Tras el apoteósico éxito mundial de “Blackout”,
Scorpions se había consolidado como una banda a tener muy en cuenta en la
escena. Ya llevaban más de una década ofreciendo grandes discos como “In
Trance”, “Virgin Killer”, “Taken By Force” o “Lovedrive”, contando en algunos
de estos con músicos de la talla de Uli Jon Roth o Michael Schenker. Sin
embargo, estos no gozaron en su momento de gran fama fuera de las fronteras de
su Alemania natal, exceptuando Japón, donde Scorpions eran auténticos dioses del
Rock. Fue, como dije, con “Blackout” cuando la banda da un golpe sobre la mesa
y conquista el mundo con su eléctrico Rock y su habilidad para facturar baladas
como “No One Like You” o “When The Smoke Is Going Down”.
Lejos de dormirse en los laureles de la fama, el
quinteto no tardó en entrar al estudio para componer, grabar y producir el que
sería su siguiente obra maestra: “Love At First Sting”, un álbum con el que
Scorpions vuelve a tirar de la misma maestría compositiva de “Blackout” y,
además, incluye algunos guiños al sonido más comercial que comenzaba a imperar
en el Rock de los ochenta. El 27 de marzo
de 1984 vio la luz esta nueva placa, cuya producción volvió a correr a
cargo del bueno de Dieter Dierks (¡cuánto le debe Scorpions a Dieter!) y fue
grabado en Colonia.
A continuación descubriremos si los alemanes fueron
capaces de mantener el nivel de “Blackout” o hicieron honor a ese dicho de “las
segundas partes nunca fueron buenas”.
Let’s Rock!
Bad
Boys Running Wild
¡Así se inicia un álbum! El primer aguijonazo
de los alemanes se llama “Bad Boys Running Wild”, uno de los tantos clásicos
del quinteto que encontraremos en este LP. Los deslizamientos y punteos
iniciales de Jabs, con algo de distorsión añadida, dan paso a una sólida
muralla de riffs característicos del tándem Jabs-Rudolf (sin olvidar los
punteos que el propio Matthias se marca durante los versos) que, combinada con
la base rítmica de bajo y batería, construyen una gran pista de Hard-Rock sobre
la que nuestro querido Klaus Meine nos da su primera clase magistral (vendrán
muchas más en los próximos minutos). Poco puede decirse del grandioso
estribillo que tiene este tema, directo a la yugular y con una mala leche con
la que parece que los Scorpions quería decirnos algo así como “no somos una banda
de baladas solamente”. El solo de Matthias mantiene la contundencia para volver
a desembocar en un par de estribillos más y, de esta forma, cerrar un temazo
como este.
Señoras y señores, pónganse la mano en el
pecho porque va a sonar uno de los mayores himnos de Scorpions, por no decir el
mayor. Creo que no necesita muchas presentaciones un clasicazo del Hard-Rock
como “Rock You Like A Hurricane” y el mundialmente conocido riff principal del
mismo. El paso de secciones más melódicas como los versos a la contundencia de
los estribillos, además de añadirle una pizca comercial a la estructura, el
magistral estribillo, el solo de Matthias Jabs, los baquetazos furiosos de
Herman, la exhibición de Klaus al micrófono (¿cómo se puede pasar en un par de
segundos de cantar con suavidad a expulsar los rugidos que este se marca en los
estribillos?), un videoclip acorde a la actitud de la canción…solamente queda
decir eso de “Here I am, rock you like a hurricane!!!!!!”. OBRA MAESTRA.
I’m
Leaving You
Siempre me he declarado muy fan de la melodía
inicial de guitarra de este tema acompañada por los atronadores baquetazos de
Rarebell. Con los versos toma protagonismo una elegante sección melódica
cortesía del dúo Jabs-Schenker, así como un Meine en estado de gracia tirando
de numerosos registros (lo que para él es tan sencillo pero para el resto de
humanos es casi imposible). Jabs, al finalizar el segundo estribillo, se saca
de la manga un poderoso, aunque breve, solo de guitarra en el que rompe por
completo la estructura y añade un poco más de virtuosismo a semejante cañonazo.
Una de las diversas joyas escondidas que puede uno encontrar en este álbum.
Coming
Home
No puedo ocultarlo. Esta es otra de mis
canciones preferidas del quinteto alemán que ha estado presente durante gran
parte de mi vida y nunca ha salido. El bello inicio melódico construido por los
arpegios de Rudolf y la dulzura con la que Klaus canta hasta que, de repente,
todo parece detenerse y ¡BOUM! Subidón de decibelios a base de salvajes riffs
de guitarra y una contundente línea de bajo sobre la que, de la nada, surge un
Meine completamente diferente al romántico señor que había abierto el tema,
desmelenándose y demostrando que, además de uno de los mejores intérpretes de
baladas que ha conocido la historia de la música, tiene algo especial también
para canciones con una vena más Heavy. Las guitarras de Schenker y Jabs, este
último permitiéndose el lujo de introducir algunos solos de escándalo, suenan
bestiales. Desde luego una canción imprescindible en mi Top y que no puedo
dejar de escuchar cada vez que reproduzco este álbum.
The
Same Thrill
“The Same Thrill” siempre he pensado que ha
quedado tristemente olvidado o, al menos, en un segundo plano. Este es el corte
más breve del LP y, a la vez, el más acelerado de todos. Pienso que si este
hubiera estado incluido en “Blackout” junto a temas como “Dynamite”, “Now” o la
propia “Blackout” no habría pasado tan desapercibida. Heavy Metal de quilates,
al más puro estilo NWOBHM (si este tema lo hubieran publicado los Judas Priest,
seguramente, hablaríamos de un clasicazo), con unos baquetazos asfixiantes del
gran Herman Rarebell, una sección de guitarras soberbia (especialmente gracias
a Jabs una vez más) y a ese pequeño gran ídolo llamado Klaus Meine, quien sigue
obsesionado con deslumbrarnos cada vez que tiene que cantar. No es la mejor
canción del disco, pero a mí me encanta.
Una vez más nos topamos con un clasicazo de
los alemanes y una de mis preferidas de toda su discografía. “Big City Nights”
es puro Hard-Rock. Un riff principal sencillo pero memorable, que dan paso a
unos versos más melódicos sobre los que Meine se desenvuelve sobradamente bien
hasta llegar al mítico estribillo del corte, que no tiene nada de complejidad
pero es adictivo como pocos, algo que Scorpions sabía hacer muy bien. Los solos
de guitarra es firmado, para sorpresa de muchos, por el gran Rudolf Schenker,
algo que no suele ocurrir en el quinteto al tener en sus filas a un coloso como
Matthias, pero el rubio lo borda y, aviso desde ya, no será el último punteo
mágico que nos dejará en este LP.
As
Soon As The Good Times Roll
Llegamos a la canción más rara de todo el
álbum, que no por ello deja de fascinarme. El riff inicial da paso a un Meine
en unos registros más orientados al Pop, aunque, lejos de caer en ese género,
el Hard-Rock regresa con el buen estribillo de la canción. Matthias sigue
haciendo diabluras con los punteos que adornan los versos, por no hablar del
notable solo que nos regala en el mismo. Tal vez esté equivocado, pero esta
canción tiene algunos matices progresivos que llegan a recordar a los Scorpions
de los 70s, pero sin llegar a abandonar el sonido ochentero.
Crossfire
Aunque me parece que la versión con orquesta
del “Moment Of Glory” es mejor, esta primera entrega de “Crossfire” está a la
altura de lo que se espera de Scorpions. La progresión de riffs melódicos (me recuerdan
a los que compondrían un par de décadas más tarde su canción “Rock ‘N Roll
Band”) encaja maravillosamente bien con los redobles militares de Herman. Es
una canción compuesta en clave épica, bella, extraña, con gran peso de los
coros y con Klaus en estado de gracia (¡qué forma de cantar!). Esta
composición, aunque rompe por completo con el estilo propuesto por la banda en
este disco, no deja de resultarme una genialidad.
No estoy llorando mientras analizo esta
canción…simplemente se me ha metido un poco de “Still Loving You” en el ojo. Si
hubiera que definir la balada perfecta, esta sería el mejor ejemplo. Por
aquellos tiempos “Staiway To Heaven”, otra balada maestra, había parecido
diseñar la fórmula para hacer una Power Ballad, pero no fue hasta que Scorpions
crearon este baladón, cuando realmente los cánones de la “balada poderosa”
quedaron establecidos y fueron seguidos por gran cantidad de bandas ochenteras.
Muchos de nosotros hemos accedido a la banda gracias a esta canción atemporal
y, a día de hoy, sigue fascinándome como el primer día. La instrumentación es
extremadamente emotiva gracias, en gran parte, a los arpegios iniciales, a los
posteriores acordes de quinta y ese solo de guitarra firmado, por segunda vez
en el LP, por Rudolf Schenker. Pero, si hay alguien que merece ser alabado
hasta el final de nuestros días es Klaus Meine, una de las voces más bellas en
la historia de la música, con ese tono limpio y sensible que le ha acompañado
durante tantas décadas y que casi se apaga por culpa de una grave dolencia en
sus cuerdas vocales. Con qué pasión pronuncia ese “I’ll Fight…”, con que
suavidad nos regala esos “Time…” o “Love only love…”, para después desgañitarse
en el estribillo, y clímax del LP, cuya emotividad alcanza dimensiones de
escándalo. 6 minutos y 27 segundos de magia, de ilusión, de melancolía, de amor
y desamor, de esperanza,…son muchos los sentimientos que emanan en cada escucha
que hagamos de este tema.
Conclusión:
No puedo engañar a nadie. Este, junto a
“Blackout” y “Lovedrive”, conforman mi triada preferida de álbumes de Scorpions
(y un poquito por debajo estaría mi adorado “Taken By Force”). Nueve canciones
compuestas con el gusto que siempre caracterizó a los alemanes son suficientes,
primero, para entender por qué Scorpions son una de la bandas más grandes y
trascendentales del Rock, segundo, para hacerse una idea del estilo que tomó el
Hard-Rock en la década de los ochenta y, finalmente, para comprender por qué el
Rock nos da vida a muchos de nosotros. Si no le diera un 10 a este álbum no
merecería tener la suerte de poder escribir esta reseña. Obra maestra del
género.
Excelente Blog, excelente reseña!!!
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