Si con “British Steel” Judas Priest había dado su primer paso agigantado en la escena internacional, “Screaming For Vengeance” terminaría consolidando al quinteto británico como un fenómeno de masas gracias a un conjunto de canciones que se han mantenido inalterables al paso del tiempo y que han terminado por convertir a este en un disco fundamental.
Creo que pocos, o
nadie, se atrevería a poner en cuestión el hecho de que los discos abarcados
entre la segunda mitad de los 70 y finales de los 80 que lanzó Judas Priest son
auténticas maravillas. Por supuesto, hay unos más grandiosos que otros (yo siempre
seré más de “Sad Wings”, “Killing Machine” o “Defenders Of The Faith” que del “Point
Of Entry”), pero fueron casi dos décadas de absoluta magia por parte de una de
las bandas más icónicas de la historia.
Pese a la calidad de
sus primeros discos y el consecuente reconocimiento como una banda de gran
potencial para abanderar a las nuevas generaciones de metaleros, probablemente
la popularidad global de nuestros muchachos no era a principios de los 80 la
más justa. Fue por ello por lo que, aprovechando el bagaje sonoro acumulado en
los años previos, así como la aparición de la NWOBHM, para tratar de consolidar
su grandeza. El primer golpe llevó por título “British Steel” (¿es necesario
describirlo?) y, tras ver la luz en 1980, fue un auténtico acierto que,
comercialmente hablando, el posterior “Point Of Entry” (1981) no supo dar continuidad,
pese a tener un buen número de grandes canciones. Por este motivo, los
británicos no tardaron en tomar su avión hasta Ibiza para dar forma a un
conjunto de nuevas canciones que debían combinar elementos accesibles (estribillos
inolvidables, algún patrón estructural,…) con esa magia sonora que les ha
distinguido y que podríamos resumir en una de las mejores duplas de guitarras
que se recuerden y en el mismísimo Rob Halford, quien ya en aquel momento había
comenzado a despuntar como uno de los más grandes vocalistas de Metal del
mundo.
“Screaming For
Vengeance” fue el resultado de cinco meses de duro trabajo que, como usted ya
sabrá querido lector, terminarían por romper con cualquier frontera musical y
llevarían a este quinteto a los mejores festivales de la geografía global
(inolvidable su aparición en el US Festival de 1983) para desarrollar sus
poderosísimos directos a los que acudirían, como no podía ser de otra forma, ataviados
de cuero (ellos consolidaron esta “moda” entre los metaleros de la época) y con
su ya icónica moto que Halford no dudaría en sacar a escena en cada directo.
¿Y qué decir de su portada icónica? Este diseño de Doug
Johnson alejó las malas críticas que la ilustración de “Point Of Entry” había
despertado y nos presentó a The Hellion, un ave metálica y llena de armas que,
según nos revela la descripción que aparece en la contraportada del LP, llega
al mundo a clamar venganza. Como ya os habréis dado cuenta, el nombre de la
criatura coincide con el título de la apertura del disco.
La transcripción literal del texto es la siguiente:
«Desde una tierra
desconocida y por medio de cielos lejanos, llegó un guerrero alado. No quedaba
nada sagrado, nadie estaba a salvo de The Hellion ya que proliferó su grito de
batalla... Gritando por venganza»
Hablemos ahora de cada
canción de este maravilloso disco.
The Hellion/Electric Eye
Por si existían
aún dudas sobre la calidad de este
álbum, la apertura se encargará de disiparlas rápidamente. No es una
exageración afirmar que “The Hellion”, con sus 45 segundos de duración, es una
de los intros más épicos de la historia. Las guitarras de Downing y Tipton se
unen para abrir el disco y anunciar la llega de “Electric Eye”, uno de los
himnos por excelencia en la discografía de los Judas, así como una de mis
preferidas (no puedo ocultarlo jejeje). Halford saca a relucir su amplitud de
registros desde el primer verso, jugando con voces casi robóticas y agudos de
escándalo que siempre me ponen los pelos de punta (el grito de Halford cuando
dice “I’m Made Of Metal” así como el posterior estribillo me parecen dos de los
momentos cumbre en la historia del género). Mención aparte merece el duelo de
guitarras entre Tipton y Downing, un tándem tan perfecto como a veces
insuperable. Uno empieza la escucha emocionado gracias a semejante maravilla.
Por otro lado me
resulta llamativo que la gente no tienda a detenerse a leer y tratar de
comprender la profética letra de “Electric Eye”. Ese “ojo eléctrico” al que se
alude es un guiño al “Gran Hermano” de la aclamada 1984 de George Orwell y, por ende, a los cada vez más sofisticados
sistemas de vigilancia (hoy en día mejor ya ni hablemos de lo controlados que
estamos). Enorme y, al mismo tiempo, crítica letra.
Riding On The Wind
“Riding On The Wind”
acumula una potencia atronadora similar a la de los primeros discos de
Motörhead, pero con la diferencia de que es Halford quien está frente al
micrófono desgañitándose a base de agudos infernales. Destaco también el papel
de Dave Holland en la batería, un músico que siempre aportó grandes actuaciones
en cada álbum de los británicos. Para mí esta es una canción que musicalmente sirvió
como inspiración para diversas piezas del siguiente álbum, mi predilecto
“Defenders Of The Faith”, como por ejemplo “Freewheel Burning” o “Jawbreaker”.
Bloodstone
“Bloodstone” es, a mi
parecer, uno de los cortes más elaborados de todo el trabajo. No es tan veloz
como la mayor parte de las canciones que componen “Screaming For Vengeance”,
pero tiene una sólida base de batería y bajo, así como unos punteos de KK y
Glenn magníficos, que construyen una apisonadora musical que destruye todo lo
que se interpone a su paso a base de buen Metal. No sé si a alguien más le ha
ocurrido, pero siempre que escucho este pienso en “Balls To The Wall”, el
clásico de Accept. El estribillo, pese a su sencillez, vuelve a poner de
manifiesto la elegancia y fuerza que atesoraba Halford en sus cuerdas vocales
durante esta época.
(Take These) Chains
Otra de mis composiciones más estimadas del álbum es esta “(Take These) Chains”, una canción más sencilla y comercial pero que cuenta con una breve lección vocal de Halford, cantando con mucha elegancia y, obviamente, mucha garra cada verso y estribillo. Una canción destinada a convencer...y que logra sobradamente alcanzar este fin.
Pain And Pleasure
Hablemos ahora de un
corte sorprendente en muchos sentidos. Es digno de reseñar la densidad de los riffs
y la precisión de Holland en la batería. Halford sigue en estado de gracia
amoldándose al ritmo de la banda a la hora de entonar los versos y el
estribillo. A modo personal disfruto mucho de la inclusión de pausas en la
instrumentación, logrando construir una canción aparentemente sencilla pero
impredecible. No se entiende en absoluto
que haya caído en el olvido.
Screaming For Vengeance
Es la hora de
reencontrarnos con la velocidad y la versión más bruta de los Judas Priest. El
tema que dio nombre a este histórico álbum también podría incluirse dentro del
listado de himnos del quinteto británico. Halford expulsa toda su rabia a
través de sus impecables agudos (los gritos de fondo que incluyeron en los
estribillos lo hacen aún más épica) a la par que las guitarras vuelan con una
base rítmica de primera categoría, una batalla de vibrantes solos y con una
sección de guitarras gemelas asombrosa. Los Judas haciendo lo mejor que saben
hacer: poner el mundo a sus pies.
You’ve Got Another Thing Comin’
¡No cesan los
clásicos! Es turno de “You’ve Got Another Comin’”, pieza de estructura y
desarrollo musical-vocal sencillos (a veces las cosas simples se graban en más
mentes que las elaboradas).El ritmo de la canción tiene mucho feeling y es lo
suficientemente capaz de captar la atención hasta del mayor detractor del Metal
y del Hard-Rock. Fue tal su éxito que los británicos nunca, o prácticamente
nunca, la han eliminado de su repertorio. No se puede ser fan de los Judas sin
escuchar antes este HIT.
Fever
Probablemente este
podría ser la composición más técnica de todo el plástico, con una estructura
muy lograda, a veces parece que nos encontramos ante algo conceptual y de sus
primeros álbumes, en la que hay tres
protagonistas fundamentales: Rob Halford (¡qué vozarrón y qué susurros entrega
en el estribillo!), KK Downing y Glenn Tipton (el dúo de guitarras borda los 5
minutos de duración a partir de arpegios, punteos y sólidos riffs). La letra abarca el reencuentro de dos antiguos
amantes, centrándose en la lujuria que emerge de ambos cuando vuelven a
encontrarse.
Devil’s Child
Como final de fiesta,
estos titanes nos despiden con “Devil’s Child”, un cañonazo al más puro estilo
AC/DC. Hard-Rock desenfrenado, con pegadizos puentes y estribillos clavados a
la banda liderada por Angus Young. También me recuerda a “High ‘N’ Dry
(Saturday Night)” de Def Leppard. Halford se desgañita para deleite de su
audiencia mientras las guitarras disparan riffs de gran diversidad y clase. Un
cierre de primer nivel para un álbum que, como cabría esperar, estaba destinado
a triunfar.
Con este apoteósico
álbum una vez más JUDAS PRIEST, seguía aportando elementos claves al Heavy
Metal, tanto en estética, sonido y actitud haciendo que el género creciera a
pasos agigantados. El sonido de este álbum seria perfeccionado y llevado a
límites más extremos con su siguiente Defenders Of The Faith (1983), otra pieza
indispensable y fundamental para comprender el Heavy Metal.
Cabe añadir que decidí
centrarme en el disco original tal cual se editó en 1982, no quise indagar en
remasterizaciones y ediciones aniversario porque estos diez temas fueron los
que realmente pusieron al disco y a la banda en lo más alto del panorama
metalero.
“Screaming For Vengeance” una obra maestra en la historia de la banda y una piedra fundamental para entender la historia del Heavy Metal. Querido lector, no dude en darle una oportunidad a estas leyendas, si es que no lo ha hecho ya.
WE ARE SCREAMING...SCREAMING FOR VENGEANCE!
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