edwards, claro está, también se unieran al grupo. Las ganas de tener a Ronnie en su banda llevó a Blackmore a atender dichas propuestas y así fue como nació Rainbow.
Bajo el título de “Ritchie Blackmore's Rainbow” llegaría a las tiendas su primer LP, el cual fue décadas después definido por Dio como uno de los que más satisfacción le habían producido como vocalista (razones no le faltaban). Detrás de una carátula sencilla pero mística se esconde un listado de canciones para la historia que pondrían en el estrellato al grupo a gran velocidad.
¿Listos? ¡Vamos con la música!
El disco abre con un riff de la escuela Blackmore (muy en la onda de “Smoke On The Water” tanto en lo sonoro como en la propia ejecución en el mastil) que se convertiría en eterno. Hablamos de la monumental “Man On The Silver Mountain”, tema fundamental en la carrera de Dio y en la historia del Hard-Rock. Ronnie aprieta el gatillo desde el inicio y se desgañita con cada verso, puente o estribillo. No puedes conocer realmente la música Rock sin escuchar esta canción. Justo después de que RJD nos grite de nuevo que es el “Hombre de la Montaña de Plata” aparece Ritchie y se saca el primer solo celestial del disco.
“Self Portait” es la primera pieza oscura de Rainbow (qué bien se les daba crear un aura de misterio con sus piezas), moviéndose en un tono más lento que permite a Dio cantar con una pausa imponente que yo creo que serviría para convencer a cualquier posible detractor de este joven y prometedor cantante. Cuando llegamos a los dos minutos de tema vuelve Blackmore con su Fender para enamorarnos con un solo profundo y lleno de sentimiento que termina de engrandecer la canción.
Blackmore tenía antojo de versionar el “Black Sheep Of The Family” de Quatermass y el resultado no pudo ser mejor. Dio parece volver por momentos a los tiempos de Elf, mostrándose completamente metido en una canción más clásica por su feeling rockero. Canción ideal para cargar las pilas y no dejar de mover la cabeza antes de que la cosa experimente un giro de 180 grados y seamos introducidos en un idílico y espiritual viaje al cielo para tocar el arcoíris. “Catch The Rainbow” es una balada magna, de las mejores que facturaría Rainbow, aunque tienen otro par de nivel, donde Dio nos hace llorar con una voz fina como el papel y Blackmore vuelve a erigirse como uno de los mejores guitarristas de la historia con el precioso solo pausado que incluye en la canción.
“Snake Charmer” es la pieza más fiel a los cánones del Hard-Rock y a lo que fue Elf. Dio disfruta con cada verso que le toca cantar y su posterior estribillo sencillo pero inolvidable. Me encanta el trasfondo melódico y oscuro que se esconde tras la canción, así como el técnico y enérgico solo con el que nos embiste un enloquecido Blackmore. El final es una adecuada definición de lo que Rainbow fue: una mezcla de genialidad entre Dio y Ritchie. El otro tema del álbum con ciertas reminiscencias de Elf es la cachonda “If You Don'T Like Rock & Roll” donde volvemos a toparnos con ese Rock festivo que tan bien se le daba grabar a estos chavales.
Las melodías cobran fuerza en la neoclásica y oscura “The Temple of the King”, que no tardaría en ganarse la consideración de “clásico” inmediato del grupo. Dio canta con el corazón y nos enamora con esa suavidad gargantil tan difícil de encontrar en un vocalista de Rock y Metal. Blackmore introduce guitarras acústicas entre las pistas más distorsionadas de su mástil. Es imposible no caer rendido ante semejante obra maestra.
Me encanta “Sixteenth Century Greensleeves” ya que es una canción donde Blackmore demuestra que no se olvidaba de lo que había grabado junto a Deep Purple (esta canción podía haber sido incluida fácilmente en “In Rock”, “Fireball” o “Machine Head”). De hecho, la pieza fue compuesta mientras Ritchie estaba todavía en la banda púrpura. Dio, no obstante, surge para dejarnos claro que esto es Rainbow y canta como el titán que es (cada grito de Ronnie es oro para mis oídos), antes de dejarle su lugar de protagonismo al “hombre de negro”, quien volverá a hechizarnos con un gran solo.
Finalmente, el disco acaba en forma instrumental a través de una versión del “Still I’m Sad” de The Yardbirds que, por supuesto, está diseñado para que RITCHIE BLACKMORE se luzca con la guitarra como buen amante de sus propias cualidades tras la guitarra. Temazo sobresaliente para cerrar la primera obra de Rainbow, un disco sobresaliente que, eso sí, terminó por convertirse también en el último de todos los miembros de Elf, excepto Dio, junto a Blackmore para dar lugar a una nueva formación que terminaría por engendrar una obra monumental como es el “Rising”.

En aquel año Deep Purple era uno de los mayores exponentes de la música de masas y, con podemos comprobar en su legendario “Made In Japan”, tenían un directo abismal y que era sinónimo de colgar el cartel de “soldout” en cada fecha. El destino quiso que Ian Paice y Roger Glover, ambos de Deep Purple para quien no lo sepa, coincidieran de pura casualidad con los miembros de una joven banda de Blues-Rock llamada hasta hacía poco tiempo The Elves, pero que había terminado mutando en Elf y los eligieran para abrir sus conciertos en numerosas giras, así como para producirles el primer disco del grupo, el cual ya os he reseñado anteriormente.
Mientras los humildes Elf comenzaban a hacer cierto ruido en la escena de su país, las tensiones en Deep Purple, especialmente entre Ian Gillan y, uno de nuestros protagonistas en esta reseña, Ritchie Blackmore, aumentaran hasta el punto de provocar la partida del vocalista y de Glover, siendo sustituidos por dos grandes como David Coverdale y Glenn Hughes. Es en este instante cuando Elf comienzan a telonear a Purple, despertando el interés de un cada vez más descontento Blackmore, que no podía soportar ver a la banda púrpura alejarse de sus patrones musicales originales. Este hecho terminó por provocar la partida de Ritchie en 1975. No obstante, el maestro de las seis cuerdas tenía claro su próximo paso y no tardaría en hablar con Ronnie Dio para incluirlo en su proyecto en solitario ya que lo consideraba el vocalista ideal (esto no era raro), además de compartir varios gustos como la música clásica, la mitología o el ocultismo. No obstante, y con mucha humildad, Dio aceptó la propuesta del “hombre de negro” con la condición de que todos sus compañeros de Elf, a excepción del guitarrista Steve Edwards, claro está, también se unieran al grupo. Las ganas de tener a Ronnie en su banda llevó a Blackmore a atender dichas propuestas y así fue como nació Rainbow.
Bajo el título de “Ritchie Blackmore's Rainbow” llegaría a las tiendas su primer LP, el cual fue décadas después definido por Dio como uno de los que más satisfacción le habían producido como vocalista (razones no le faltaban). Detrás de una carátula sencilla pero mística se esconde un listado de canciones para la historia que pondrían en el estrellato al grupo a gran velocidad.
¿Listos? ¡Vamos con la música!
El disco abre con un riff de la escuela Blackmore (muy en la onda de “Smoke On The Water” tanto en lo sonoro como en la propia ejecución en el mastil) que se convertiría en eterno. Hablamos de la monumental “Man On The Silver Mountain”, tema fundamental en la carrera de Dio y en la historia del Hard-Rock. Ronnie aprieta el gatillo desde el inicio y se desgañita con cada verso, puente o estribillo. No puedes conocer realmente la música Rock sin escuchar esta canción. Justo después de que RJD nos grite de nuevo que es el “Hombre de la Montaña de Plata” aparece Ritchie y se saca el primer solo celestial del disco.
“Self Portait” es la primera pieza oscura de Rainbow (qué bien se les daba crear un aura de misterio con sus piezas), moviéndose en un tono más lento que permite a Dio cantar con una pausa imponente que yo creo que serviría para convencer a cualquier posible detractor de este joven y prometedor cantante. Cuando llegamos a los dos minutos de tema vuelve Blackmore con su Fender para enamorarnos con un solo profundo y lleno de sentimiento que termina de engrandecer la canción.

“Snake Charmer” es la pieza más fiel a los cánones del Hard-Rock y a lo que fue Elf. Dio disfruta con cada verso que le toca cantar y su posterior estribillo sencillo pero inolvidable. Me encanta el trasfondo melódico y oscuro que se esconde tras la canción, así como el técnico y enérgico solo con el que nos embiste un enloquecido Blackmore. El final es una adecuada definición de lo que Rainbow fue: una mezcla de genialidad entre Dio y Ritchie. El otro tema del álbum con ciertas reminiscencias de Elf es la cachonda “If You Don'T Like Rock & Roll” donde volvemos a toparnos con ese Rock festivo que tan bien se le daba grabar a estos chavales.
Las melodías cobran fuerza en la neoclásica y oscura “The Temple of the King”, que no tardaría en ganarse la consideración de “clásico” inmediato del grupo. Dio canta con el corazón y nos enamora con esa suavidad gargantil tan difícil de encontrar en un vocalista de Rock y Metal. Blackmore introduce guitarras acústicas entre las pistas más distorsionadas de su mástil. Es imposible no caer rendido ante semejante obra maestra.
Me encanta “Sixteenth Century Greensleeves” ya que es una canción donde Blackmore demuestra que no se olvidaba de lo que había grabado junto a Deep Purple (esta canción podía haber sido incluida fácilmente en “In Rock”, “Fireball” o “Machine Head”). De hecho, la pieza fue compuesta mientras Ritchie estaba todavía en la banda púrpura. Dio, no obstante, surge para dejarnos claro que esto es Rainbow y canta como el titán que es (cada grito de Ronnie es oro para mis oídos), antes de dejarle su lugar de protagonismo al “hombre de negro”, quien volverá a hechizarnos con un gran solo.
Finalmente, el disco acaba en forma instrumental a través de una versión del “Still I’m Sad” de The Yardbirds que, por supuesto, está diseñado para que RITCHIE BLACKMORE se luzca con la guitarra como buen amante de sus propias cualidades tras la guitarra. Temazo sobresaliente para cerrar la primera obra de Rainbow, un disco sobresaliente que, eso sí, terminó por convertirse también en el último de todos los miembros de Elf, excepto Dio, junto a Blackmore para dar lugar a una nueva formación que terminaría por engendrar una obra monumental como es el “Rising”.

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