Tras un buen puñado de buenos discos lanzados, un
álbum mítico de Hard-Rock contemporáneo con su firma como el “Permission To
Land” (2003), una trayectoria extensa, numerosas giras y una fama
considerablemente importante, los británicos The Darkness han decidido lanzar
su primer álbum en directo a modo de celebrar la década y media de carrera que
llevan y, de paso, para obsequiar a sus seguidores con nuevo material.
En la noche del 10 de diciembre de 2017, los
británicos saltaron al mítico Eventim Hammersmith Apollo de Londres o “The
Hammersmith”, una sala de conciertos mítica en el Reino Unido que ha albergado
shows de auténticos titanes del Rock. The Darkness subieron jugar sus cartas.
El concierto, además, estuvo incluido dentro de su gira Tour de Prance en la
que presentaban en directo su último esfuerzo discográfico “Pinewood Smile”, un
álbum que ha obtenido, a nivel general, buenas críticas por la prensa musical
especializada.
A través de 19 canciones, Justin Hawkins (voz), Dan
Hawkins (guitarra), Frankie Poullain
(bajo) y Rufus Tiger Taylor (batería e hijo del mítico Roger Taylor) repasan temas
clásicos, y no tan clásicos, de su discografía, siendo un total de cinco
álbumes los que son recordados durante la velada. Es, también, un material muy
curioso y atractivo para los fans de los primeros discos de la banda, porque un
total de 9 canciones del repertorio son de “Permission To Land”, que, como ya
he dicho, es su obra cúspide.
Obviamente, The Darkness no es una banda que guste a
todos los públicos. Su estilo rebelde, cuidando mucho el estilo de sus
vestimentas en los últimos años, las similitudes de sus temas y la voz de
Justin Hawkins (a mí me gusta), que a veces puede llegar a provocar risa o
irritación, son algunos aspectos que suelen criticarse de este cuarteto.
Sinceramente, este material solo se lo recomiendo a todos los rockeros que sean
seguidores de The Darkness o, al menos, que no tengan sentimientos negativos
hacia ellos. Sin nada más que añadir, señoría, comienzo mi reseña.
Esta celebración da inicio de manera excelente
gracias a “Open Fire” y su sólida estructura de riffs, para dar paso a “Love Is
Only A Feeling”, que es el primer gran clásico del grupo de la noche y que,
como era de esperar, provoca la histeria colectiva ante un público entregado.
Trascurridas estas dos canciones podemos darnos cuenta de la calidad de la
grabación del directo (sobresaliente a la producción) y de la nitidez con la
que cada instrumento suena. Los primeros
trallazos de Hard-Rock más fiero llegarán de la mano de “Southern Trains” y su
salvaje pista de guitarra, antes de que Justin se dirija al público y les diga
que se vienen canciones más profundas (una mentira como una catedral) para que
entre el incendiario riff de “Black Shuck” y todo el Hammersmith enloquezca con
este hit del grupo y, para un servidor, su preferida de todo su catálogo junto
con la simple y liberadora “Givin’ Up” que llegará después de “One Way Ticket”,
corte impregnado por un adictivo cowbell y una actuación plausible de Justin al
micrófono, exhibiendo esos agudos tan característicos y peculiares que un rato
después cobrarán más fuerza en “Stuck In A Rut”. También deja un buen sabor de
boca (y de oído) la contundente “Barbarian”, tema reciente, con el feeling de
siempre pero con uno de sus mejores estribillos.
Uno de los aspectos que me interesaba comprobar de
este material era cómo se desenvolvían los británicos con los temas de su
reciente placa “Pinewood Smile”, destacando especialmente las versiones de “All
The Pretty Girls” (soy adicto al estribillo de esta aunque puedo entender que a
muchos rockeros les cause de todo menos emoción) y “Buccaneers Of Hispaniola”.
“Solid Gold” y “Japanese Prisoner Of Love” suenan bien en directo, pero no me
sorprendieron tanto como las otras.
La pegajosa “Friday Night” da paso a “Makin’ Out”
(con su introducción tan deudora de “Thunderstruck”) devuelve la esencia
hardorckera al directo que será mantenida por la divertida “Every Inch Of You”
y su provocadora letra (inolvidable el famoso “Suck my c*%k” de Justin).
La recta final se presenta atronadora con “Get Your
Hands Off My Woman” (motherfucker jeje), un clasicazo de su disco por
excelencia en la que, fiel a la versión original, Justin clava los agudos y
causa el delirio entre su hinchada, “Growing On Me” (otro hit de la banda) e
incluso con la interpretación de su villancico "Christmas Time (Do not Let
The Bells End)”, para cerrar esta maravillosa velada con su himno por
excelencia, que no es otro que "I Believe in a Thing Called Love",
con una sobresaliente interpretación de toda la banda que es acompañada por un
público entregado que, al acabar al concierto, despide a sus ídolos con una
calurosa ovación.
The Darkness es una banda (muy) peculiar, con un
sonido que a veces puede llegar a parecer poco original o repetitivo (no son
una banda que arriesgue, como Motörhead o AC/DC, pero tampoco lo necesitan),
pero es difícil negar su contundencia en directo y lo acertados que son muchos
de sus temas. Como fan le pongo un 5 porque el concierto es una auténtica pasada, pero puedo comprender que
haya detractores que consideren que merece menos. Así de bonita es la música y
la libertad de opinión.
¡Mis felicitaciones para The Darkness!
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