Desde que escuché por primera vez esta canción tuve
claro que sería la canción del año. Como escribí en la reseña de “Firepower”
(aprovecho para saludar a nuestro querido amigo Fede, quien también estuvo
presente en este análisis), “Firepower” es el mejor álbum de los Judas desde
“Painkiller” (esto no es moco pavo) y eso es debido, en gran parte, a
“Traitor’s Gate”, la mejor canción que “el sacerdote” ha lanzado en este
milenio (desde “Painkiller” y “A Touch
Of Evil” no escuchaba algo así de bueno). Unos oscuros arpegios iniciales dan
paso al riff más letal de todo el trabajo hasta que el ritmo desciende un poco
y emerge ante nosotros la mejor versión de Rob Halford dramatizando los
salvajes versos de esta canción antes de llegar a un estribillo cargado de
furia (¿¿cómo se puede cantar así??) antes de un solo de guitarra (mis respetos
para Tipton y Faulkner) que invita a ser cantado en vivo hasta desgañitarse.
Solo queda escuchar y aplaudir.
Calificación: **** *(8) En 1992, Iron Maiden lanzaba “Fear of the Dark”, su noveno álbum de estudio, en un contexto adverso para el heavy metal clásico. El grunge arrasaba con todo, desmantelando la estética del virtuosismo y la épica. Mientras tanto, la veterana banda británica, con una década dorada a sus espaldas, navegaba por aguas agitadas: No Prayer For The Dying ya había comenzado a evidenciar cierta falta de frescura, Bruce Dickinson mostraba un creciente desapego creativo y sus roces con Steve Harris se hacían cada vez más notorios. En ese clima incierto se gestó un disco que, a diferencia de sus antecesores, muestra una intención (moderada) de adaptarse a los tiempos sin llegar a lo rupturista. Oscuro, introspectivo y por momentos melancólico, el álbum también deja entrever una pérdida de cohesión, una cierta dispersión de ideas que lo hace irregular. Aun así, “Fear of the Dark”, con su icónica portada digna de una película de terror, se sostiene por momentos brillantes y,...
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